26 de septiembre de 2023
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

De mal en peor

/ Congreso de los Diputados.

Una buena parte de la población española trata de ignorar la propaganda que solapa problemas urgentes y graves. Estamos acostumbrándonos a la estrategia oficial con la que los responsables políticos instrumentalizan determinada bazofia social. No falta quien se presta a la sobreactuación desmesurada, que escenifican algunos profesionales de la manipulación para extraer rendimiento. No pocos medios de comunicación se esmeran en reproducir las campañas pergeñadas en los resortes del poder.

Cualquier comportamiento incorrecto, por leve que pudiera considerarse, aderezado de la parafernalia precisa, se transforma, por obra y gracia de los especialistas del 'enmierde', en un escándalo de transcendencia internacional, porque algunos entrometidos se tiran al barro para significarse, entre otras razones, porque desean colocarse en el candelero habitual, llevados por esa vocación de estar posicionados en los altares de la influencia. Una recua de catacaldos se coloca delante de una cámara para malmeter y dar lecciones de ética y moralidad, sin tener ni pajolera idea de lo que pasa o cumpliendo su pervertido papel de secundarios.

Demasiadas horas que rellenar audiencia suponen el escenario perfecto para cantamañanas aprovechando la coyuntura. No hay ninguna duda de la capacidad de fundar falacias, que una banda ideológica puede desarrollar cuando se lo propone, especialmente, si trata de subsistir y recuperar terrenos anegados por la miseria del comportamiento. Una conducta despreciable, porque no tiene otra calificación, se convierte en un problema social de primer orden, difundido con denuedo para transformarlo en una campaña negativa hacia la imagen más exitosa de España.

Y esos mismos que han provocado la desproporcionada puesta en escena, se rasgan las vestiduras de la resonancia mediática aireada al mundo desde el interior. No hace falta leyenda negra extranjera cuando somos nosotros los que provocamos esa ignominia nacional. De ese modo tan perverso han sacado provecho determinados líderes políticos, desacreditados por su intransigencia ideológica. Las normas legales han sido desastrosas para una sociedad olvidada y cautiva de sus determinaciones sectarias.

Adelantar la puesta en libertad de un buen número de agresores sexuales o provocar la reducción de penas en gran cantidad de condenados por esos delitos queda solapado por un incidente puntual en el púlpito de un éxito deportivo mundial, que debería albergar más atención y respeto, sin embargo, ese deslumbrante acontecimiento no interesa a los que tienen otras prioridades en su agenda discordante. Además de la retribución que exige una actitud desafortunada, por parte de un significado referente deportivo patrio, añadimos la falacia injusta del malabarismo político, empeñado en arañar ventajas.

Con estos escándalos, cuya trascendencia se multiplica, escondemos la falta de seguridad en nuestras casas y calles, donde la violencia va sumando gravedad geométricamente. Los responsables políticos, mientras, negocian sus apaños personales o tribales para mejorar su vida y hacienda. La armonía social, que debería ser prioritaria en los objetivos de quienes gobiernan, se traspapela. La vida e integridad de los ciudadanos, en mayor peligro cada día, no tiene interés para los que deberían estar atentos y responder adecuadamente con el rigor de la ley, como de la eficacia de quienes deben prevenir, perseguir y retribuir los delitos.

El pico en la boca y ese gesto indecente, que no es cosa menor, sobrepasa su dimensión natural para convertirse en problema de Estado, porque hay quien se empeña en ello. El aceite de oliva, gasolina, vivienda, precios, pobreza, vacío en la actividad profesional, debilidades de la atención sanitaria o deficiente relación oficial con los ciudadanos no tiene la menor importancia. Ahora parece que toca repartirse el botín, trocear la administración central, asaltar la igualdad de derechos, ignorar las necesidades generales, falsear la legalidad, esconder los tapujos inconfesables, cambiar dinero por votos, colocar a los amiguetes o entretener al rebaño de torpes. Esto va de mal en peor.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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