Qué hay detrás del boom de los festivales de música en España
Un gran ambiente o poder ver a varios artistas a la vez explican este nuevo fenómeno, pero no es oro todo lo que reluce.
De hace unos cinco años hasta la actualidad, este tipo de eventos han llenado las agendas de ocio en la época estival en detrimento de los clásicos conciertos que se daban antes en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao en los que veías a una banda o artista principal y a una o como mucho dos teloneros, mientras que en un festival puedes ver ya no solo a uno sino a varios artistas principales y de estilos musicales completamente antagónicos, además de poder descubrir a esos pequeños grupos que se van dando a conocer poco a poco y que aspiran en un futuro no muy lejano a ser cabezas de cartel.
Sin duda año a año el crecimiento de estos festivales ha sido exponencial provocando que a lo largo del año, no solo en verano, tengamos festivales de música a lo largo de toda la geografía española y de distintos géneros musicales como pueden ser el rock, indie (música independiente) o EDM (Música electrónica) entre otros. Esta situación es completamente opuesta a la que se vive en los conciertos. En los últimos años en España, solo las grandes bandas del rock como pueden ser Metallica o Guns n Roses y otros artistas internacionales como Bruno Mars o Ricky Martin, además de artistas nacionales como Pablo López o Pablo Alborán han dado conciertos en nuestras tierras.
Ambiente joven y festivo durante todos los días del festival
Sin duda alguna el público que asiste a los festivales es principalmente gente joven (18-30 años), que quiere disfrutar, sobre todo, del buen tiempo (la mayoría de festivales se celebran en verano) y de una buena fiesta en compañía de amigos y de gente nueva que puedan conocer en el festival y con una oferta muy variada en la que ellos deciden a qué escenario van o a qué artistas quieren ver, a un precio no muy desorbitado en comparación de las entradas a conciertos que en muchos casos superan el precio del abono de un festival de varios días.
El principal reclamo de estos festivales además, es el lugar en el que se sitúan, principalmente en sitios con playa o al menos cerca de ella. El principal exponente de este caso, es el Arenal Sound, el cual ha comenzado hace poco, que se sitúa en el municipio de Burriana (Castellón) donde los asistentes al evento pueden disfrutar, además de la música, de la playa que tras unas cuantas horas de conciertos se agradece un pequeño descanso en las aguas del mediterráneo.
Gran impacto económico
No hace falta ser un experto economista para saber que este tipo de festivales tienen un gran impacto en la economía del municipio en el que se celebra y que en ciertos casos ponen a dicho municipio, ciudad o pueblo en el que se celebra en el mapa como es el caso de Burriana con el Arenal Sound mencionado anteriormente, u Ortigueira con el festival de música celta que se lleva celebrando varios años.
Solo en España, el sector musical tiene un impacto en la economía de 5.000 millones de euros, según un estudio de Promusicae, y de esta cifra más del 50% corresponde a los espectáculos en directo. Más allá de parecer un mercado muy acotado, año a año se ha ido expandiendo como la pólvora. “El número de festivales de música en España está creciendo en estos dos últimos años con tasas de dos dígitos, el futuro promete” ha asegurado la profesora del OBS Business School, Natividad Buceta, que ha elaborado un informe en el que analiza el auge de los festivales musicales en España, en el que afirma que este tipo de eventos son un trampolín para el nuevo modelo de negocio al que va encaminado el negocio musical. Según cifras que revela este mismo informe, a día de hoy se celebran en España 850 festivales al año, pero únicamente los diez más importantes son los que consiguen atraer a más de 1,6 millones de personas y generar un impacto económico de 400 millones de euros. Dichos festivales son Arenal Sound (Burriana), Rototom Sunsplash (Benicassim), Primavera Sound (Barcelona), Viña Rock (Villarrobledo), Fib (Benicàssim), Alrumbo Festival (Cádiz), Sónar (Barcelona), Mad Cool Festival (Madrid), Bilbao BBK Live (Bilbao) y el Resurrection Fest (Viveiro). En el ámbito del empleo genera un total de 260 puestos de trabajo de los cuales 130 son de manera directa y 230 indirectos.
No es oro todo lo que reluce
Sin embargo, pese a que parece que todo son buenas cifras económicas, estos festivales no están exentos de polémicas que se repiten año tras año ya sean problemas en la seguridad del evento, las propias instalaciones del evento o la contratación de los trabajadores y staff del festival.
Según denuncia la Conferencia Nacional de Trabajo (CNT) existe una gran precariedad laboral tanto en el trabajo de los propios músicos como en el de los propios trabajadores, como se pudo ver en la edición del año pasado del Mad Cool en el que se pudo observar cómo se murió un trapecista tras caer al suelo después de realizar unas peligrosas maniobras. David García Arístegui ha querido denunciar la situación que han tenido que vivir ciertos artistas que quisieron actuar en dicho festival, teniendo que hacerse pasar por ‘’falsos autónomos’’ o teniendo que aceptar un convenio en el que se les equiparaba con los trabajadores del circo, con lo que cobraron menos de lo debido. Arístegui afirma que "un convenio firmado solo por UGT y que no se actualizan las tablas salariales desde 2015, con Ayuntamiento y Comunidad mirando para otro lado, dándoles facilidades y sin supervisar".
La precariedad de artistas y trabajadores preoucapa a los sindicatos
Y volviendo sobre la figura del falso autónomo recalcó que lo único que hace es crear una mayor precariedad, ya que en el caso de que los artistas tengan un percance durante su actuación, no están asegurados. "No están cubiertos si tienen un accidente in itínere, de camino al trabajo, algo que le ocurrió al grupo jienense Supersubmarina". Otro aspecto que el mismo Arístegui quiso denunciar es el de la contratación de camareros o de voluntarios. En el caso de los primeros, los camareros, en la mayoría de ocasiones acuden a otros países para contratarlos y ofrecerles turnos interminables cobrando menos de lo debido. Y en el caso de los voluntarios, tenían que pagar una fianza para poder trabajar en las instalaciones a cambio de que la organización le diera una pulsera que les diera acceso a alguno de los conciertos del día. En pocas palabras tenían que pagar por trabajar y en ciertos casos perdían la fianza porque no cumplían los requisitos que exigía la empresa.
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