24 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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Juan Pérez de Mungía

Allahu akbar

La inmigración ha sido el detonante de gran parte de los cambios políticos que se vienen sucediendo en el mundo. No hay país que no haya endurecido sus leyes cuando al mismo tiempo la Unión Europea representa un imán para los inmigrantes de África y de Oriente Medio. La inmigración por su parte trae su educación y su cultura y en el caso de ser islamistas hasta sus propios imanes, aquellos que se caracterizan por detestar de la cultura occidental y mantener a sus fieles con puño de hierro. Es evidente que la cultura del inmigrante representa oportunidades y amenazas según los casos. España es un destino que se ha convertido en preferente gracias a las políticas permisivas de los gobiernos socialistas mas pacatos de nuestra historia reciente.

El Reino Unido ha periclitado el Brexit por la queja de sus nacionales sobre la masiva afluencia de trabajadores europeos, sobre todo de los antiguos países del este, Polonia, Rumania, Hungría, pero el problema principal es la población musulmana, Según el Pew Research Center (PRC) en 2016, Francia tenia 5,72 millones de musulmanes, un 8,8 % de la población, el 7,6% en Bélgica, un 6,3 % en el Reino Unido, en Italia el 4,8 %, un 6,1 % en Alemania y España con un 2,6% en 2016 ha incrementado en dos años el porcentaje hasta el 4,3 y va camino del 6,6% en 2020.

Europa ya saturada de musulmanes de sus antiguas colonias ha visto crecer su población de origen extranjero y hoy la Unión Europea es una de las zonas más diversos del planeta, con una población musulmana que alcanzará pronto los 75 millones y una media de edad inferior en 16 años a la media europea, 27 años frente a 43 años.

Los presidentes de varios países europeos se han puesto manos a la obra contra la inmigración ilegal, Viktor Orban en Hungría ha llegado a prohibir la actividad de las ONGs dedicadas a la ayuda a la inmigración, Salvini en Italia ha negado el desembarco en sus puertos a barcos humanitarios, sus centros de acogida están saturados, Macron en Francia ha imitado las políticas restrictivas y deporta a España todos los que entran por sus fronteras, y Angela Merkel ha reculado en su laxa politica de inmigración. No hay país que se salve del cambio de rumbo respecto a la aceptación de inmigrantes. El buenismo del político ignaro ha quedado atrás. Al igual que el cambio climático resulta imparable, el cambio político también. En España gran parte del éxito de VOX en las pasadas elecciones andaluzas ha tenido como eje del discurso la contención de la inmigración. Sirva de muestra el municipio de El Ejido donde ha sido el partido más votado, el segundo en Algeciras.

Europa se prepara para cerrar a cal y canto sus fronteras. Al tiempo que su población envejece irremisiblemente y renuncia a la procreación, los musulmanes se reproducen a tasas de 4:1 o superiores. Por ese motivo se ha comenzado a fomentar políticas de natalidad, no solo las que propugnan una regulación mas restrictiva del aborto, sino otras como son las ayudas a la maternidad, los permisos de paternidad, las rebajas fiscales. Sin embargo, la paradoja y el arbitrismo institucional concede estas ayudas sociales a los colectivos de inmigrantes musulmanes; los naturales del país se benefician remotamente.

Europa busca soluciones para contener la inmigración ilegal y filtrar la población que entra en sus fronteras mediante límites laborales de cualificación, idioma, raza y credo. La invasión musulmana es además ahora un problema cultural, porque muchos de los inmigrantes del pasado han sido naturalizados y sus creencias originales han propiciado un considerable aumento de la población islámica que tras aprovecharse de las lagunas legales y educativas no solo no se han integrado sino que han impuesto sus creencias religiosas. Viven en el medievo en el interior de los países más desarrollados del mundo. Sánchez les felicita por el Ramadán.

