28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

Julio Merino

Acontecimiento lejanos: Mis poemas de siempre

El pasado viernes asistí a la presentación del nuevo libro de poemas de mi amiga Pilar Redondo y tuve la fortuna de poder leer en público el poema que más me cautivó de los ciento y pico que se recoge. El primero les aseguro que ya me lo sé de memoria:

Soy lo prohibido

"Soy el caramelo prohibido que anhelas saborear,

el azúcar en estado puro, el sueño con el que fantaseas. Soy el pecado que quisieras cometer,

la fe en la que te gustaría creer.

Soy el juego al que ambicionabas jugar, Soy ese nombre que no puedes pronunciar.

Soy el idioma que jamás aprenderás, la guerra en la que nunca lucharás.

Soy el cáliz sagrado del que no puedes beber, el momento que te gustaría vivir,

un misterio por descubrir.

Soy el ayuno con el que sueñas,

La copa que con tus labios deseaste rozar,

Soy la droga que nunca probarás.

esa flor que siempre deseaste deshojar,

Soy el fuego que no puedes encender,

el valor que desconoces, el corazón que no tendrás. Soy la inspiración, la esencia,

la musa del escalofrío que estas sintiendo ahora mismo..."

Pero, al hilo de los poemas de D. Pilar esa noche me recreé sacando de mi memoria  los poemas que después de los años leyendo Poesía se me han quedado  grabados como para no olvidarlos y podérmelos recitar sin previo aviso ni lectura. Son estos. O algunos de los que se me escapan, a veces sin yo querer, y casi siempre incompletos.

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NO ME MUEVE, MI DIOS, PARA QUERERTE

“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”

Anónimo 

**

VIVO SIN VIVIR EN MÍ
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero
 

Santa Teresa de Jesús

**

ROMANCE DE ABENÁMAR

—¡Abenámar, Abenámar,   moro de la morería,
el día que tú naciste   grandes señales había!
Estaba la mar en calma,   la luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace   no debe decir mentira.

Allí respondiera el moro,   bien oiréis lo que diría:
—Yo te lo diré, señor,   aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro   y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho   mi madre me lo decía
que mentira no dijese,   que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,   que la verdad te diría.
—Yo te agradezco, Abenámar,   aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?   ¡Altos son y relucían!

Jorge Manrique

**

Romance del moro que perdió Alhama

Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira, hasta la de Vibarrambla.
Cartas le fueron venidas de que Alhama era ganada,
las cartas echó en el fuego, y al mensajero matara.
Descabalga de una mula y en un caballo cabalga;
por el Zacatín arriba, subido se había al Alhambra.
Desque en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandara
que se toquen sus trompetas, sus añafiles de plata;
y que las cajas de guerra, apriesa toquen al arma
porque lo oigan los moros, los de la Vega y Granada.

Jorge Manrique

**

VIDA RETIRADA

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Fran Luis de León

**

ANDE YO CALIENTE
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañana de invierno
naranjada y aguardiente,

y ríase la gente.

Luis de Góndora

**

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas!
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,

Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!

Luis de Góndora

**

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el  vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!

Adolfo Bécquer

**

Al brillar un relámpago nacemos

y aún dura su fulgor cuando morimos;

¡tan corto es el vivir!

 

La Gloria y el Amor tras que corremos

sombras de un sueño son que perseguimos;

¡despertar es morir!

Adolfo Bécquer

**

Don Juan Tenorio 

Por donde quiera que fui,

la razón atropellé,

la virtud escarnecí,

a la justicia burlé,

y a las mujeres vendí.

Yo a las cabañas bajé,

yo a los palacios subí,

yo los claustros escalé,

y en todas partes dejé

memoria amarga de mí.

                                                        José Zorrilla

Y muchas más que me han acompañados siempre en mis ratos buenos y en mis ratos malos. Y entre ellas "La casada infiel" de Federico García Lorca:

La casada infiel

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

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