25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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José Francisco Roldán

La mentira marca tendencia

Hay que aceptar la existencia de ciudadanos dudando de cualquier información que difunden las administraciones públicas. Más que nunca hay que sumar descreídos por todos lados. Hasta buena parte de los medios de comunicación no gozan credibilidad porque se han plegado al poder a cambios de dinero por la publicidad institucional o la pura militancia ideológica.

En ese rebaño de voceros interesados hay clases, algunos sobreviven mamando de la teta oficial con un descaro indescriptible. Si repasamos cualquier dato estadístico emanado de quien derrocha la recaudación de los impuestos no habrá dificultades para comprobar cómo recurren al porcentaje para esconder cifras absolutas, una técnica que disfraza la realidad con sutileza y puede dislocar lo que el sentido común suele ordenar entre las personas cabales. Un cien por cien de la nada siempre es el doble.

También los hay que engañan tergiversando contenidos para orientar datos hacia variables torticeras, que sirve para no decir la verdad con su apariencia, por ejemplo, las estadísticas de criminalidad vinculadas al lugar donde se cometen los delitos. El relacionar el punto donde se denuncia un hecho no es mentira, pero tampoco aclara lo que se debe conocer. El maquillar cantidades suele ser recurrente para camuflar cifras que no dejan en buen lugar al organismo afectado, por eso, se ignoran hechos sin tapujos, se distraen papeles para aparentar que hay mucho menos de lo que existe. En esos casos, lo importante es el pacto de silencio de quienes deberían informar con lealtad a la población, desorientada, que acepta, porque no tiene más remedio, las cuentas públicas.

Ese contrato tácito alcanza a los medios de comunicación que se prestan a seguir la trola sin cuestionarla. Incluso los que dudan sobre su veracidad, ante la falta de argumentos que lo prueben, no tienen más remedio que reiterar esas patrañas gubernamentales. Cuando se trata de distribuir cifras sobre la pandemia, ejercicio cotidiano de nuestros referentes sociales, nadie duda de que se esconde más de lo que se cuenta, pero nadie osa interrumpir la cadena de despropósitos, entre otras razones, porque teme las consecuencias de traicionar al que manda.

Existe un inusitado interés desde el poder para controlar las filtraciones sin preocuparse de difundir datos auténticos, pues la mentira se ha puesto de moda. Los portavoces de la trola han asumido un protagonismo que espanta alardeando de su caradura sin pestañear. Los confidentes que filtran noticias se encuentran señalados por sus propios compañeros, que asumen el rol de sicarios bien remunerados. Y el mejor modo de adscribir nuevos secuaces de las falacias es facilitar el modo de conseguir trabajo estable, incluso, una carrera profesional, mediante técnicas tradicionales, que tienen que ver con el clientelismo o nepotismo más asqueroso.

Nadie pone en duda que muchos puestos oficiales son hereditarios. Los mismos que cuestionan la legitimidad de otros, acaparan despachos repartiéndose las mesas entre familiares y amigos, los mejores militantes para alargar la influencia social. Se llenan los bolsillos sin reparos mientras los demás deben sacrificar lo que no hay en los escritos para concurrir a pruebas de selección complicadas en el fondo y forma, asumiendo que una parte de esos empleos ya están esperando a los elegidos. Una oposición cualquiera huele a podrido cuando todos los aspirantes no alcanzan el cinco y un elegido por la fortuna consigue el nueve. Hay concursos que diseñan el puesto de trabajo para el tallaje exacto del seleccionado previamente, y el resto, sin poder esquivar semejante atropello, aguanta el desplante con mayor o menos resignación.

La mentira se ha hecho cargo de nuestra vida pública, donde los sinvergüenzas campan sin problemas imponiendo sus dictados mediante el despreciable tráfico de influencias. Habrá quien se queje amargamente largando alaridos hacia el infinito, pero sin capacidad para demostrar lo que denuncia no tendrá posibilidad de éxito. Algunos informadores, que no reciben regalos, tratan de esclarecer auténticos delitos denunciando, incluso, ante las autoridades judiciales, sin embargo, la mentira marca tendencia. 

José Fco. Roldán Pastor.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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