28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Hidalguía

Hay ocasiones en las que no supone dificultad alguna echar mano de lo pretérito, posiblemente, porque sentimos cierta melancolía cuando recordamos otros tiempos, donde la gallardía constituía el valor más apreciado en el intercambio de argumentos, aderezados de mucho romanticismo y cordura, y nos relacionaba con mayores dosis de generosidad, al menos es lo que muchos pudimos experimentar, a pesar de que existían seres perturbadores de la convivencia y empedernidos egoísta aprovechándose de la buena voluntad de los demás.

A ese modo tan decente de enfrentar las relaciones lo llamamos hidalguía, que sobrepasa el concepto originario, definido como clase social. Y no pueden evitar, sobre todo los que leyeron Don Quijote de la Mancha, el rememorar pasajes de tan excelsa obra literaria, que ha servido para afianzar conceptos imperecederos marcando nuestro modo de ser y sentir.

Un genio, que perdió el sentido de la realidad, pero conservaba el tesoro de la lealtad y cordura de las buenas personas, donde sus joyas éticas y morales determinaron ese paradigmático talante. Cuando constatamos la bazofia social en la que estamos inmersos, entre otros, por una caterva de impresentables psicópatas, que ignoran los elementales principios acaparando el relato de los hechos con una falacia perfectamente disimulada en una propaganda infecta, algunos de nuestros referentes sociales, con absoluta impostura, demuestran el vacío ético y moral con el que afrontan sus grandes responsabilidades, amasando dineros ajenos para aprovecharse con descaro.

Alardean de una miseria espiritual que descalifica cualquier intento de convencer a los que tienen la suficiente capacidad para optar sin verse mediatizados por tanta prebenda injusta. Por eso, se hace imprescindible recuperar reflexiones que Don Miguel de Cervantes puso en boca de nuestro ingenioso hidalgo, sobre todo, cuando aconsejaba a Sancho en los días que asumía el gobierno de aquella etérea Ínsula Barataria.

Le pedía que se mostrara como era, sin disimulos, no envanecerse, con humildad, sin soberbia, evitando envidiar; buscar la verdad esquivando promesas que no se habrían de cumplir. No debía cegarle la intransigencia, obviar halagos interesados de tanto paniaguado esperando prebendas. La compostura verbal debía ser el modo normal de comunicarse. Don Quijote no decía más de lo que se entiende por hidalguez. Resumía en expresiones propias de su tiempo lo que Sancho debía evitar: la corrupción.

Asumir los valores que se consideran esenciales, tratar de ser eficiente y ejercer como líder en una sociedad que precisa del ejemplo para avanzar, incluso, en los peores escenarios. Los nuevos ricos se embadurnan de poder para disfrutar con promiscuidad todos los recursos a los que tienen acceso, sin privarse de privilegios desproporcionados, conducta propia de los tragaldabas sociales, jaleados por sicarios dilapidando bienes colectivos y administrando sin control lo que debería estar destinado al bienestar general.

No se debería engordar los bolsillos de tantos adeptos inquebrantables o clientes perniciosos. El buen gobierno jamás debería discurrir en una permanente ceremonia de la confusión. Es esencial mostrar mesura y competencia en el modo de tomar decisiones, cimentadas en el conocimiento y la especialización de quienes atesoran la sabiduría en cada materia. Sin embargo, bien parece que las medidas y normas más importantes han quedado en manos de torpes filibusteros, ensimismados por una infección ideológica, apartada de la realidad, encauzando ensoñaciones sin preocuparse de las consecuencias en tanta gente afectada y desprotegida.

Algunos de nuestros dirigentes políticos, y a las pruebas hay que remitirse, no dejarán huella indeleble de humildad y cordura amasando con su comportamiento recto y cabal una fama que perdure. No valen homenajes y monumentos a personajes perversos, que son actos de reconocimiento interesado de facciones ideológicas tratando de sacar rendimiento injustificado, mientras se manipulan relatos y adoctrinan a demasiados analfabetos sociales. Los corruptos no caben en la hidalguía.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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