29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Máximo González

¿Para cuándo la formación política de los políticos?

Un Consejo de Ministros.
Un Consejo de Ministros.

Los ciudadanos estamos ya muy cansados de sufrir y aguantar ministros que llegan a ello simplemente por ser vociferos, por peloteo, por amiguismo, por recomendación y/o por interés político bien para colocar a personas del entorno del Presidente del Gobierno o bien para contentar a alguna comunidad autónoma rebelde.

¿Quién comprende que si el Gobierno permite facilitar el no ser exigente con la formación de los jóvenes, vistas las facilidades que se van a dar a pasar de curso con suspensos según el Ministerio de Educación,  por otro lado permita que sean estos mismos los que nos dirijan en el futuro? ¿En qué cabeza cabe algo tan descabellado? ¿Dónde quedó la política del esfuerzo y la mejor preparación para un mejor futuro?

Por un lado, el Estado hace lo posible por dotar a los estudiantes de becas para ayudarles  a que se formen y puedan ser importantes médicos, ingenieros o científicos más adelante, por poner un ejemplo, y por otro, hay una gran falta de posibilidades de desarrollarse en el país que les ha formado teniendo que emigrar a otros países donde son bien recibidos y donde se les cuidará y se les darán oportunidades para que pongan en práctica allí los conocimientos adquiridos y pagados por el Gobierno español.

Así pasa, que cuando colocan de ministro o ministra a quien ni siquiera ha dirigido, controlado, gestionado y/o trabajado nada, ocurren dos problemas: el primero, que necesita muchos asesores para que le hagan su trabajo y el segundo, que incrementa los gastos del ministerio y por lo tanto del Estado de una forma innecesaria o superior a la necesaria.

La idea de la Formación Profesional para los trabajadores es que se preparen para el mundo laboral y el Gobierno no para de anteponer esta tarea por el futuro de los trabajadores y con el fin de que puedan realizar sus trabajos de la mejor forma posible allá donde vayan a trabajar y donde sean  lo suficientemente resolutivos como para  ganarse con ello la confianza de sus superiores y mantengan sus puestos de trabajo,  aunque no ocurre lo mismo con los políticos.

Aquí en España y ante la que está cayendo, no paramos de hacer cursos y másteres con el fin de ampliar la formación y dicho sea de paso, presentar un currículum muy completo para tener más posibilidades de conseguir un trabajo ante otro que no los tenga.

La abundancia de títulos sin experiencia no garantiza ningún trabajo estable e incluso ésta, provoca a veces el rechazo del candidato al exigírsele hoy en día una mayor experiencia y compromiso hacia la empresa que quiera contratarle, ya que lo que se busca es un empleado capaz de rendir desde el primer día y con la máxima autonomía y eficacia posible.

Ministros antes de los cambios en el Gobierno. 

Cualquier empresario de un taller de chapa y pintura, por poner un ejemplo, conocedor a la perfección de su profesión, antiguo en el gremio y acostumbrado a dirigir su taller y a sus trabajadores a diario además de controlar y gestionar la parte comercial y administrativa de su negocio, siempre será más rentable de entrada en otro taller comparándolo con alguien a quien hayan contratado sin experiencia pero con un título de mecánico cualificado al que tendrán que ponerle a alguien que le enseñe y/o ayude a sacar su trabajo adelante.

Por supuesto que nadie nace enseñado pero es que para dirigir una cosa tan seria como es un ministerio, las personas que lo dirijan deberían ser “gestores”, auténticos gestores demostrados; empresarios solventes acostumbrados a dirigir grandes empresas; directores de hospitales o multinacionales  por ejemplo.

¿Quién mejor que el director de un gran hospital puede dirigir el Ministerio de Sanidad? “Zapatero a tus zapatos” como dice el sabio refrán español y así ha pasado en España que como no se eligen a los mejores gestores en cada área, se necesitan un sinfín de asesores para que les hagan su trabajo y ellos muchas veces solo aparezcan para dar las cifras que les dicen que digan.

Hacen falta “gestores” de verdad que sean capaces de resolver problemas y personas expertas en las distintas materias que ayuden a los ciudadanos a seguir adelante resolviendo sus problemas y su día a día pues para eso les votamos.

Los figurantes, oportunistas e inexpertos, no deberían tener cabida en algo tan serio como es el dirigir un ministerio y las ocurrencias que a alguno le da por echar al viento de cuándo en cuándo a ver cómo le cae a la población como si quisieran ponerle un  termómetro para comprobar si se lía mucho o poco para que luego con decir que se les ha “mal interpretado” tienen bastante.

Y los políticos que nos dirijan deberían estar lo suficientemente “preparados oficialmente” como para poder acceder a unos puestos tan relevantes puesto que ello afecta al funcionamiento de nuestro país y donde más de uno necesita un “buen reciclaje”, formación y experiencia para poder dar ejemplo y resultados de su gestión.

Para ejercer la profesión de “político” se debería pasar algún tipo de test o filtro a modo de “formación profesional política” como cualquier trabajador: o tiene experiencia o está debidamente formado profesionalmente con algunos años de bagaje a modo de cómo se elige a los magistrados del Tribunal Supremo que necesitan tener diez años de experiencia como Magistrado y un mínimo de quince años en el total de su carrera, además de que de las cada cuatro plazas vacantes de la categoría de Magistrado necesitan diez años de experiencia y además superar un curso teórico-práctico en la Escuela Judicial.

Y si no lo cumplen, que recurran al mercado de trabajo como cualquier hijo de vecino pues no vienen a la política a dirigir “una taberna” por poner un ejemplo y con respeto a las tabernas, sino a dirigir un país y a todos sus habitantes y no se puede llegar a un ministerio a “aprender”: a un ministerio se debería llegar ya “aprendido” para ser resolutivo y para dar ejemplo y conseguir el debido respeto de la ciudadanía y del propio presidente y esto también debería ser extensible a todos los diputados y diputadas del país.

Un embajador por regla general debe ser un diplomático; un abogado para ejercer debe hacer un máster y para trabajar en el sector público, debe hacer unas oposiciones; un médico debe hacer el MIR  tras terminar su carrera para una formación especializada y aquellos que nos dirigen, pueden ser cualquiera sin estudios ni experiencia ni exigencia de ningún tipo,  ni tan siquiera haber trabajado nunca ni dirigido ni gestionado nada en su vida.

Sinceramente, algo falla en las estructuras del Estado para consentir esto y que nadie haga nada para “encauzarlo” de otra manera más eficiente.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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