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Un hombre vestido con un traje colorido salta sobre un colchón con varios bebés acostados, mientras una multitud de personas observa y toma fotos.
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El salto sobre bebés en Burgos: La tradición española que ha sorprendido a toda Europa

En Castrillo de Murcia, los Colachos que representan 'al Mal' saltan una hilera de niños para vencer 'al Bien'

Si existiese una competición en la que se midiese el número de festividades peculiares y sorprendentes, España, si no fuese campeona, ocuparía las primeras plazas. 

Por desgracia, no existe ningún tipo de medidor verídico y objetivo que pueda establecer dicho ranking. Sin embargo, el territorio nacional sí que suele estar en el podio de clasificaciones de países más turísticos o visitados. La inmensa multiculturalidad de España ofrece una cantidad casi infinita de atractivos turísticos.  No solo la variedad climática y paisajística son un reclamo para propios y foráneos. La tradición traducida en festividad es otro de los atractivos que reúnen a decenas, cientos e incluso miles de personas en localidades de todo el territorio nacional. 

Una de las representaciones más icónicas son las recientemente celebradas fiestas de San Fermín, popularmente conocidas como Sanfermines, que se celebran en la ciudad de Pamplona. También existen otras festividades que no tienen tanta repercusión, pero que sus particularidades las hacen únicas. 

En tierras gallegas, concretamente As Neves, Pontevedra, se mantiene viva una tradición del siglo XVI. El 29 de julio, una procesión de féretros cargados de vivos, suelen ser personas con experiencias cercanas a la muerte, recorren las calles del pueblo como gesto de gratitud a Santa Marta de Ribarteme. 

Buñol es otro de esos pueblos gobernados por el paso del tiempo y la tranquilidad de la vida rural, que durante el último mes de agosto ve multiplicado su número de habitantes. Un crecimiento que se explica por la celebración de la clásica Tomatina, celebrada desde 1945 y que cada año congrega a miles de personas en sus calles para lanzarse tomates. 

La clásica Tomatina de Buñol

Suelen ser tradiciones que, en muchos casos, han pasado por los dogmas de la iglesia. La gran influencia de las instituciones eclesiásticas en la historia ha dado rienda suelta a la proliferación de tradiciones donde 'el mal' o 'el diablo' intentan lograr adeptos frente 'al bien' o 'el ángel', y viceversa. 

Persona disfrazada con un traje amarillo y rojo, con una máscara colorida, participando en un desfile en una calle con casas de fondo y personas observando.
El traje característico de El Colacho. | Archivo

En un pequeño pueblo situado en Burgos, llamado Castrillo de Murcia, acaban de vivir el pasado mes de junio un año más la fiesta de El Colacho. Una festividad que representa el 'triunfo del bien sobre el mal', donde se salta sobre bebés. Sí, saltar sobre bebés. Una tradición que no ha hecho más que sorprender en Europa, pues periódicos como The Guardian se han hecho eco de esta práctica extraordinaria entre sus páginas.

El Colacho, el saltador de bebés

El Colacho es un personaje burlesco que encarna al diablo, vestido con un llamativo traje amarillo y rojo, además de una máscara que simboliza al demonio. Sale por las calles de Castrillo de Murcia (Burgos) con una castañuela en una mano y una cola de caballo como látigo, para evitar que 'el Bien' triunfe sobre 'el Mal'. 

Una festividad que empieza a celebrarse el domingo de Corpus. En realidad, la celebración comienza ese mismo miércoles y tiene un factor en común: la presencia de El Colacho. 

La principal función de El Colacho es evitar la celebración de la fiesta. Es decir, irrumpe las alabanzas que la gente del pueblo hacen a Cristo. Así, cuando los fieles salen a las calles a homenajear la procesión, un Colacho aparece haciendo ruido con sus castañuelas para interrumpir el cortejo, a lo que los niños y adultos responden provocándolo y abucheándolo, mientras que este lo persigue para fustigarles con la cola de caballo.  

Sin embargo, la particularidad de esta celebración tiene un día señalado en el calendario: el salto de los bebés. Durante el domingo de Corpus, el paso de la procesión va dejando pequeños altares con flores, agua y vino que serán bendecidos. Junto a estas ofrendas se colocarán varios colchones donde se encuentran los bebés nacidos en dicho año. Los Colachos se preparan para saltar por encima de los niños y niñas. Acto seguido, uno de los sacerdotes bendice a los retoños. Una representación de cómo 'el Bien' y 'el Mal' pretender influir sobre la inocencia infantil. En este caso, 'el Bien' ha triunfado y el Colacho huye a través de esos saltos. 

Una tradición sin fecha de nacimiento

No hay una referencia temporal exacta sobre el nacimiento de los Colachos. Sin embargo, sí existen documentos que hablan de la existencia de este ser que datan del año 1621. Al final, era un juego de escarnio más que durante aquella época, la Edad Media, estaban prohibidos. Unas pantomimas burlescas que solían parodiar las celebraciones religiosas.

Un hombre vestido con un traje amarillo y rojo salta sobre varios bebés acostados en colchones en una calle, mientras una mujer y varias personas observan.
El Colacho saltando a los bebés. | Archivo

Una tradición que ha ido sobreviviendo al paso de los años y que en 1978 logró la distinción de Fiesta de Interés Turístico. Hoy en día sigue sumando fieles que se acercan a Castrillo de Murcia para ver cómo el Colacho salta hileras de bebés. 

Al final, una tradición en la que un antagonista, el Colacho, y un protagonista, los responsables eclesiásticos, conforman una celebración que tiene tanto de acto religioso como de obra teatral.

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