20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Pertinaces multirreincidentes

Un reincidente, como pertinaz, en principio, no tiene una consideración negativa, sobre todo cuando la insistencia o perseverancia están vinculadas a objetivos constructivos o benévolos. La connotación peyorativa aparece cuando calificamos conductas perversas morales o penales. En la acción de gobierno, más en estos últimos tiempos, la reiteración de errores o iniciativas, absolutamente sectarias, se ha convertido en algo habitual.

Estamos padeciendo un abuso pertinaz de la intransigencia ideológica, que impone comportamientos enemistados con el libre albedrío. La retahíla de imposiciones oficiales con excusas desproporcionadas no hace más que coartar la libertad de los que desean vivir en paz, siempre y cuando no se atente contra los derechos de sus semejantes. La obsesión enfermiza de los más sectarios es dictar normas para controlar todo tipo de conductas inventándose coartadas sin fundamento legal o ético.

Nos quieres hacer comer, beber, vestir, divertirnos, hablar o seguir directrices de una caterva de impresentables incapaz de mostrar la menor ejemplaridad o capacitación profesional. El anarquismo libertario, como el más torpe de los socialismos, nos propone proyectos restringidos por el control, memorias tergiversadas y una escandalosa indolencia social. Los ciudadanos, porque desean asegurar derechos y libertades, reclaman atención de los poderes públicos, que suelen olvidarse de lo más importante.

Las cotidianas ocurrencias de esos ideólogos de salón no tienen más objetivo que entretener a la opinión pública, mientras se incumplen, pertinazmente, deberes fundamentales. La insistencia en hacer lo que dicen, pero no lo que hacen, no es más que un ejercicio de cinismo cercano a la prevaricación. La benevolencia de nuestro derecho penal, procesal y penitenciario permite la descarada ofensa a la cordura de quienes tienen como referente máximo el cumplimiento de la Ley y el respeto a los derechos ajenos. Los que atacan esos preceptos se encuentran demasiado cómodos en un procedimiento obsoleto, que olvida a las víctimas de agresiones en su patrimonio, dogma reconocido, palmariamente, por nuestro constitucionalismo, en discusión por quienes desean implantar otro modelo social enmarcado en lo que llaman democracia de nuevo cuño.

Los descuideros, carteristas, pequeños estafadores y tanto facineroso que vive a costa del esfuerzo ajeno, aparecen como privilegiados, que se revuelcan de risa mientras acuden, o no, a ese invento de los juicios inmediatos por delitos leves; otro eufemismo, auténtica triquiñuela, como eso del investigado en vez de imputado. Las faltas desaparecieron del Código Penal como si se hubiera conseguido un avance benefactor, que ha resultado un dispendio absoluto.

Algunos ilusos pensaron que convertirlas en delitos leves supondría endurecer la respuesta penal para tantas infracciones, que resultaban absolutamente impunes. Una decepción, entre otras razones, porque las autoridades judiciales salieron rápidamente para advertir que la respuesta policial no debía supone demasiados cambios a la dinámica conocida. La reiterada y recalcitrante agresión a la propiedad ajena no ha servido para cambiar el sentido de la marcha, que es inadmisible.

Los autores de robos con fuerza, también, suelen esquivar la prisión preventiva y reinciden obscenamente con sus asaltos sin sufrir las consecuencias más urgentes, pues habría que apartarlos. Una iniciativa política, al parecer, respaldando reivindicaciones del comercio catalán, protagonizada por un partido político que tiene a su presidente en busca y captura sentado en el Parlamento Europeo –menudo fiasco de colaboración judicial-, ha conseguido influir en el gobierno con el fin de legislar un aumento de las penas para los multirreincidentes del delito leve de hurto.

Esperan, ilusos, reducir esos incesantes ataques al patrimonio ajeno. El legislador, tarde cuando siempre, ahora sí, reacciona para satisfacer anhelos políticos que garantizan su matemática parlamentaria. Hay quien sueña, porque hay corazones bienintencionados, que los fiscales españoles pedirán la prisión preventiva para quitar de la calle a esos pertinaces multirreincidentes.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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