
El Bugatti Tourbillon y su reto aerodinámico
La aerodinámica redefine el rendimiento del nuevo hyperdeportivo de Bugatti.
La evolución de la ingeniería automotriz continúa desafiando los límites del rendimiento, y en este contexto, el Bugatti Tourbillon representa un nuevo paso en la búsqueda de la máxima eficiencia aerodinámica. Desde su desarrollo hasta su reciente presentación en Molsheim, este hyperdeportivo ha sido sometido a un riguroso proceso de optimización aerodinámica con el objetivo de mejorar su estabilidad y velocidad sin comprometer su rendimiento dinámico.

El punto de partida fue mejorar la aerodinámica del Chiron, un modelo ya reconocido por su eficiencia en este aspecto. Sin embargo, el Tourbillon debía ir más allá. Para ello, se recurrió a avanzadas simulaciones de dinámica de fluidos computacional (CFD) que permitieron establecer las bases del diseño antes de pasar a pruebas físicas más detalladas.

El desarrollo se intensificó quince meses antes de su presentación, cuando un equipo de ingenieros y aerodinamicistas llevó a cabo pruebas en un túnel de viento en Italia. En esta fase, se utilizó un modelo a escala del Tourbillon, fabricado con más de 250 piezas impresas en 3D, para analizar el flujo de aire y validar las simulaciones previas. Sensores estratégicamente ubicados en la carrocería midieron variables clave como la presión estática y la velocidad del aire, proporcionando datos fundamentales para perfeccionar el diseño final.

David Šoštarić, jefe de aerodinámica en Bugatti Rimac, destacó que el modelo a escala permitió realizar ajustes precisos para mejorar tanto la resistencia aerodinámica como la maniobrabilidad. Entre los principales cambios implementados, se redujo el área frontal, se optimizó el difusor trasero y se perfeccionó la forma del habitáculo, todo con el objetivo de mejorar la eficiencia aerodinámica del vehículo a altas velocidades.
Uno de los logros más notables fue la capacidad del Tourbillon para alcanzar su velocidad máxima sin necesidad de desplegar el alerón trasero, lo que evidencia la optimización aerodinámica conseguida. La evolución del prototipo continuó en el túnel de viento, donde se trabajó con una versión a tamaño real para afinar aún más los resultados y ajustar la calibración de los sistemas de simulación.

El desarrollo del Tourbillon no solo implicó avances en aerodinámica, sino también en su sistema de propulsión. La combinación de un motor de combustión con tecnología híbrida supuso un reto adicional en términos de refrigeración, obligando a rediseñar los flujos de aire en los radiadores y las entradas ubicadas en la característica C-line de Bugatti. El objetivo era garantizar que el sistema de refrigeración pudiera gestionar eficientemente la potencia del vehículo sin comprometer el rendimiento.

Cada fase del proceso de desarrollo ha sido clave para llevar al Tourbillon a un nuevo nivel de eficiencia y prestaciones. La combinación de simulaciones digitales, pruebas en túnel de viento y prototipos a escala real ha permitido afinar cada detalle hasta conseguir un hyperdeportivo que maximiza la aerodinámica sin sacrificar estabilidad ni control. Con ello, Bugatti sigue explorando nuevas fronteras en la ingeniería de alto rendimiento, ofreciendo un vehículo que representa una evolución técnica respecto a sus predecesores.
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