19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Es el dueño de Kiss FM, afín al PSOE histórico, fue espiado por Villarejo y obtuvo una licencia de TV gracias a Mariano Rajoy

Blas Herrero asalta el poder a golpe de talonario: primero Duro Felguera y ahora quiere Prisa

El empresario Blas Herrero.
El empresario Blas Herrero.
El empresario asturiano Blas Herrero se ha convertido en época de crisis en uno de los mayores inversionistas de nuestro país. Primero se interesó por Duro Felguera y ahora ha mostrado interés por entrar en el grupo de comunicación Prisa.

Hace unos días se conoció que el empresario Blas Herrero, dueño del grupo Kiss, se interesaba por entrar en el accionariado del grupo Prisa, propietario de El País y la Cadena Ser. El dueño del grupo audiovisual Kiss ha enviado una carta dirigida al consejo de administración de la compañía en la que muestra su interés por comprar su unidad editorial en nombre de un grupo de inversores españoles.

Según la información ofrecida por Expansión, la oferta del empresario asturiano rondaría los 200 millones de euros, cifra muy superior a la generada por los distintos medios del grupo de comunicación, fuertemente golpeado por los efectos de la pandemia. De enero a septiembre de este año, la Covid-19 ha tenido en el grupo Prisa un impacto negativo estimado en ingresos de 166 millones de euros y de 119,4 millones en el EBITDA. Sin embargo, Prisa ha considerado insuficiente la oferta del empresario asturiano.

No es el primer movimiento de Blas Herrero destinado a realizar una inversión, ya que hace unos meses también se supo que tanto la conocida empresa asturiana Duro Felguera como el propio Blas Herrero se habían mostrado receptivos a que el empresario radiofónico y televisivo participase en esta sociedad como inversor, a pesar de que Duro Felguera es una empresa de ingeniería y bienes de equipo, alejada de la especialidad del empresario, que debe considerar que hay una oportunidad de inversión en esta sociedad asturiana.

Pero ¿quién es este veterano y sufrido empresario de la comunicación que ahora se interesa por Prisa y antes por Duro Felguera?  

Un hombre hecho así mismo

Blas Herrero Fernández, calificado desde sus inicios empresariales como “el Sarasola asturiano” (en referencia al conocido intermediario colombiano del felipismo, Enrique Sarasola Lerchundi), es uno de los empresarios más ricos de España.

Su vida es un cúmulo de circunstancias y casualidades, que le hicieron abandonar las vacas por los micrófonos, para servir primero a los intereses de su partido (el PSOE) y luego a los suyos propios. Poco a poco fue levantando un emporio mediático en detrimento de sus compañeros de viaje y acumulando una fortuna que nunca sospechó que fuera a reunir.

¿Pero cuál es su verdadero poder en las estructuras del Estado para, por ejemplo, haber sido beneficiado con una licencia de TDT por el Gobierno de Mariano Rajoy en detrimento de otros grupos de comunicación más potentes?  Blas Herrero ha sido una persona muy próxima a la vieja guardia del Partido Socialista Obrero Español en Asturias. Levantó su fortuna gracias al Gobierno de Felipe González y a los caprichos de su entonces vicepresidente, Alfonso Guerra.

Blas Herrero y el productor Enrique Cerezo.

Blas Herrero fue el más beneficiado por el Gobierno de González en las concesiones de radios de FM que se concedieron entre 1989 y 1992. Por entonces, los dirigentes socialistas, encabezados por Alfonso Guerra, habían seleccionado un grupo de personas de “máxima” confianza para controlar las nuevas concesiones radiofónicas que iban a otorgar.

Blas Herrero formaba parte de la llamada “Operación Arco Iris”, diseñada en la primavera de 1989 en el despacho de José María Calviño, ex director general de RTVE. Se trataba de crear una gran cadena de radio al servicio del PSOE. Toda la estrategia fue supervisada por el entonces secretario personal de Guerra, Rafael “Fali” Delgado; por el director general de Medios de Comunicación Social, Francisco Virseda; por el secretario general de Presidencia, Roberto Dorado; por el director general de Telecomunicaciones, Javier Nadal; y por el entonces ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, que ejercía de supervisor general. Todos estaban de acuerdo en que era el momento más idóneo para crear la gran cadena radiofónica socialista.

