El futuro del Pazo de Meirás: La Justicia prohíbe a los Franco retirar sus bienes
El Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña ha emitido un auto en el que impide acceder a dichos inmuebles.
Los Franco no podrán retirar los bienes del Pazo de Meirás. Este viernes, el Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña ha emitido un auto en el que impide acceder a los elementos disputados por la familia del generalísimo del Pazo de Meirás, considerados bienes inmuebles. La Justicia ha dado así la razón al Estado, al que le otorga la custodia del Pazo.
Según el escrito –al que ha tenido acceso elcierredigital.com– esta decisión afecta a todos los objetos que resultaron de controversia entre la parte demandada y la demandante de este proceso. Sin embargo, el tribunal ha desestimado la petición de considerar como bienes inmuebles las alfombras del pasillo, que forman parte del total del inventario por haber sido colocadas "con un fin puramente funcional".
Este auto recoge el alegato del jurado, que ha defendido que la extracción de los bienes del Pazo de Meirás como deseaba la familia Franco "afectaría a su valor histórico". La Justicia acoge así parcialmente el recurso expuesto por la Administración General del Estado, la Xunta de Galicia y los ayuntamientos de A Coruña y Sada.
El inventario del Pazo de Meirás
Un total de 82 años. Ese es el tiempo que el Pazo de Meirás y todos sus bienes han estado en manos de la familia Franco. Sin embargo, este largo periplo finalizó en diciembre de 2020, cuando se decidió que los descendientes del dictador entregarían al Estado el inmueble y los objetos de valor que hay dentro de él, que se cuentan por cientos. Entonces se esperaba a la sentencia definitiva.
A principios de 2020 un anuncio despertó todas las alarmas. El Pazo de Meirás estaba en venta. Mikel Luxury Estate lo anunciaba en su página web por ocho millones de euros. En un anuncio escrito en inglés y dirigido al mercado internacional la inmobiliaria describía el pazo de Meirás como "un palacio exclusivo y extraordinario en Galicia, España" y explicaba que se trataba del pazo de Meirás, situado en el municipio de Sada, en A Coruña, que ocupaba una superficie de 66.792 metros cuadrados y destacando que el pazo de Meirás es "un sitio único, lleno de historia y detalles especiales (biblioteca, imágenes, elementos arqueológicos, escudos de armas, fuentes, horquillas, decoraciones), lo que lo convierte en una excelente oportunidad".
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Es decir, que edificio y contenido estaba valorado por la familia Franco en ocho millones de euros. A la muerte del dictador, en 1975, el Pazo figuraba como la joya de la corona del testamento de Franco, que redactó en 1968, y que entonces tasaba en 14 millones de pesetas de entonces (840.827 euros de ahora), prácticamente la mitad de la herencia del general. En lo que sí parecen ponerse de acuerdo todos los expertos es que solo el edificio del Pazo podría alcanzar los tres millones de euros, lo que significaría que todo lo que contiene supondría cinco millones más.
En cualquier caso, lo cierto es que la lista de elementos contenidos en esta ubicación es de esas que quitan el hipo. De acuerdo con el inventario que ordenó hacer el juzgado número 1 de La Coruña ante la amenaza de que estos pudieran ser extraídos del lugar en camiones de la familia Franco, existen 616 bienes en el interior del lugar y 81 en el exterior.
En total 697 elementos, una cantidad ingente que ofrece una idea de la dimensión del potencial patrimonial del Pazo de Meirás. Y todo esto, según los responsables del inventario, sin abrir armarios ni cajones y habiendo trabajado por un tiempo limitado que les ha impedido realizar un trabajo más exhaustivo. A continuación, informamos sobre las características de algunos de los bienes más preciados del Pazo.
De las estatuas de Isaac y Abraham a otras esculturas
En su origen, las imponentes estatuas de Isaac y Abraham, realizadas por el Mestre Mateo, formaban parte de las románicas jambas de la fachada oeste de la catedral de Santiago. Tras desmontarse el conjunto escultórico en el siglo XVI quedaron en el olvido y tuvieron que pasar dos siglos hasta que el mecenas Pedro María Cisneros de Castro y Ulloa las trasladó a sus dominios.
