Apadrinados por los Dioses

Cualquier manifestación cultural es nutriente para el espíritu.

Personalmente, al encontrarme frente a un buen poema, dibujo, fotografía, etc, se me erizan las enmudecidas costuras del alma.

Es lo que me ha ocurrido al ver el trabajo de dos jóvenes artistas de referencia, montillanos.
Los dibujos de Marina Jordano y las fotografías de Julio Sánchez.

En la obra de ambos creadores se observa un estado de vibración interior.
La vida cobra nuevos colores. 
Compartes sus desvelos.

Saltan barreras y obstáculos, emergen historias. Les dan voz, les ponen rostro. Exploran los límites del silencio y las aristas de una realidad distinta. Las acercan hacia nosotros.

Para sus familias la cultura y el arte ocupan un lugar importante.

Marina y Julio parecen estar apadrinados por los Dioses. Creadores que pertenecen a una edición limitada.

A través de su trabajo se esculpen a sí mismos cada día.
Rompen cánones para inventarlos de nuevo.
Reprograman sus mentes y nos ofrecen poderosas imágenes de sensorialidad fascinante.
Nos confieren la capacidad de entrar en otros mundos.

Configuran una especie de mapa, trazado desde su incondicional e inagotable pasión por el dibujo y la fotografía.

La exposición del trabajo de estos jóvenes, en su totalidad representa la vida dentro de la vida.
Poseen talento en proporciones colosales.

En su obra confluyen el recorrido de las huellas de la reflexión y el lenguaje visual que construye identidad.

Se observa la evolución artística de ambos.

Marina, 21 años, estudiante de bioquímica y artista por vocación. 
El dibujo es su mitad indisociable, una forma de meditación.
Autodidacta. Ha realizado las ilustraciones para un libro de poesía erótica "La luz quebrada" de Miguel Alcantud Cayuela.

Se encuentra elaborando el logo del día de la poesía, también prepara la exposición "Quejío, grito de mujer" en Montilla.

Tiene en mente fusionar arte y ciencia en un blog. 

Por sus dibujos pasa la vida y se detiene en ellos, toma la palabra, explora, descalza el tiempo, ahuyenta fantasmas, resiste.

Es un diario vital de la juventud.
Humaniza sus dibujos.

Posee una magnífica colección de dibujos de temática erótica. Donde atrapa nuestra mirada la impresión visual del tacto de la carne.
El deseo y la pasión laten palmo a palmo.

Al observar alguno, han acudido a mi mente los ecos dormidos de Tiziano, en "Dánae recibiendo la lluvia de oro"

Y en otro, concretamente, la perfilada esencia de Veronés, en "Venus y Adonis".

La luna de nieve filtra al subsuelo la insondable inmensidad del trazo limpio, indomable, sediento, inmortal...

Resalto la obra titulada: Luz y sombra.

Julio, 19 años, desde hace diez está inmerso en la fotografía.
La luz despierta en cada una de sus fotos. Sientes la vida irreemplazable.

En este momento trabaja en varios proyectos audiovisuales.

Instantáneas en las que florecen las cauterizadas llagas de los narcisos desangrados, recuperando la memoria liberadora y el presente.

Actualmente se encuentra sumergido en la fotografía conceptual.

Fotógrafo del alma humana y de las emociones, se muestra muy verdadero.
Retrato psicológico. 
Símbolos con connotaciones potentes y establecidas correctamente.

Fotos donde se observa como palpita la sangre. Tiembla, la vida que brota de la piel.  

Magistralmente plasma el impecable dominio de la luminiscencia y el color.
Llevan su sello particular.

La noche de pergamino rebusca en los pliegues del viaje a sí mismo calcinando la tierra.

La fotografía constituye otra faceta de diálogo cultural.
Destaco varias de Julio que son espectaculares: "Mente depresiva" y "Barco a la deriva en un océano de sentimientos".

"No hace falta recurrir a trucos para hacer fotos. No tienes que hacer posar a nadie ante la cámara. Las fotos están ahí, esperando que las hagas. La verdad es la mejor fotografía, la mejor propaganda." (Robert Capa).

Pilar Redondo. Escritora. Córdoba. 

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