Se daba la circunstancia de que a las 153 emisoras que tenía que conceder el Gobierno central se sumaban otras 198 que correspondían a siete comunidades autónomas, de las que el PSOE tenía controladas cinco. Era una oportunidad que no había que dejar pasar y así también lo entendió el entonces secretario de finanzas del PSOE, Guillermo Galeote, inculpado en el caso Filesa, y que colocó todo el dinero que había en la llamada “caja común de la izquierda” al servicio de esta causa mediática.

Tres fueron los nombres elegidos para esta operación: el publicista Ángel Cambronero, el periodista y abogado, Jordi García Candau, exdirector general de RTVE y también exdirector general de la televisión pública castellano manchega de José Bono, y el empresario asturiano Blas Herrero.

Operación Arco Iris

El nombre de Blas Herrero estaba llamado a convertirse en uno de los principales baluartes de la “Operación Arco Iris”. Su incorporación no sólo se reducía a ser propietario de varias emisoras de radio, sino que se incorporaba a la trama Filesa, ya que todo el mapa radiofónico se gestionaba y dibujaba desde la sede de Filesa, situada en la calle Barquillo, de Madrid.

El diputado Carlos Navarro, uno de los cerebros de la trama Filesa, encargó al economista Alberto Flores que llevará toda la contabilidad de las emisoras de Blas Herrero, que se unieron en torno a una sociedad denominada Radio Blanca.  

Sede del grupo Planeta.

La primera medida fue conseguir los medios necesarios para optar a cubrir la red de emisoras en Cataluña. Para lo que constituyeron, utilizando testaferros, cinco sociedades (Ona Nova, Dial Europa,...). Todos estos testaferros tenían luego que vender sus participaciones o ceder su gestión a otra empresa paralela del PSOE, Alfil Comunicación. Entre julio y diciembre de 1989 se concedieron en España 223 emisoras de FM, muchas de ellas fueron a parar a manos de Herrero y los suyos, como el hostelero manchego Francisco Castellanos.

El candidato del PSOE para dirigir todo este emporio de medios radiofónicos era Jordi García Candau, que había sido director general de la emisora pública Radio Cadena Española.  Pero su posterior nombramiento como director general de RTVE dejó a Herrero como única cabeza visible. De hecho, García Candau le asesoraba en todos sus movimientos.

El nombre de Candau aparece relacionado tanto con Blas Herrero como con la propia Filesa en la agenda particular de otro de los cerebros de la trama, el  catalán Luis Oliveró. La dirección de contacto era la calle madrileña de Jorge Juan nº 36, 3ºD. Este piso, semivacío, correspondía la oficina que Radio Blanca abrió después su periplo por la calle Barquillo e incluso llegó a utilizar como domicilio un buzón de la Gran Vía madrileña.

Con la “caída” de Candau, Herrero se situó a la cabeza de toda la “Operación Arco Iris”. Se presentó al concurso con cinco sociedades diferentes: Radio Blanca, Emisión 7, Radio Alfa, Abalazzuas y Onda Ondaranda. Una de las principales concesiones que obtuvo fue la emisora de Valencia. En Galicia, recibió una concesión en Vigo, de 7.000 watios. Fue la última decisión que tomó el gobierno gallego, entonces presidido por el socialista Fernando González Laxe, tan sólo 24 horas antes de celebrarse las elecciones autonómicas que dieron el triunfo a Manuel Fraga.

Para entonces, Blas Herrero contaba con el apoyo sin fisuras del aparato guerrista. Su amistad, que sigue manteniendo, con la vieja guardia del PSOE asturiano era su tarjeta de presentación y entrada. Herrero tenía una estrecha amistad con el que fuera presidente del Principado de Asturias, el famoso presidente del “Petromocho”, Juan Luis Rodríguez Vigil, con el presidente de la Asociación de Amigos del Sahara y  entonces alcalde de Oviedo, Antonio Masip Hidalgo, y con los ministros asturianos del Gobierno González, Luis Martínez Toval (Trabajo ) y Gustavo Suárez Pertierra (Defensa).

