El pueblo muy cerca de Madrid que deja a todos impactados: un detalla que nadie espera

La Montaña, un pequeño y pintoresco pueblo situado a unos 40 kilómetros de Aranjuez, es conocido por conservar uno de los ingenios más antiguos de la región. Una noria hidráulica del siglo XVIII que aún sigue siendo un atractivo para visitantes curiosos y amantes de la historia.

Este municipio madrileño es un ejemplo de la conexión entre tradición y naturaleza que se puede encontrar en la Sierra de Madrid. A pesar de su proximidad a centros urbanos importantes como Madrid y Aranjuez, La Montaña ha logrado preservar su esencia rural y su patrimonio cultural.

Esto es un símbolo de la antigua vida agrícola de la zona. Cuando estos dispositivos eran fundamentales para el riego de los cultivos y el aprovechamiento del agua en un territorio marcado por la sequía y la necesidad de optimizar los recursos naturales.

La noria hidráulica de Azuda de La Montaña

Fue construida en el siglo XVIII, fue utilizada para elevar el agua de los ríos cercanos y facilitar el riego de las huertas locales. Su funcionamiento era sencillo, pero ingenioso. Mediante la fuerza del agua, las cubetas acopladas a la estructura giraban y extraían el agua para distribuirla por los canales de riego.

Aunque hoy en día ha sido reemplazada por sistemas más modernos, la noria sigue siendo un símbolo del pasado y de la capacidad humana para adaptarse al entorno. Con el paso del tiempo, la noria se ha convertido en una atracción turística y cultural para quienes visitan La Montaña.

Aunque ya no cumple la función para la que fue creada, su estructura se ha restaurado parcialmente y ahora es un recordatorio vivo del modo de vida de generaciones anteriores. Los visitantes pueden contemplarla y aprender sobre su importancia en la historia agrícola de la región. Entendiendo así cómo fue fundamental para el desarrollo económico del pueblo en tiempos pasados.

Un entorno rural con encanto y tradiciones vivas

La Montaña no solo se distingue por su noria, sino también por su encanto rural y su entorno natural. Rodeado de campos y montañas, el pueblo ofrece un ambiente tranquilo y acogedor, ideal para quienes buscan desconectar del bullicio de la ciudad. Las casas tradicionales y las calles empedradas se mezclan con la naturaleza, creando un paisaje que invita a la exploración y el descanso.

A lo largo del año, el pueblo también celebra diversas fiestas y eventos que reflejan la cultura y las tradiciones de la comunidad. Estas festividades, centradas en la vida rural y la historia del lugar, fortalecen el sentido de identidad y arraigo de los vecinos. Los que han sabido mantener sus costumbres a pesar de los cambios que han experimentado en las últimas décadas.