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Ya en el siglo XX, gracias al impulso de Fermín Bouza-Brey, el Ayuntamiento de Santiago las compró por 60.000 pesetas, un precio irrisorio nada acorde con su valor real. Se conoce que entraron en la esfera de la familia Franco en 1954, aunque la ambigüedad del proceso de adquisición es la nota dominante del mismo.
Sea como fuere, las de Isaac y Abraham no son las únicas esculturas de valor que alberga el Pazo. Existen otras muchas, con motivos muy variopintos. Algunas de ellas son la de Santa Ana, la Virgen y el Niño, la de San Martiño, las de los santos San Andrés y San Cristóbal o la de la Inmaculada. Finalmente, los exteriores del edificio cuentan con una réplica del parteluz de la Catedral de Santiago. En definitiva, un desfile de piezas absolutamente descomunal.
La Biblioteca Emilia Pardo Bazán, templo del conocimiento
Nada menos que 2.972 libros de los casi 11.000 que Emilia Pardo Bazán poseía siguen ocupando las estanterías de la espectacular biblioteca del Pazo, algunos en mal estado de conservación debido a un incendio acontecido en 1978. Entre sus muros, obras que datan desde siglo XVII hasta 1920.
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Primeras ediciones de autores como Voltaire, libros dedicados de escritores de la talla de Émile Zola e incontables obras de historia, literatura, filosofía, arte o botánica reunidas en un espacio único. Millares de joyas que aglutinan el conocimiento de los Tolstoi, Galdós, Baroja, Daudet, Dumas, Balzac… etcétera.
Tras años de tira y afloja entre el Ejecutivo gallego, la Real Academia Galega y la familia Franco, la Xunta tramitaba la declaración de la biblioteca localizada en la Torre de la Quimera de Meirás como Bien de Interés Cultural (BIC), distinción que blindará estas obras con la máxima protección posible. Su valor es incalculable.
Bustos y cuadros de incierto futuro
Los técnicos de la comitiva judicial encargada de inventariar el Pazo también han constatado la presencia de múltiples bustos y cuadros en el complejo. En lo que respecta a los primeros, son en su mayoría de la célebre novelista, aunque también los hay de otros personajes relevantes entre los que destacan el de Francisco Franco (metálico) o el emperador romano Octavio Augusto.
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De los segundos, los más destacados son los de la familia Franco, especialmente uno en que el dictador aparece junto a su esposa Carmen Polo y un retrato de cuerpo entero de la propia Pardo Bazán. En cuanto a aquellos relativos a los Franco, su futuro es incierto, pues la nueva Ley de Memoria Democrática prohíbe las exaltaciones del franquismo. Por ende, solo su valor artístico podría permitir su conservación.
En cualquier caso, también han aparecido obras con otros motivos como la Presentación de María en el templo, la Virgen con el niño portando un ramo, la Sagrada familia e incluso una de gran formato donde puede verse una escena de caza que se ha catalogado como de estilo Velázquez.
El mobiliario, digno de la realeza
Probablemente, una de las muestras más obvias de la opulencia del Pazo sea el mobiliario que alberga. En esta línea, existen lujosas lámparas (de aceite, de araña de cristal, de techo, de porcelana, metálicas de pie, de bronce de madera, de sobremesa…etc.), retablos (destacan uno de madera con la imagen de la Virgen con el Niño y otro con la imagen de San José), pilas bautismales, maquetas, butacas, tresillos victorianos, trofeos de caza y hasta un sarcófago de caliza, todos repartidos en las dependencias del inmueble.
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Fuentes del sector cinegético afirman a elcierredigital.com que los trofeos de caza que tenía Francis Franco en el Pazo de Meirás, cabezas de venado de medalla, fueron retirados y llevados a otro destino antes de que se produjera la petición de la administración pública para conservar para el Estado los bienes inmuebles del palacio.
También hay elementos que se han identificado como piezas que pertenecen a Patrimonio Nacional. Es el caso de una pantalla de chimenea elaborada con un tejido de seda procedente de las cortinas del Palacio Real encargadas en su día por Alfonso XII, múltiples muebles de Carlos IV, dos cómodas del siglo XVIII o un sofá tapizado con la misma tela de los de la reina Victoria Eugenia.
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