Era el entonces potente clan asturiano, al que también se les unía en sus reuniones el conocido líder de la minera asturiana, el controvertido sindicalista de SOMA-UGT José Angel Fernández Villa, luego condenado a tres años de cárcel por corrupción.

El lechero de Asturias

La fuerza empresarial de Blas Herrero no era por entonces muy importante. Poseía un grupo de sociedades, sin un peso relevante y con resultados negativos, en sectores muy diversos, como el lácteo, el inmobiliario, los transportes, el comercio exterior y la venta de automóviles. En 1988 creó, junto a la empresa pública Lactaria (LESA), una sociedad mixta llamada Lácteas Reunidas Asturianas para el tratamiento y envasado de leche, comercializada con la marca Ram. Eso le valió el sobrenombre de "El Lechero", que se hizo muy popular.

También poseía concesionarios de la firma automovilística Opel y SAB en Gijón y Avilés, alguno de cuyos coches iban a parar a dirigentes del PSOE, y una sociedad de comercio exterior, Tradingbank, con actividades en Madrid y en Asturias. Su relación con el sector inmobiliario la tenía a través de su suegro, el constructor de Siero, José Vallina Llorián, quien le apoyó financieramente para hacer sus pinitos empresariales en el sector lácteo dados su escasos recursos iniciales.

Blas Herrero y Rosa María Valina.

Pero Blas Herrero es un amante del juego, no en vano, estuvo interesado en instalar a comienzo de los años noventa un casino en el Hotel Reconquista, de Oviedo. Y juega a todas las bandas, es una cuestión de afinidades puntuales.

Por ejemplo, es buen amigo del ex ministro de Fomento del PP, Francisco Álvarez Cascos, luego líder de Foro Asturias. Como también fue miembro del patronato de la Fundación Padre Arrupe, dedicada a la educación en El Salvador y vinculada a la familia Rato-Figaredo y Salazar Simpson. Todos estos contactos han favorecido el liderazgo de Blas Herrero, un asturiano que sí supo sacar provecho de las últimas concesiones otorgadas por el Gobierno del PP de Mariano Rajoy y que también intentó en su día aliarse y unir fuerzas con el grupo Unidad Editorial, propietario entre otros medios de El Mundo y Marca.

Una cara licencia de TDT

La sorpresa llegó cuando el Gobierno de Mariano Rajoy concedió en octubre de 2015 al grupo de comunicación de Blas Herrero una de las tres licencias abiertas de TDT, tras el último concurso convocado. Las otras dos fueron a parar a Real Madrid TV, con Florentino Pérez a la cabeza, y al grupo de comunicación Secuoya, propiedad del empresario Raul Berdonés.

Este empresario asturiano era consciente que poner en marcha una cadena televisión resulta demasiado complejo y caro. Por ello, de entrada, recurrió a una alianza tapada con la multinacional estadounidense Discovery para que la dotara de contenidos enlatados de producción. Pero se da el caso que Discovery ya está presente el mercado audiovisual español, con Discovery Max, y precisamente lo hizo dentro de una de las dos licencias en abierto que tiene el grupo Unidad Editorial, propietario del diario El Mundo.

Hoy, los nuevos canales de la TDT, auspiciados por el Gobierno de Rajoy, han cumplido ya cinco años de existencia sin apenas audiencia propia y sin romper el equilibrio que se disputan los dos gigantes del duopolio televisivo: Mediaset y AtresMedia. Ya en su día sorprendió especialmente el que Blas Herrero figurara en la lista de los privilegiados  grupos agraciados en el reparto de licencias de TDT.

Y ahora aspira a otro nuevo y díficil reto: la empresa asturiana Duro Felguera, sobre la que ya ha realizado una oferta de participación en el proceso de recapitalización de la compañía.

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