20 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Juan Pérez de Mungía

La máscara socialista

El talante en política, los gestos tienen muy escaso recorrido. A lo sumo expresan un fraude, una simulación teatral de quien se ha subido al escenario por asalto sin más recurso que haberse colado entre las grietas de las instituciones. Un vacío constitucional le ha proporcionado a Sánchez la oportunidad de perpetrar un golpe de estado con apariencia democrática mediante una moción de censura en la que ha eludido toda clase de responsabilidad. No hubo ni hay programa que no sea explotar cada oportunidad para quedarse. De ahí la política de ocupar por completo el Estado, y configurar un gobierno de lealtades y secretos aéreos, de cómplices que servirán como arietes de una democracia secuestrada por la tecnología política. Manipulando la opinión pública. Ocupar el poder procura siempre deudores y adeptos, y el desarrollo de una comunidad social caracterizada por el asentimiendo, la complicidad y la mordaza social. La ocupación del Estado, forma parte del ADN socialista que acepta el poder con un  criterio patrimonial, como formando parte de la dote de los esponsales con la Moncloa. 

El ánimo, la disposición de espíritu convertida en actitud es la condición de un presidente que hace un flaco favor a la nación, y a sus ciudadanos, una mueca y una muestra de incompetencia. Viene a entregar lo que no le pertenece a quienes día sí día también viven del supremacismo y la conculcación de las instituciones y sus leyes. Acude a la patria catalana con la deslealtad del que en su delirio cree que podrá concitar tras de sí el apoyo de quien odia la institución que representa. Sí a Sánchez. No al Jefe del Estado. Torra solo invita a quien se somete con el artificio del discurso vacío.

Sánchez se ha subido a la tribuna de oradores con ese aire de cura tridentino que busca la redención de sus despropósitos con una perorata buenista, la pasión de convertir al país en un pasillo migratorio pero con financiación europea. Una vez más dejando el pais a merced del destino. «Verás maltratados los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos, y honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos y poder más en todos los negocios el favor que la virtud» (Fray Luís de Granada). Pero Sánchez apenas puede disimular esa cultura del odio de donde procede para redimir su origen colaboracionista.  Resucita el fantasma franquista y Franco cabalga de nuevo como un Cid Campeador redivivo. Busca el exterminio de la memoria como Stalin borrara de los murales la huella de los que vinieron a convertirse por su voluntad en enemigos.

Los españoles pagamos el peaje de un sistema partitocrático que funciona sin atisbo ético ni inteligencia. Apropiándose de los recursos públicos para crear las condiciones de su permanencia en el poder mediante subvenciones, la compra de voluntades, el reparto miserable de cargos y la subversión de la razón general. Nadie en su sano juicio gobernaría esta España en guerra permanente con su pasado, nadie osaría subirse al púlpito de la democracia con un 24% del hemiciclo o un 15,5% de la masa electoral de este país en el que gobierna la abstención, el voto en blanco y nulo con un 32% de silencio complice. Un país de mudos, ciegos e inhábiles que declara no creer en esa democracia caduca a la que contribuye con su silencio.

Es la jaez política la que intenta engalanar a un burro, con cintas y adornos, para hacerlo parecer a un caballo. El caballo de Calígula. Nadie tira del carro, el futuro lo vienen robando día a día quienes se acreditan como representantes del ciudadano. Ahí van 4500 millones para golpistas, ahí el humor de disponer de un avión a su arbitrio, ahí traer al estado de bienestar a quienes no contribuyeron con su trabajo. El Africa hambrienta espera el capital que permita su desarrollo, no las migajas del rico Epulón que se sienta a su mesa. Europa ha consentido a los Bokassa, a los Obiang, a los Eyadema, a los Mugabes, a los Bongos, a los Gadafi, a los Santos, a tantos y tantos que compraron el consentimiento de los jerarcas europeos, y ahora contra nosotros acuden las masas humanas dejadas al albur de sus dictadores. El pais está comprando su destino. Mientras nuestros ingenieros, y nuestros científicos y profesionales huyen a otros países, las calles se pueblan de pobres e ignorantes como si el cielo se tocara con emblemáticos ejercicios de caridad pública. La sanidad universal desatiende a sus propios ciudadanos, la justicia universal se niega a los propios, y la subvención resta a la creación de riqueza.

Estamos trufados de universalismo, esa lacra cultural del pasado imperial de ese imperio que vivía de la mamandurria. Ahora la soberanía se ha cedido a toda suerte de ganapanes empeñados en resolver su vida y llegar holgados a fin de mes antes que en estudiar las soluciones que demandan los ciudadanos. Esta es la índole del presidente y sus corifeos y el pelaje de quienes buscan sacar sus réditos, unos en la televisión pública, otros en sus haciendas territoriales, los más en su peculio, cuando no en las entregas a cuenta de la obra pública para dar beneficios a las entrepiernas que andan agitadas con tanto género.

La mercantilización de la política ha dejado un reguero de demócratas muertos que reniegan de su pasado para constituirse en una fuerza que deberá derribar el gobierno corrupto y traidor que representa este continuador de la ouija y las pitonisas del ínclito Zapatero. El pueblo español está harto de estar harto, de convertir la acción política en un cambio de pelucas.

Se les ha caído la máscara, ya no queda apenas nadie que pueda vivir eternamente engañado, esta legislatura será la más cara de la democracia buscando la pervivencia de la clase política socialista a golpe de talonario, al tiempo que la inflación se dispara gracias a freír a impuestos a los ahorradores para regalarlo a las ONGes carroñeras. El gran carnaval alimenta los periódicos para distraer a los que desde las gradas observan el desfile de los buenos anuncios de los portavoces. Las malas noticias no se venden mejor que las falsas, porque una mala noticia no es noticia, y sin falsas noticias no hay historia. Solo queda un vacío institucional. Vivimos en un tiempo de espera, en un espacio electoral hueco, vivimos en un tiempo sin sol.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

COMPARTIR: