20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Juan Pérez de Mungía

Dejad que los niños se acerquen a mí

El Papa Francisco.
El Papa Francisco.

El Papa Francisco se llama Bergoglio. Y Bergoglio, por el sino de los tiempos, ya no condena la homosexualidad como antaño. Nadie renuncia a la captura de feligreses, porque como todas las corporaciones de cualquier signo, nadie repudia, desdeña o desprecia a los clientes que le pueden dar de comer, menos aún si aportan nuevos feligreses. Si fuera porque el infalible Bergoglio ha aprendido a no considerar patológica la sexualidad, que para algo la puso su Dios en la naturaleza humana, tan contradictoria con el mandato divino de multiplicarse y reproducirse, como su inevitable desviación, sería un motivo de bienvenida. Pero solo el simplista podría creerlo así.

Hace mucho tiempo en la sociedad yanqui, la religión que antes formaba parte de la identidad del grupo de referencia que permitía al creyente de turno ser miembro de una comunidad imaginaria, pasó a formar parte de un mercado por el que los individuos vienen a confundirse con una comunidad de elección, la misma que conforma una comunidad de usuarios, un club de tiro, una secta, o un partido. La disminución de la feligresía de las fes convencionales, ha aumentado de hecho en la feligresía de los hooligans de equipos y partidos políticos. En la sociedad yanqui, cuando una pareja se conoce, es habitual que cambien de fe a una que compartan si era en origen distinta. La única fe verdadera que existe es aquella que no se rige por un mercado imaginario de creencias sino con una auténtica comunión, la umma, se conforme con la de un auténtico creyente islamista dispuesto a imponer a sangre y fuego sus creencias o sea una versión revisionista que la cultura occidental espera a nacer entre sus miembros. Pero nada anuncia que la religión musulmana sea la expresión de las convicciones de un individuo. No en vano, en la religión musulmana quien no está autorizado y es perseguible es la mujer, cuya pareja debe ser siempre musulmana. Ningún inconveniente para que el hombre haga musulman a su esposa, pero ninguna musulmana puede ser esposa de un no musulman.

El Papa.

Lo inverosimil y absurdo no es este singular giro de la Iglesia Universal como se la llama, sino que se produzca manteniendo la farsa inverosímil del celibato impuesto por razones obvias de control social, como el voto de pobreza, en las comunidades comunistas del ebionismo social. El salario del ministro de la Iglesia no puede soportar una familia, y para eso es que se llama a las mujeres célibes, madres, y a los hombres célibes, padres. La fe se ejercita en la contradicción de Tertuliano, credo quia absurdum. Y claro está que como la vida es mas fuerte que una muerte segura o un paraiso que cualquier creyente de cualquier fe siempre pensará incierto salvo si es un mártir asesino, aquello que se prohibe sale a la luz en su forma mas normal o mas perversa de abuso, y pederastia. Normalmente lo último. Cualquier iglesia institucional protege a sus fieles y así la iglesia comunista del estalinismo ocultó los 53 crímenes sexuales del pederasta y violador Chikatilo solo porque pertenecía a la casta del PCUS. Por lo mismo, no va a haber papisas aunque muchos papas parecieran papisas. Tendrían que cambiar tantas cosas que puestos a hacer una religión racional lo mejor puede ser un simple cuerpo de funcionarios que preserven los edificios de la iglesia e incluso que repitan profesionalmente los ritos aunque nada los justifique.

Lo que ocurre para los que añoran los tiempos de monseñor Lefebvre es que el Papa Francisco es el Anticristo del Apocalipsis, y para el común no es mas que un peronista que repudia a la vez el liberalismo para justificar las consignas comunistas del pobrismo que renegó siempre del dinero de los demás, no el propio, y del comercio aunque no del propio. La fe genera siempre una plusvalía infinita porque satisface un credo que no exige el intercambio de ninguna mercancía. Si nada te doy, dificilmente puedes decir que el precio es abusivo.

Contra las desviaciones sexuales hubo un tiempo que la Iglesia descansaba en el credo psicoanalítico. En España singularmente el Instituto Oscar Pfister creado por el catedrático de la Pontificia de Salamanca Pedro Fernández-Villamarzo, ministro de la Iglesia Católica, y también partícipe del Instituto Peña Retama fundado por Molina Nuñez de la Internacional Psicoanalítica. Sabía mucho entonces del drama oculto de la Iglesia. Sabino sibilino, la mejor interpretación psicoanalítica que se oyó decir a Marina, esposa que había sido de Molina Nuñez, a un paciente de maneras jesuíticas en un grupo terapeútico. Forma parte de la estrategia de la Iglesia formar a los ministros de culto en la inversión entre evidencia y creencia. La Iglesia ha venido a soportar lo que ha sido una herida abierta en su seno, que la condena de la sexualidad inevitablemente conduciría a la desviación de algunos de sus mas conspicuos ministros, cuando no a la ocultación de un grave problema que afecta no solo a la sexualidad sino a la salud mental. Por más que el problema pudiera ser minoritario, la única reserva posible es que la sexualidad se extinga en sus ministros con el decaimiento sexual de la tercera edad.

El problema es que absolutamente ninguno puede ejercer de tal mientras presente una desviación que pueda afectar a terceros. Nadie va a pedir coherencia a una fe, porque la incoherencia es su sostén, pero sería preferible que la fe no amenazara la libertad humana, y castigar y prohibir aquellas conductas que abiertamente violan el libre desarrollo de la personalidad, en particular de la infancia, para que la expresión evangélica "dejad que se acerquen los niños a mí", no sea el siniestro motivo de la destrucción del desarrollo de la identidad humana. Hegel explicó que la religión es la expresión del conocimiento bajo el modo de lo sensible. Es trágico descubrir que la religión en su forma clásica o en la forma civil que toma un militante en un partido político apela a la fe y a la emoción, cuando debiera prevalecer la evidencia y la razón. Muchas cosas cambiarían si fuera así.

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