Las ciudades han dado cobijo a los inmigrantes en barrios exclusivos para razas y religiones, guetos autodesignados por los propios inmigrantes, creando pequeños miniestados con lenguas vernáculas, comercios específicos como sus carnicerías Halal, centros de culto apropiados y leyes locales que defienden la sharia, que legalizan la imposición encubierta de sus amenazas a sus vecinos imponiendo una homogeneidad destructiva de los mas elementales derechos humanos. Las autoridades miran a otro lado. Sparkbrook, en el sureste de Birmingham, cuenta con un 22% de población musulmana. Los carteles avisan a la entrada, en Londres, "Usted está entrando en una zona controlada por la sharia: reglas islámicas obligatorias". Cada vez más habituales en las ciudades europeas. En el Príncipe, en Ceuta -España-, sólo queda una familia cristiana. La Cañada Real Galiana perdió a la última familia gitana. Es el lugar de reclutamiento de narcotraficantes y terroristas. El mismo lugar donde el fracaso escolar abarca a toda la población joven musulmana. Molenbek en Bélgica es un pequeño Marruecos europeo con 22 mezquitas. La policía no osa entrar, mientras se conoce su implicación en todos los atentados islámicos cometidos en Europa, incluido el de Barcelona.  Rosengård en Suecia se ha declarado “no go zone”. En Italia, los musulmanes que se agrupan cerca de la Piazza Venezia en Roma la han reclamado como espacio exclusivo para la oración y la Iglesia de San Petronio en Bolonia es objeto de ataques diarios por la representación de Mahoma en el infierno siguiendo la descripción que hiciera del infierno Dante. En Francia existen 750 zonas "no go zone". Saint-Denis es un barrio parisino dividido en 40 distritos administrativos, los ‘communes’, 36 están en la lista oficial de Zonas Urbanas Sensibles (ZUS) del Gobierno francés. El paraíso multicultural que propugnaba Zapatero podría encontrar aquí 135 nacionalidades entre sus 108.000 habitantes, en su práctica totalidad musulmanes, que se encargan con sus costumbres de expulsar a los que resisten, cualquiera sea su cultura no musulmana de origen.

Cientos de barrios de grandes ciudades, ciudades enteras se han convertido en bastiones del yihadismo en Europa, donde impera la ley islámica y donde los nacionales son sistemáticamente amedrentados hasta que deciden abandonar estos barrios. Ha pasado en Almería y se extiende por toda la geografía andaluza. La integración no existe, la desintegración europea si. Dinamarca estudia la posibilidad de alojar a los inmigrantes ilegales en una isla hasta su deportación; las soluciones cada vez son mas radicales porque la amenaza islámica es cada vez más fuerte, mas grave. Europa vive en peligro y el Caballo de Troya del islamismo son las ONGs y las masivas ayudas de los países petroleros, incluso comprando partidos que defienden la inmigración ilegal y masiva en una clara y manifiesta ignorancia sobre los propósitos teocráticos de estos países. No es extraño que Podemos reciba financiación de Irán o de países del golfo.

Es frecuente que se difundan vídeos con amenazas terroristas del denominado Estado Islámico, un Estado sin Estado, un Estado dentro de Europa. Existe una guerra de baja intensidad, los focos de insurgencia están identificados en estos guetos pero las fuerzas y cuerpos de seguridad de los Estados no tienen los medios suficientes para controlar la amenaza y las leyes europeas permiten que la amenaza sea cada vez mayor. Europa no tiene los recursos económicos suficientes para invertir la pirámide de población y no tiene los políticos conscientes y apropiados para luchar contra una lacra cultural que propone una vuelta a las creencias del profeta Mahoma. Por el contrario se pliegan a su voluntad y protegen sus costumbres renunciando a la defensa de los derechos humanos. En particular de las mujeres que funcionan como vientres de alquiler bajo posesión de sus padres, maridos y hermanos. Los musulmanes practican la limpieza étnica al igual que los nacionalistas catalanes y vascos. No les importa aprender catalán, de esta limpieza basada en al religión no se salva ni Dios. Las leyes europeas son en su mayoría leyes de principios de la revolución francesa y del derecho romano, no existen leyes ajustadas y modernas que hagan frente al fenómeno de la inmigración masiva, al reto social, y cultural musulmán. Los inmigrantes que en su día se incorporaron a la cultura occidental tornan a su fe e imponen su conducta mas atrabiliaria. Las mujeres que otrora renunciaron al velo, lo esgrimen como un arma poderosa frente a la corrupción occidental.

Se han propuesto planes para el desarrollo de los países de origen de los inmigrantes. Es posible que la solución pase por esta medida pero nunca será suficiente; el desarollo social y económico tiene que ir de la mano de una nueva evangelización, de una guerra santa por usar el argumento de la reconquista y las cruzadas. La historia se repite, aún desconocemos los algoritmos que determinan cual es el lapso de tiempo para que el ciclo vuelva a comenzar, Europa está desapareciendo, primero lo hace su cultura, luego su población autóctona para luego imponerse una lengua y una cultura de la dependencia y el esclavismo. El feminismo radical se apunta a la fiesta del velo en sus manifestaciones cuando concurre con el viejo designio machista convertir a la mujer en una más de su harén.

Los centros de adoctrinamiento islámicos crecen, se instalan en casas particulares, en garajes, en las calles, en las plazas y en las mezquitas. Se ignora que cualquier creyente puede ser un muftí. Si no impedimos la invasión cultural el concepto de ciudadanía que se tiene en occidente desaparecerá. La amenaza existe y solo sabemos que habrá mas atentados suicidas para amedrentar a la población, habrá más muertos, en un lugar indeterminado, a una hora cualquiera y lloraremos otra vez asumiendo nuestra incapacidad para entender que el grito del terror siempre es el mismo. ¡Alá es el más grande!

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