El pueblo 'fantasma' de Madrid que solo tiene un habitante, un conocido actor español
Un actor famoso y un pueblo fantasma, la vida solitaria en Bellidas, es el único residente de este pueblo de Madrid
En el corazón del valle de Lozoya, Bellidas se presenta como un enigmático pueblo abandonado de la Comunidad de Madrid. Este lugar, que quedó deshabitado en 1955, ha encontrado en el actor Paco Racionero su único y peculiar residente. Desde los años 90, Racionero ha transformado el viejo Caserío Bellidas en un refugio personal y artístico, brindándole al pueblo una vida renovada y solitaria a la vez.
Un pueblo fantasma con historia
Bellidas, como tantos otros pueblos pequeños, sufrió el éxodo rural que dejó sus calles vacías hace casi siete décadas. Con el paso del tiempo, la naturaleza reclamó el territorio y la única edificación que permaneció en pie fue el Caserío Bellidas.
Una construcción que representa la memoria viva de lo que alguna vez fue una comunidad. Lo que podría haber sido un rincón olvidado de la geografía madrileña ha sido recuperado por la presencia de un personaje inesperado. Un conocido actor español que, con su pasión por las artes, decidió darle un nuevo propósito a este lugar fantasma.
El actor que decidió revivir Bellidas
Paco Racionero, un reconocido actor de teatro y televisión, encontró en Bellidas un escenario ideal para su retiro. Conocido no solo por su trabajo en la actuación, sino también por su afición a la pintura y la literatura, Racionero ha hecho del pueblo su santuario creativo.
La tranquilidad de la zona y el aislamiento han servido para que el actor pueda dedicar su tiempo a expresiones artísticas. Alejándose del bullicio urbano y hallando una conexión más profunda con su obra y con la historia del lugar.
Bellidas: más que un lugar abandonado
Aunque pueda parecer un pueblo completamente deshabitado, Bellidas posee una atmósfera única, en parte por su entorno natural y en parte por la presencia de su solitario residente. Racionero ha trabajado en preservar el caserío, no solo como vivienda sino también como espacio para el arte.
Recibiendo ocasionalmente visitas de amigos y colegas del mundo cultural, quienes encuentran en el pueblo un sitio inspirador. La transformación del lugar no solo es física, sino también simbólica. Pues refleja cómo un rincón olvidado puede ser rescatado para la creatividad y la introspección.
La historia de Bellidas y su único habitante invita a la reflexión sobre el abandono rural y el valor de preservar la memoria de los lugares. Incluso cuando parecen condenados al olvido. La vida en el pueblo sigue siendo tranquila y silenciosa, pero con un toque especial que solo alguien como Racionero podría darle.
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