16 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA
Patio de columnas

Patio de columnas

José Francisco Roldán

Excelentes servidores públicos

"El Cuerpo Nacional de Policía multiplicó con creces la eficiencia y eficacia para beneficio de una sociedad ávida de cambios".

Esta semana pasada, el Cuerpo Nacional de Policía celebraba el Día de la Policía. Muchos de ellos acudían a las celebraciones religiosas por la festividad de los Santos Ángeles Custodios. En los discursos, como el empeño de quienes reniegan de la denominación original, se repetía la expresión Policía Nacional. La Ley reconoce que ambas son denominaciones oficiales, pero parecen olvidar que la Policía Nacional desapareció en abril de 1986 cuando se fusionó con el Cuerpo Superior de Policía. Buscando resumir o reivindicando, ignoran a sabiendas el verdadero nombre que supuso un parto doloroso para muchos.

No hay ninguna explicación que justifique ese olvido consciente. Unos cuantos vestimos por primera vez uniforme en los primeros años noventa; otros antes, y la gran mayoría aceptamos de buen grado llevarlo con orgullo y dignidad. No es bueno olvidar que una parte procedía de un cuerpo de investigación, que no lo llevaba y adaptaron su formación y capacidad a una experiencia exitosa, que tanto ha beneficiado a la seguridad y defensa de los ciudadanos.

El Cuerpo Nacional de Policía multiplicó con creces la eficiencia y eficacia para beneficio de una sociedad ávida de cambios anhelando avanzar. Por eso, fueran de la Policía Nacional, como del Cuerpo Superior de Policía, sus componentes continuaron -siguen haciéndolo-, siendo excelentes servidores públicos.

En determinadas ocasiones han padecido el olvido de instituciones, hasta de sus propios mandos políticos, que con detalles aparentemente inocuos alcanzaron el colmo del desprecio. Los hombres y mujeres del cuerpo, absolutamente comprometidos con la ley y su alta misión, acatan con respeto normas dudosamente éticas, que jalonan comportamientos dentro de la propia organización, permanentemente modulándose en sintonía con la sociedad a la que sirven, por encima y más rápido que otras de extraordinaria significación para los españoles.

"Los hombres y mujeres del cuerpo han soportado innumerables agravios por parte de advenedizos". 

Soportan, como han soportado, innumerables agravios por parte de advenedizos de fuera o dentro, que jamás han conocido ni experimentado lo que supone desarrollar tareas en condiciones adversas. Se han visto sometidos al denigrante olvido en momentos de especial relevancia, cuando las previsiones operativas o los recursos se quedaban en niveles rozando el ridículo. Esas deficiencias han producido graves lesiones y momentos muy peligrosos para los que deben dar la cara en situaciones difíciles. Policías a los que no se les concede jamás la presunción de inocencia y reciben la descalificación y oprobio público cuando cometen un discutido o evidente error.

Es lógico imaginar que en un colectivo tan numeroso se hace difícil mantener impoluta la imagen pública o privada de sus miembros, a los que se señala sin piedad en cualquier renuncio. Quede bien claro el repudio a los que ofenden a sus compañeros con actos delictivos, que deben corregirse. Hay que expulsar a los peores del escenario riguroso de la honradez profesional.

No son casuales determinados actos desarrollados por enemigos de la Policía, que aprovechan la indolencia de algunos pare encelarse en perjudicar y dañar la imagen de los servidores de la Ley. No es tampoco aceptable la falta de respeto hacia comportamientos dignos y ejemplares de quienes han arriesgado su vida en defensa de algo tan abstracto que llamamos derechos de los ciudadanos. Hay que reconocer que así, también, los policías se acomodan al paradigma de la vocación policial, en ocasiones, muy difícil de hacer entender a furibundos enemigos de la convivencia y el orden social.

El colmo de semejante ignominia es que miembros de los partidos que gobiernan España o facilitan la matemática parlamentaria que lo permite, se manifiesten claramente como enemigos de los policías y lancen sus ataquen de cualquier modo para despreciar su labor desde una indecente palestra. No se puede admitir agresiones verbales y físicas protagonizadas por personas que ejercen cargos en los distintos atrojes del poder. Estos delincuentes con prebendas suponen el contrapunto a tantos excelentes servidores públicos, que componen el Cuerpo Nacional de Policía de España.

El Cierre Digital no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta sección que se hacen a título particular.

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