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Esculturas de cartón y madera ardiendo en una gran hoguera durante la celebración de Las Fallas en Valencia
OCIO

Noche de San Juan, el fuego que abraza el verano

Una noche de hogueras y ritos que celebra el solsticio en toda España

Cuando el sol brilla con más fuerza y da comienzo al verano, encendemos un fuego ancestral que nuestros antepasados ya conocían. Una forma de celebrar la vida y el cambio de estación. No es solo para alumbrar una de las noches más cortas del año. Se trata de algo más, de purificar el alma. Es en torno a las hogueras de San Juan donde, desde hace siglos, las personas se reúnen para cerrar un ciclo.  Despedir lo que ya no sirve y encender con esperanza el futuro que llega.

La fecha oficial, el 24 de junio, recuerda el nacimiento de San Juan Bautista, pero lo que arde esa noche es algo más profundo. Una tradición milenaria que se remonta a los pueblos celtas, al calendario solar, al solsticio de verano (cuando el astro entra en el signo de Cáncer y el día alcanza su plenitud). Aunque el momento exacto del solsticio es el 21 de junio. La celebración se desplazó al 23 por la noche, fundiéndose en la madrugada del 24 con un simbolismo poderoso. El fuego como limpieza, el agua como renacimiento y la comunidad como refugio.

Lo maravilloso es que, aunque cada región celebra de forma distinta, todas lo hacen con un mismo fin. El deseo de dejar atrás todo lo malo del pasado y augurar un futuro mejor. En cada salto sobre las llamas existe un acto de fe. En cada baño bajo la luna una renovación interior. En cada reunión alrededor del fuego una promesa compartida de seguir adelante. La Noche de San Juan es especial, simbólica y espiritual. Un momento en el que las diferencias se funden en un mismo fuego. Bajo la estrella más alta del cielo, todos somos un poco más humanos.

Un rito con raíces celtas y calendario solar

Los pueblos antiguos (celtas, germánicos y otras culturas del norte de Europa) veneraban el llamado “Litha” o solsticio de verano. Un momento en el que encender grandes hogueras servía para prolongar la fuerza solar y marcar el cambio de estación. Era un pacto simbólico con el calendario solar. Se trataba de dar fuerza al sol para que siguiera iluminando y otorgando vida, mientras el fuego purificaba el espíritu.

Con la expansión del cristianismo y su conversión en religión oficial del Imperio Romano. En el siglo IV, muchos de estos cultos paganos fueron perseguidos. Sin embargo,  Litha y otras celebraciones similares sobrevivieron al paso del tiempo. Adaptándose al nuevo contexto religioso. Así, la Iglesia acabó incorporando esta festividad al calendario cristiano. Fijando el 24 de junio como el día de San Juan Bautista. Figura que, casualmente, también está ligada al simbolismo del fuego y del agua. Aunque el nombre y el marco cambiaron, la esencia de la celebración se mantuvo. Se honra el poder del sol y el desprenderse de lo viejo. Purificando y dándole la bienvenida a una nueva etapa marcada por la abundancia, la fertilidad y la luz.

Lo que significan las hogueras y por qué quemamos lo viejo

Encender una hoguera es una declaración de intenciones. Saltar las llamas, lanzar al fuego los malos recuerdos. Escribir los miedos o encender deseos es parte del rito de transición: se deja atrás lo que ya no sirve y se abre el corazón para recibir nuevas energías. Nuevas ilusiones y nuevas esperanzas. La purificación a través del fuego y el agua –saltos, baños nocturnos o limpiezas faciales con agua de plantas– representan una invitación a la vida, la salud y la prosperidad.

Un visionario en 1928: José María Py y la fiesta institucional

Aunque en Alicante ya existía la costumbre de quemar muñecos y trastos viejos en la Noche de San Juan.

Dos personas observan una colorida escultura de una figura femenina fantástica con cabello azul y detalles florales en un evento al aire libre.
Una de las estatuas de la 'Noche de San Juan' en Alicante | Europa Press

Fue José María Py, pintor y escultor gaditano afincado en Valencia, quien en 1928 propuso dar a esa tradición un carácter festivo oficial. Inspirado en las Fallas valencianas. En marzo de 1928, su idea fue aprobada por el Ayuntamiento y se celebraron las primeras hogueras institucionales en ocho barrios.

En 1930 se crea la Comisión Gestora (hoy Federación), presidida por Py. Falleció en marzo de 1932, y ese mismo año fue homenajeado con una calle y el título de Hijo Predilecto de Alicante.

