25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Orgullosos del respeto

"La arbitrariedad del poder o sus instrumentos deja desasistidos a los ciudadanos que anhelan el amparo de la ley".

Para muchos, el respeto es considerado un valor imprescindible para fomentar las relaciones humanas. Se posee por imperativo legal o se logra mediante conductas que la mayoría considera dignas de elogio. No es posible considerar la conquista o imposición como medio para ser respetados, en todo caso, como es conocido, provoca temor y desprecio, tácito o expreso. Cuando quienes exigen respeto desde posiciones de influencia o poder se empeñan en reclamarlo, la respuesta no será más que simulación.

El bagaje de urbanidad se aprende en casa, donde la ejemplaridad marca nuestro modo de ser y actuar. Más tarde, en la calle, se afianza la socialización. Los que atesoran respetabilidad suponen un tesoro para quienes siguen su modelo de conducta y divulgan el orgullo de lo recto, que aprendimos de las generaciones pasadas.

Se debe enaltecer a personas dignas que han servido como referentes sociales. El ser respetable exige un ejercicio de honradez y honestidad homologables por quienes reciben toda su influencia. Las religiones, a pesar de no coincidir en todos sus mandatos, recogen el tronco común de lo paradigmático, donde se repudia con firmeza la traición y la mentira. La literatura se ha encargado de recoger innumerables historias vinculadas a la respetabilidad, que se engarza con el honor y la dignidad.

Las sociedades se dotan de compendios legislativos para dictar normas que se deben respetar, especialmente, si emanan de la voluntad mayoritaria y por cauces aceptados como justos. Una ley injusta puede ser obedecida mediante el temor, pero nunca respetada. La crítica, debate o contestación no tiene porqué llevar aparejada la ausencia de respeto.

La gran mayoría de los ciudadanos, ajenos a esos colectivos domesticados por el clientelismo o la sumisión ideológica, saben muy bien lo que entraña la respetabilidad legal. El poder disfrazado de autoridad moral no engaña a nadie. La autoridad moral, revestida de poder legal, supone el mejor ejemplo de respetabilidad social. Además de las normas legales es necesario investir de honradez a quienes tienen la obligación de hacerlas cumplir y exigimos un plus de compromiso y ejemplaridad. Si no coinciden con esos referentes de conducta admitidos, la discrecionalidad o imposición injustificada deberá ser contestada con rigor.

"Es necesario investir de honradez a quienes tienen la obligación de hacer cumplir las normas".  

No es admisible la arbitrariedad del poder o sus instrumentos, porque deja desasistidos a los ciudadanos que anhelan el amparo de la ley. Se han conocido auténticos atropellos de quienes detentan el poder apoderándose de vida, dignidad y dinero de todos, pero en los últimos años se está constatando un ejercicio perverso del poder, que busca respaldo legal, a veces no, ignorando la autoridad ética y moral.

Los que no cumplen la ley merecen una dosis limitada de respeto, pero los que la redactan y deben hacerla cumplir no deben recibir más que reproche y desprecio. Mal futuro nos espera si el reproche y desprecio no es posible reclamarlos. En ese hipotético caso, como es conocido, comprobaremos que el silencio, atenazado con miedo, solapará con fuerza todo lo que consideramos respeto.

Cada día, corroboramos actos y conductas indignos protagonizados por responsables políticos faltando al respeto debido a los ciudadanos. No se trata de considerar si los vecinos respetan a determinados representantes de las administraciones, porque ya se ha perdido la esperanza, sino que deben sufrir las afrentas de quienes deberían ser ejemplares y actuar con la autoridad que respalda lo correcto.

El desapego y el desprecio a determinados elementos que conforman el panorama político suponen el paradigma de lo incorrecto. Y hay que concretar escenas que duelen y producen indignación moral y legal. Un individuo, que parece haber cometido un delito de allanamiento de morada para usurpar el derecho a la propiedad y posesión de un enfermo, acogido por sus hijos después de una operación quirúrgica, ha sido protegido de la familia y vecinos, reclamando justicia, por fuerzas policiales pertrechaba con material antidisturbios. La policía, instrumento legal, defendiendo a los malos del comportamiento justificado de los buenos.

Esperemos la respuesta indolente de la ley, como la de quienes deben exigir su cumplimiento. Admitamos controversia, disparidad de criterios y opiniones, pero es importante mantenerse en lo digno, aunque se denuncien con rigor hechos y comportamientos deleznables. A pesar de todo, incluso para quienes no lo merecen, hay bien nacidos, son una gran mayoría, que se sienten orgullosos del respeto. 

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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