25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Auxilio al suicidio

Para muchos ciudadanos las novedades legislativas que nos han atropellado estos últimos años podrían aparecer como paradojas de complicada explicación. Habrá que considerar como aceptable la posibilidad de discrepar desde todos los puntos de vista, en especial el ético y moral, donde el componente religioso suele pesar con firmeza a la hora de posicionarse en estos debates acaloradamente motivados. No es correcto recurrir a referentes ideológicos, que se dedican a acaparar la defensa de derechos, cuando en otros tiempos los despreciaban.

Hemos heredado una serie de patrañas interesadas mostrándonos como paradigmas de la libertad y respeto a auténticos criminales de guerra y asesinos en retaguardia. No es preciso recurrir a la memoria, porque deberíamos dejarla en paz, para arañar en los odios de todos los bandos evitando comparaciones odiosas sobre quién pudo ser peor.

Hay que reconocer como un tremendo sinsentido escudriñar en las historias concretas para justificar una causa general de revisión tergiversada, entre otras razones, porque los protagonistas directos, los buenos y los malos de cada lado, ya han muerto. Y nadie debería enarbolar banderas manchadas de sangre regalando justificaciones obsoletas y malintencionadas. Y esas pocas banderas que siguen ondeando, como sus siglas, que traicionaron y mataron sin piedad, deben mostrar prudencia y respeto, aunque no haya olvido.

Ningún heredero ideológico de asesinos debería mostrarse orgulloso de algunos personajes, que hicieron tanto mal y a tantos. Y determinados falsos y encarnizados defensores de la libertad, en realidad, no hacen otra cosa que atacarla mediante comportamientos intransigentes y sectarios imponiendo sus ideas. Cualquier sociedad avanza buscando el bienestar general y no confrontándose sistemáticamente con nostálgicas puestas en escenas. Los corruptos no deberían dar lecciones de honradez.

Sus correligionarios han de adjurar de esos actos ilícitos, limpiar sus asientos y plantearse rectificar para seguir avanzando. Una nación, sin saberlo, puede estar suicidándose irremediablemente al no afrontar los errores para enderezar el rumbo equivocado. Quienes defienden un huevo de buitre leonado o el embarazo complicado de un lince hembra exigen el derecho de matar al feto humano en el vientre de su madre. Cierto es que no consta el interés del lince por abortar, pero la insensatez enalteciendo los abortos no hacen más que perjudicar el crecimiento de una población.

La especie humana no está en peligro de extinción, por eso matar a un lince está castigado y matar al ser humano no nacido se califica como un derecho. Deberíamos ponderar situaciones y ayudar más que destruir. Por eso, no deja de ser una terrible paradoja el auxilio al suicidio despenalizado por las leyes del gobierno de turno, eso que llamamos eutanasia.

Si una persona con capacidad plena, ante el sufrimiento por enfermedad incurable, toma la decisión de que otros lo maten, firmando y cumpliendo los plazos, autoriza su homicidio legal. El código penal, en su artículo 143, opina de otra manera, pues habla de inducción o auxilio al suicidio de otro. Lógicamente, el que pide que le causen la muerte no tiene responsabilidad, sin embargo, el que induce a su suicidio comete delito. Será más gravemente castigado si ayuda o lo ejecuta directamente.

Hay una reducción de pena para el que colabora en el suicidio de quien sufra enfermedad grave con padecimientos difíciles de soportar. Las directrices emanadas de lo que parece una nueva versión de la Comintern han determinado que matar es un derecho. Hay otros muchos ciudadanos que opinan de modo opuesto y ofertan alternativas para no matar al feto o al enfermo.

No hemos sido capaces de prevenir lo necesario para impedir el nacimiento de leyes desafortunadas, y por eso vamos hacia una especie de suicidio social colectivo. Se percibe una inducción directa y eficaz de quienes están empeñados en minar lo que consideramos sentido común y respeto. Abducen voluntades olvidando que deberían defender derechos más urgentes e importantes. Esa postura ética y legal parece un auxilio al suicidio.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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