23 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Otro vistazo al retrovisor

/ Una anciana en los pasillos de un hospital.

Es curioso observar qué hemos podido considerar relevante para entretenernos en regalar reflexiones con vocación pedagógica. Hay quienes tienen la necesidad de colaborar del mejor modo posible contribuyendo de ese modo al bien común. Sin embargo, para desgracia de todos, un porcentaje significativo de ciudadanos coloca en el primer lugar de sus preferencias un negocio personal, para lo que se esmera con mucha eficacia.

Los sinvergüenzas han acumulado demasiada influencia social ocasionando desgracias de toda condición. Por eso, en estos días del 2009, hablábamos de pillos, que simulaban reparar recalos inexistentes para introducirse en casas y apoderarse de dinero y joyas. Un año más tarde, nos deteníamos en explicar el timo de quienes estafaban a vecinos con la excusa de instalar servicios de gas obligatorios supuestamente subvencionados.

En el año 2011 contábamos la ágil maniobra de quienes parecían limpiarnos la ropa para quitarnos el dinero recién sacado del banco. Fue en 2012 cuando hablábamos de los hurtos en bancales, donde los rateros se apoderaban de la selecta cosecha ajena. Un año después, las advertencias se centraban sobre robos en casas unifamiliares, objetivo de ladrones persistentes aprovechando la indolencia legal. En 2014 había que hablar de garajes poco protegidos y los tesoros que solemos guardar en reductos aislados. Al año siguiente, tocamos el asunto de los robos en comercios, mal defendidos y faltos de seguridad. A finales de marzo de 2016, era oportuno repasar diversos timos, que solían sufrir personas confiadas, algunos de ellos antiguos, pero muy eficaces. Y fue al año siguiente cuando recordábamos esa debilidad habitual en las puertas del trastero, donde solemos guardar verdaderos tesoros. En marzo de 2018 advertíamos sobre la traicionera violencia de un tirón, que podía llegar a causar la muerte de una víctima indefensa.

Pero en esos mismos días de 2019, repasábamos la despreciable habilidad de los hipnotizadores sociales construyendo relatos falsos con una verborrea perfectamente construida para engatusar a los menos dotados. El ambiente social se emborronaba con monsergas de salvapatrias, absolutamente despreciables. La atmósfera política se veía afectada de una contaminación ideológica poco respirable, donde los manipuladores se apoderaban del protagonismo político para desgracia general.

Los timadores tradicionales dejaban paso a una nueva clase social dispuesta a ganar dinero abonando los bancales de lo legal, aunque los nuevos delincuentes podían acomodarse con vitola oficial. La honradez comenzó a perder fuerza en una sociedad hábilmente entretenida. Y terminando marzo del año 2020 hablábamos de muerte, desidia, incompetencia para controlar la sangría en una generación singular.

Muchos mayores fallecían olvidados ante la impotencia general. La maldición colectiva les arrebató hasta una respetuosa despedida familiar. Nadie ha dado explicaciones al respecto. Tampoco hemos conocido retribuciones legales por semejante inoperancia oficial. Un año más tarde, porque era obvio, nos referíamos a los polizones aprovechándose del esfuerzo ajeno. Malditos tragaldabas alimentándose de la eficiencia que otros demostraban ralentizando el brío de los mejores, a los que sujetaban para impedir iniciativas empeñadas en despejar nuestro futuro.

Hace exactamente un año no tuvimos más remedio que recordar cómo unos torpes empeñaban su esfuerzo para convertirnos en pobres muy sanos. Los sectarios más intransigentes impedían el progreso propio facilitando la eficiencia al otro lado de las fronteras. Impedir el desarrollo de energías baratas solamente nos hacía depender de la generosidad o egoísmo de vecinos interesados vendiéndonos el bienestar a precios discrecionales. La amenaza nuclear no tiene cortapisas geográficas, especialmente si el riesgo evidente está a poca distancia de nuestras casas, pero nos dejamos dominar. Repasar preocupaciones anteriores nos permite constatar que los delincuentes siguen ahí, cada vez con mayor poder e influencia social, por eso es bueno echar otro vistazo al retrovisor.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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