29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Un sabio en el mercadillo

No es sencillo esquivar la información de los últimos días, porque supone una falta de respeto a los ciudadanos que no miran ese muestrario de artículos mal presentados y ofertados en una especie de mercadillo de vanidades. Las administraciones conceden ventajas a quienes cumplen unos requisitos previos y dejan en manos de su conciencia obtenerlas. Asistimos a un esperpento mediático sobre comparaciones éticas haciendo culpables a quienes solicitan beneficios legales mal diseñados, porque los que legislan muestran una torpeza pertinaz.

Las ayudas deberían ir dirigidas a los menos dotados para aguantar ese rosario de costes que van sumándose a tanto impuesto diseñado por un afán recaudatorio compulsivo, cuyos ingresos se gestionan con criterios de dudosa limpieza moral. En algunos foros del debate político, donde se respaldan resoluciones que afectan y ofenden a los ciudadanos, contemplamos una sarta de memeces protagonizadas por ineptos alardeando de falsa apostura moral. Los intermediarios de la información nos ofrecen representaciones de actores sociales que, en determinados casos, pretenden engatusar o distraer a unos espectadores adormecidos en sus butacas esperando el impacto súbito que les haga reaccionar.

Y esas intervenciones absurdas, sublimes o anodinas, se asemejan a un mercadillo donde se ofrece a la venta todo tipo de ocurrencias. Y en esos meandros efímeros, encuadernados de aluminio y lonas, los charlatanes gritan las bondades de sus productos con una vehemencia singular. Los hay con criterio y moderado tono, pero otros, como verdaderos pillos, pretenden vender como buenas sus ofertas con taras. No hay mejor estafador que alguien capaz de engatusar con su carisma y verborrea.

Entre clientes poco informados, las apariencias bien disfrazadas tienen buena acogida. Las advertencias sobre una dudosa limpieza del negocio no impide que algunos compradores hipnotizados sucumban al encanto de buenas interpretaciones. Los encargados de controlar la legalidad del negocio suelen estar distraídos en asuntos menos trascendentes, pero más entretenidos. Tampoco se puede obviar la perversa actividad de sinvergüenzas corrompidos dejando circular las trolas difundidas entre tanta gente escuchando y mirando.

No es preciso buscar mucho para contemplar la procesión de corruptos relamiéndose después de digerir desenfrenadamente manjares endulzado con prebendas y falacias. La variedad de propuestas se reduce con arreglo a las componendas mercantiles. Los cárteles políticos unifican posturas para impedir la libre competencia reduciendo la capacidad de quienes pueden acudir al negocio social en similares condiciones. Y el público sigue observando, mientras escucha cansinas peroratas insistiendo sobre las bondades de mercancías con dudosa calidad.

Los eslóganes se solapan y algunos charlatanes suben el tono desgañitándose para dejarse oír. Tanta confusión diluye la realidad ensombreciendo las siluetas de algunos puestos metidos entre brumas de sospecha. Y a través de semejante fantasía interesada suelen surgir figuras emblemáticas, referentes singulares, que despejan horizontes para intentar limpiar ese panorama confuso con su sapiencia y rigor.

Los sabios deberían tener mayor protagonismo social, como pasó en determinados momentos de la historia, para orientar con rigor los desviados derroteros sociales. Un venerable maestro, que caminaba ayudado de un bastón, con su cabeza bien pertrechada, despacio, pero a buen ritmo, entró en ese mercadillo abarrotado para escuchar y explicar el mejor modo de hablar y hacer. Con su debilidad funcional, sin perder el control de las mentes preclaras, tomó posición preferente para difundir un mensaje cabal. Tenía claro que muchos charlatanes lo iban a ignorar sin temor a su influencia, pero no cejó en el empeño de aclarar conceptos. Probablemente, ya no podría volver al mercadillo, pero disfrutaba de su última y corta etapa vital. Sin embargo, nadie le podrá arrancar de ese papel principal en esos momentos de la historia española. Por un rato, sabiendo que lo menospreciaban, aquel sabio estuvo en el mercadillo.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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