25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Elsa Martínez

Nuestro Madrid

Puerta de Alcalá
Puerta de Alcalá

Mi Madrid, nuestro Madrid se lleva en el alma. Nací en Mi Madrid en el mismísimo centro… hija de padres “estudiados” en la Complutense y con toda mi familia en una ciudad que me ha dado de todo. Desde los churros de casa de mi abuela, en la calle Salitre, a  la adolescencia de mis primos en Embajadores o  Gaztambide, los paseos por Rosales, las cañas de Lavapiés o los copazos de una Chicote que me abriga el corazón desde hace más de veinte años. Desde  esos mismos, la mitad de mi vida la vivo también en esta preciosa ciudad, donde mi hijo empieza su nueva vida de actor y modelo (emoción compartida)…. Como lo hace cada rincón de una ciudad que me vuelve loca de felicidad.  

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Callao

Mi Madrid es el Madrid de los pasteles de La Duquesita, los cocidos del Lardy o la Bola, las mañanas del Rastro, las galerías de Malasaña, los museos, el olor ese a Metro ( a mí me gusta….ya ves), los paseos del Retiro, la Pirámide, San Francisco, Chueca, La Cebada, La Cava Baja, y desde luego la Plaza Colon  y Jorge Juan  en su esplendor: unos vinos en La Maquina o un vermut en la terraza del Wellington, y sin dudarlo un cappuccino delante de la Puerta de Alcalá.

Desde pequeña recuerdo comprar Agua de Colonia de Álvarez Gómez en las perfumerías Padilla, o en su primer establecimiento en la calle Serrano. Las sombrererías de la Plaza Mayor en la Calle Real, el antiguo Gran Hotel Victoria (hoy Hotel Me Meliá Santa Ana) donde se casaron mis padre. Recuerdo mi primer Rodilla y los Teatros, esos benditos Cines de Gran Vía y la locura de los primeros restaurantes como El Bocaito que me llevaron algunos amigos hace años… mis despachos y showroom sucesivos, las vivencias por las calles agarrada del brazo de compañeros de la Moda, diseñadores, Ion Fiz, el dia del premio de Ángel Schlesser  , los japoneses con Modesto Lomba ( que los ama frenéticamente) y aquella antológica noche en el WyNot con todo el mundo feliz; los premios de las revistas, las noches de farándula con los compi de trabajo, las horas de shooting por la calle con un frio que pelaba pero con ilusión, o al director de este medio, mi amigo Juan Luis Galacho y el gran fotoperiodista Bernardo Paz discurriendo entre unos vinos y comentando, como siempre, cosas de las que aprendía y sigo aprendiendo cada momento. 

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Lavapiés

Ese Madrid, Mi Madrid,  hoy está siendo golpeado  con una dureza sorpresiva, se ha quedado sumida, de repente, en un valle de soledad atenazada por la crisis de un bichito cabrón que nunca pensaron los Leones del Congreso ni el Oso del Madroño que tendrían por enemigo. Ese Madrid que nos ha acogido con amor inmenso toda la vida, es ahora centro de comentarios inhumanos, de una aquelarre social y colectivo en redes sociales, de tuits desalmados que hielan la sangre, de burlas y comidillas, y sobre todo se le antoja a algunos como la Venecia del Peste siglos de antaño… leo y  quedo perpleja líneas de una crueldad que me bloquea el corazón.

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Serrano

Por eso, esta columna es un canto a MADRID, la ciudad abierta, tolerante, que nunca haría lo mismo con otras, la ciudad que ama, sufre por los demás, la madre Madrid que si va al cielo ( Clara Ponsati, tu maldad es inconmensurable, tanto como tu palurdez de boina filosófica) pero al de Radio Futura, en el Jardín Botánico, esa Madrid que bebe Mau y San Miguel, entre patatitas con mejillones en un Lavapiés inundado por la música en la calle.

Esa que jamás nos preguntó  a nadie a que íbamos allí, y nos dio de comer y bien. Esa es la ciudad que hoy algunos quieren dejar en la basura por mezquindad y ruin criterio. Esa que dijo “NO PASARAN” POR TODOS y a la que los españoles le deben tanto… esa Madrid volverá, y sus recuerdos, a diferencia del Replicante de Blade Runner, no se perderán como lágrimas en la lluvia. Sino todo lo contrario. Resurgirá de sus cenizas, si cabe, para enseñarnos que su grandeza es su generosidad constante y albergara nuestros sueños de nuevo; que sea pronto, “te estimo”.

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