El pueblo más aislado de España que fascina a los más aventureros: no hay cobertura
Un rincón perdido entre montañas, accesible solo a dos horas a pie o por funicular, está muy escondido
Bulnes, en el corazón de Asturias, es un pequeño pueblo que se ha ganado la fama de ser el más incomunicado de España. Aislado entre las imponentes montañas de los Picos de Europa, llegar a este lugar requiere esfuerzo y planificación.
El acceso es limitado: solo se puede llegar a pie tras una caminata de dos horas o a través de un funicular que surca los impresionantes paisajes asturianos.
Un trayecto que se convierte en experiencia
El hecho de que no se pueda acceder en coche o en moto hace que visitar Bulnes sea una auténtica aventura. Partiendo desde Poncebos, los turistas tienen dos opciones. Optar por el funicular, que cubre un desnivel de más de 400 metros, o caminar por una ruta escarpada y de gran belleza natural.
Este recorrido, que puede durar unas dos horas, es una experiencia en sí misma. Un viaje por paisajes inolvidables, donde el verde de los bosques y las rocas calcáreas de las montañas son los verdaderos protagonistas.
Desconexión total en un lugar sin cobertura
Una vez en Bulnes, la sensación de desconexión es absoluta. En este rincón asturiano, la cobertura de móviles es prácticamente inexistente, algo que muchos ven como una bendición en estos tiempos hiperconectados.
Los pocos habitantes del pueblo viven rodeados de un entorno que invita a la calma. Donde los sonidos de la naturaleza sustituyen al ruido urbano, y la vida sigue el ritmo de los días soleados y las lluvias.
Este pequeño núcleo ofrece unas vistas espectaculares. Entre ellas, la del mítico Naranjo de Bulnes, uno de los picos más famosos de los Picos de Europa. Bulnes se convierte así en un destino perfecto para los amantes del senderismo, la naturaleza en estado puro y la paz absoluta.
Un secreto bien guardado
Aunque es conocido por su aislamiento, Bulnes guarda un encanto especial que atrae a quienes buscan una experiencia diferente. Aislado de las grandes multitudes, el pueblo sigue siendo un sitio ideal para escapar del mundo moderno, disfrutar de la naturaleza y sumergirse en un ambiente casi mágico.
Los visitantes que llegan a este lugar buscan el desafío físico de acceder a un pueblo remoto y la recompensa emocional de encontrar un rincón donde el tiempo parece haberse detenido. La vida en Bulnes sigue un ritmo distinto al de las ciudades. Las pocas casas que forman este pueblo parecen suspendidas en el tiempo, abrazadas por montañas que lo protegen del bullicio exterior.
Aquí, los habitantes viven de manera sencilla, en contacto directo con la naturaleza y sus ciclos. Los visitantes que se aventuran a llegar descubren que es un lugar único. Una experiencia de desconexión total, donde el silencio y la tranquilidad reinan, y donde la belleza del entorno transforma cada día en algo especial.
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