¿Por qué la “cremà” al día siguiente y no la misma noche?

En Alicante, esta tradición tiene un giro especial. La noche del 23 hay hogueras y verbenas, pero es a medianoche del 24 cuando se lanza la Palmera de fuegos artificiales. Una obra de arte lanzada desde el Castillo de Santa Bárbara. Dando paso a la “cremà”. Las hogueras arden en todos los barrios consumiendo las obras. Junto a ello, un público que lo contempla mientras llora, aplaude y se moja con el agua de los bomberos. Todo ello crea en los partícipes esa mezcla de nostalgia, catarsis y esperanza que solo una fiesta tan viva puede provocar. Esta elección, desde 1928, se tomó estratégicamente para diferenciarse de otras provincias y prolongar la fiesta, favoreciendo el turismo hacia Alicante. Además, quemar el 24 da tiempo a completar jornadas de arte, sátira y convivencia antes del gran final.

Galicia: queimada, baños bajo la luna y el poder de las hierbas

En Galicia,  la Noche de San Juan es un cruce mágico entre lo pagano y lo popular. Entre lo místico y lo cotidiano. Al caer la noche, las cacharelas (hogueras) iluminan playas y aldeas. Las acompaña la ancestral queimada. Un brebaje ardiente a base de aguardiente, azúcar, granos de café, cortezas de limón, y hierbas como el romero o la hierbaluisa.

Personas encendiendo una hoguera en la playa al atardecer mientras otras personas disfrutan del ambiente festivo cerca del mar
Hoguera de San Juan en Galicia | Europa Press

Mientras el líquido arde en azul, se recita un conjuro que ahuyenta a los malos espíritus y purifica el ambiente. La tradición continúa junto al mar. En Riazor, Orzán y otras playas gallegas, cientos de personas se lanzan al Atlántico en un ritual de limpieza y renacimiento. Cruzar de espaldas nueve olas es una costumbre antigua que busca atraer fertilidad, buena suerte y salud para el nuevo ciclo.

Euskadi: fuego protector, ceniza curativa y agua que renueva

En Guipúzcoa, la celebración conserva el pulso de las creencias celtas. Aquí, el fuego se convierte en medicina. Saltar la hoguera, a parte de una prueba de valor, es un rito que espanta el mal y protege para el resto del año. Las cenizas que quedan al amanecer son recogidas con respeto. Se cree que curan enfermedades, alivian dolores y limpian energías densas si se aplican sobre la piel o se esparcen en lugares simbólicos. La noche también se adorna con un gesto íntimo. Se coloca una rama de verbena bajo la almohada con la esperanza de atraer sueños reveladores o incluso a la persona amada. El baño en el mar o en el río completa el ritual.  Agua y fuego se combinan para dejar atrás lo oscuro y recibir con el cuerpo limpio lo nuevo que llega.

Menorca (Ciutadella): caballos, jaleo y “pomada”

La víspera de San Juan en Ciutadella, Menorca, es un estallido de emoción, ritmo y elegancia ancestral.  Los caballos, símbolo profundo de la isla, se convierten en protagonistas de una fiesta que fusiona el fervor religioso con lo popular. Guiados por jinetes vestidos de riguroso negro, los caballos menorquines recorren calles y plazas en medio del jaleo.

Caballo negro encabritado con jinete vestido de negro mientras varias personas lo rodean y tocan durante una celebración nocturna al aire libre
Noche de San Juan en Menorca | Europa Press

Una danza al son de tambores y gaitas locales. El público los rodea, los anima, los toca. Conectando cada salto del animal con la tierra, la fuerza y el espíritu de la comunidad. Y no nos olvidemos de la bebida tradicional, la “pomada” . Una mezcla de ginebra local y limón, que no hace otra cosa que aumentar el sentimiento colectivo de orgullo y pertenencia.

Andalucía y la costa mediterránea: júas y sardinas

En la costa andaluza, desde Cádiz hasta Málaga, San Juan es sinónimo de júbilo popular. Las hogueras se levantan en la arena y en ellas arden los júas. Muñecos de trapo que representan figuras simbólicas (a veces personajes del año, otras veces preocupaciones personales o sociales), que son reducidos a cenizas para dejar atrás lo negativo. Alrededor de las llamas, se comparte música, bailes y espetos de sardinas asadas al fuego. En una comunión entre mar, fuego y gastronomía. A medianoche, como manda la tradición, los más valientes se lanzan al Mediterráneo en busca de renovación. Saltar sobre las brasas y luego sumergirse en el agua es una forma de pedir fuerza, salud y un comienzo con alegría.

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