19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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Jorge de Andrés Sánchez

España a la vanguardia en la lucha científica contra el COVID-19

Hace un prácticamente un año que llegaban noticias de que en China había surgido un nueva enfermedad respiratoria, el SARS-COV-2, causada por el patógeno COVID-19, muy similar a la que se registró en China a principios de este siglo. La mayor parte de expertos no dio una gran importancia a las repercusiones que podía tener esta infección en los países Occidentales, seguramente, por la experiencia que se tuvo con el SARS-COV-1 cuyas consecuencias se circunscribieron esencialmente a China y países limítrofes. Lo que ocurrió a partir de marzo del 2020 en los países Occidentales y, por supuesto en España, ya es historia (desgraciada historia) que todavía hoy estamos escribiendo.

En la primera oleada de COVID-19 España fue uno de los países Occidentales más azotados por la pandemia. A pesar de ser uno de los estados Occidentales que tomó medidas más drásticas de aislamiento y limitación de movilidad, fue donde hubo mayor mortalidad por habitante. No es motivo de este artículo entrar a debatir si las razones de estos dramáticos resultados son imputables a una peor gestión pública de la pandemia, por el recorte en los gastos de sanidad que produjo la crisis del 2008 o porque España presenta una de las poblaciones más envejecidas por su esperanza de vida (¡paradójicamente!), cebándose la pandemia especialmente en nuestros mayores.

La otra cara de esta cruz (que no moneda) es que nuestro país se encuentra entre los países líderes en la lucha científica contra el contra el SARS-COV2. Si, ¡a la cabeza!. Según el recientemente publicado informe anual OCDE sobre Ciencia y Tecnología, España se situaba como el sexto país en términos absolutos en publicaciones científicas referentes al SARS-COV-2. Y evidentemente, la única forma de combatir los efectos devastadores del COVID es el conocimiento. De hecho, según este informe, países con una supuesta mayor capacidad científica y más población, como Alemania y Francia han registrado una cantidad de outputs más bajo en este campo. Vamos, el célebre que inventen ellos de don Miguel de Unamuno tiene poco o nada de cierto si nos fijamos en la capacidad de generar conocimiento de la España del siglo XXI. De hecho, una consulta a la base de datos Web of Knowledge, que registra las publicaciones de realizan los científicos en las revistas que se entienden realmente como científicas; y en su colección principal, esto es, las revistas que juegan en la “Champions League” de las revistas científicas revela los siguientes datos que corroboran lo citado por el  informe de la OCDE:

  • España es el séptimo país en número total de publicaciones. Si las medimos por cada 100.000 habitantes, España con 7,37 empeoraría ligeramente en el ranking. Algunos países como Italia o Reino Unido continúan estando entre los mejores, ya que su producción por habitante es de más de 10 publicaciones por 100.000 habitantes; y otros países generan menos publicaciones en términos absolutos pero en respecto a la población son más productivos que España, como Suiza (18), República de Irlanda (12) o Dinamarca (9). En cambio China, India o los mismos Estados Unidos tienen claramente una menor producción por habitante. En términos relativos España, no obstante, seguiría estando situada entre los 12-15 países más productivos.
  • España genera en términos absolutos más o menos el mismo resultado que Francia (dependiendo del campo científico) y sistemáticamente más que Alemania.
  • España está entre los 10 primeros países en prácticamente todos los campos científicos. Somos el octavo país en publicaciones en Medicina, pero el séptimo en Artes y Humanidades, el sexto en Pedagogía, o el noveno en Sociología. El campo más rezagado sería el de Economía y Negocios, donde ocupamos la posición 12.

La lectura de estos datos podría llevarnos (equivocadamente) a decir aquello de “soy español, a que quieres que te gane” pero, desgraciadamente, esconde un trasfondo agridulce. En primer lugar, somos el país número 31 en gasto para investigación sobre PIB. Lamentablemente aquí sí que parecemos estancados en el que inventen ellos. ¡Imagínese que podríamos hacer si tuviéramos un gasto de investigación acorde a nuestra capacidad de generar conocimiento!. Ello se agrava por el hecho de que hay más de 12000 investigadores españoles repartidos por centros de investigación y universidades de todo el mundo. Además, sobre el 25% de premios extraordinarios de grado (nuestros mejores talentos) deben irse fuera de nuestro país por no encontrar oportunidades (de investigación o en otras actividades) acordes a sus capacidades. Cuando escucho hablar sobre un tema a algún científico (o científica, por supuesto) español en algún medio de comunicación que trabaja en un centro de extranjero, y que tiene un papel relevante en él, más allá de alegrarme de su éxito, que también, no dejo de sentir pena porque como sociedad no hemos sido capaces de ofrecer a personas de su talento oportunidades de desarrollo profesional, lo que sin duda redundarían en beneficio de todos. Como economista, no deja de parecerme un “desperdicio” la inversión realizada en nuestros graduados e investigadores más brillantes, desde su edad preescolar hasta su graduación para, cuando es el momento de aprovechar su talento, dejarlo marchar por no ser capaces de generar oportunidades para su desarrollo. Por cierto, ¿conocen algún investigador estadounidense, suizo, holandés o alemán relevante que desarrolle su actividad en España? Pues eso, los países que apuestan verdaderamente por la investigación difícilmente dejan escapar sus mejores elementos.

Al finalizar este artículo me ha venido a la cabeza la comparación que hacía Pepe Rubianes de los hinchas de equipos de fútbol con la visión de películas pornográficas. Rubianes opinaba que cuando un aficionado de un equipo de fútbol dice “hemos ganado” es equivalente a ver una película pornográfica y afirmar “hemos consumado”. Piensen en un político con responsabilidades en investigación (en el presente o en el pasado, es igual) vanagloriarse de la posición relativa de nuestro país en la lucha contra el SAR-COV-2 y en Pepe Rubianes.

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