25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

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José María Portillo Fabra

La importancia de la Tauromaquia de Albacete

/ Plaza de toros de Albacete.

El reciente fallecimiento del matador de toros albaceteño Antonio Rojas, así como el anterior de Pedro Martinez "Pedrés", llevan a recordar la importancia - e influencia - de la tauromaquia de Albacete, de la cual Antonio Rojas fue representante destacado. Un torero al que por su clase y suficiente valor, le faltó poco para alcanzar un puesto cimero en el escalafón, pero las muy frecuentes cornadas no le permitieron redondear sus temporadas.

Su notoriedad en toda España la alcanzó Antonio Rojas por su presencia en varias ocasiones en la corrida de Asprona, que se celebra anualmente en Albacete a beneficio de dicha asociación destinada a ayudar a personas necesitadas de educación especial, que acuden gozosas a la plaza . En aquellos años setenta se televisaba en abierto la corrida, de modo que la afición de toda España pudo conocer la calidad y temple del toreo de Antonio Rojas, quien en una ocasión, por resultar heridos sus compañeros, hubo de despachar en triunfo cinco de los toros que se lidiaron.

Y como coincidiendo con la desaparición de tan importante torero se han hecho públicos los carteles de la feria Albacete de 2022, es obligado destacar la importancia de la ciudad y provincia en el panorama taurino español. Porque hablar de tauromaquia es generalmente comparar Córdoba con Sevilla, Ronda con Málaga, Castilla con Salamanca, Valencia con Alicante, Pamplona con Bilbao e incluso, históricamente, Barcelona con Madrid; pero apenas se menciona la importancia taurina de Albacete, auténtico semillero de afición y vivero de toreros desde los años cincuenta del siglo pasado.

Albacete celebra en este año de crisis una feria con diez festejos y previsiblemente se va a llenar la plaza. Además, habrá dos desencajonadas y otros festejos con los alumnos de la escuela taurina, y aparte, hay que sumar la ya celebrada corrida de Asprona, que dejó de televisarse hace años. Desde el Siglo XIX con Mancheguito, primer matador de toros nacido en la ciudad, hasta los recientes diestros albaceteños Filiberto o Mario Sotos, a partir de la mitad del siglo pasado, los toreros de la tierra han tenido una presencia continuada y notoria en los ruedos españoles, y la forma de torear iniciada por Pedrés y Juan Montero, y la de de Chicuelo II, continuadas y adaptada a su estilo de temple por Damaso - no hay que decir su apellido -.

Los cites entre los pitones, la ligazón de los muletazos por uno y otro lado, han marcado, para bien o para mal, el toreo contemporáneo, de modo que la quietud como norma, el cite de espaldas, la invasión de los terrenos del toro o la ligazón inverosímil, la practican hoy gran parte de las figuras del toreo y se enseña en la totalidad de las escuelas taurinas. Sin ir más lejos, el toreo de Roca Rey, tan original en sus formas, encuentra su fondo en lo que se podría llamar escuela de Albacete.

El innovador toreo de Pedres, la temeridad de Chicuelo II - cuya maternidad es compartida con Cuenca -, el temple y terrenos de Dámaso, el dominio de Manuel Caballero, la continuidad dinástica de Chicuelo de Albacete, son hitos de una tauromaquia basada en el valor.

La tierra albaceteña, además, ha aportado al toreo una dinastía gitana, la de los Amador, inaugurada por Manuel, torero gitano amanoletao, y entroncada con otra dinastía de esa raza, la de los Cortés y Manuel de Paz. Y aún más: la primera torera tomada en serio por públicos y empresas, fue paisana de todos los anteriores: Maribel Atienzar, con alternativa en Hispanoamérica y actualmente pintora y escultora en París, según cuentan, que ha dejado una frase para la posteridad: "Del toreo, los únicos recuerdos que conservo son los del toro y del público" .

He dejado para el final de este viaje alrededor de la tauromaquia de Albacete a Manolo Navarro, matador aventurero de los años 40 que toreó hasta en Filipinas. Fue Manolo Navarrro decano de los matadores de toros españoles hasta su fallecimiento en 2020, a los 95 años, contagiado del virus cuando solo iba a haber un contagio o dos. Era Manolo Navarro el último espada vivo de los que alternaron con Manolete, cuya madre, doña Angustias, era por cierto natural de la tierra Albaceteño. Ello motivó que en una ocasión, cuando el pausado Pedrès, tras escuchar repetir a su apoderado Camará que los mejores toreros eran los de Córdoba y de Sevilla, le respondiera muy serio: "Lleva usted razón, don José, pero que no se le olvide que Manolete se coció en un puchero de mi tierra". Y Camará le sonrió.

 

José María Portillo Fabra
Presidente de la Tertulia Taurina "El Castoreño" del Real Circulo de la Amistad de Córdoba.

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