26 de septiembre de 2023
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Perplejos y mosqueados

Persona votando.
Persona votando.

Además de sumar alegrías en una parte de nuestra sociedad, el resultado de las elecciones generales ha dejado otras sensaciones. Gran cantidad de ciudadanos, bastante sorprendidos, no dan crédito a esos vuelcos curiosos en el reparto de papeletas por determinados espacios geográficos. El referente habitual, que suelen determinar sondeos previos al escrutinio, ha producido tal perplejidad que no se ocultan sospechas, no probadas, sobre la contabilidad.

Alguien decía que lo importante no era qué se votaba, sino quién contaba votos. Demasiados descreídos mosqueados no ocultan su frustración denunciando maniobras para transferir papeletas a la contabilidad virtual, porque las aplicaciones informáticas pueden cambiar la realidad sutilmente. Escuchamos a personas poner en duda la matemática electrónica asociada a determinados intereses, pues en las elecciones, como en el amor, según dicen los marrulleros, todo ha de valer.

Los adeptos ideológicos, en general, no tienen la menor duda sobre el respeto a la legalidad de sus representantes, incluso, aunque no lo haya habido, como la calidad moral de sus palabras y, especialmente, actos. No importa la desfachatez o mentir como bellacos, lo importante es vencer como sea. En eso, como en otras contiendas, lo esencial es derrotar y vanagloriarse de ello, por muy deleznable que hubiera podido ser el procedimiento.

Un buen porcentaje de españoles, como testigos dentro y fuera, manifiestan su perplejidad al contemplar las demostraciones de júbilo entre los perdedores y tristeza entre vencedores. No hay duda que la tergiversación social se ha instalado en España, perfectamente articulada con el ejercicio más despreciable de la mentira oficial.

No son pocos los que están mosqueados. Sin alcanzar las elucubraciones conspiratorias, que las podría haber, se publican quejas fundadas en dudas razonables vinculadas al recuento, por eso hay quien está insistiendo sobre un repaso concienzudo de papeletas en algunas poblaciones. Las juntas electorales deberían recurrir al sistema tradicional para asegurarse de que las urnas contenían las mismas papeletas que dicen los contadores informáticos.

Las cifras de Madrid permiten imaginar de todo, como en Cataluña y País Vasco. Compararse con la consulta electoral de las municipales es livianamente defendible, pues las condiciones han cambiado. Y en ello se incide cuando se trata de valorar la fecha, clima, tradición social, dificultades de desplazamiento, voto por correo y todos los variables que podamos interponer. Un accidente en día y punto adecuado restaron votantes, pero el desplazamiento general por las vacaciones era un elemento digno de tener en cuenta.

Los reproches entre siglas concurrentes no han dejado de acudir al debate más descarnado. El modo de ofertarse a la sociedad no ha significado merma en determinados postulados, todo lo contrario; lo que nos hace pensar en la supuesta deriva suicida de una población adormilada, algo desorientada con mensajes muy bien pergeñados y falacias clamorosas. Ahí se debe sumar la deficiente formación e información.

Según una buena parte de los críticos, ciertos inventores de etiquetas morales han demostrado su enorme eficacia para manejar la opinión. Los sectarios, expertos en el malabarismo social, han soportado con soltura lo que se consideraba una avalancha inapelable para expulsarlos del poder. Esa defensa numantina se ha interpretado como la victoria electoral, que no lo ha sido, porque se valoran operaciones previstas de la matemática parlamentaria, perfectamente legal, aunque perturbadora para bastante gente.

En el otro lado, el reparto inoperante de votos por la mala exposición electoral ha resta con fuerza regalando derrotas. Hay quien se siente como los que se levantan de una mesa de juego y, tras perderlo todo, no hace más que repasar cómo ha podido ser. Los tahúres, expertos en el timo con cartas, saben ganar escondiendo perfectamente sus maniobras. Pasó el tiempo de cocinar encuestas, ahora toca pasar al mercadillo para vender y comprar voluntades, que no gustará a cierta cuota social, donde hay demasiados perplejos y mosqueados.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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