La otra vida de Bárbara Rey: Su idilio secreto con el cantante Peret
La presencia de la vedette en el programa 'Lazos de Sangre' refuerza lo que El Cierre Digital reveló en exclusiva
En un emotivo episodio del programa "Lazos de Sangre" de RTVE, emitido ayer, se rindió homenaje a Peret, conocido como el 'rey de la rumba catalana', en conmemoración del décimo aniversario de su fallecimiento. El especial llevó a los espectadores a un recorrido por el barrio del Raval en Barcelona, donde Peret creció y comenzó su carrera musical a una temprana edad. Su hija Rosita y sus nietos Soraya y Dani compartieron historias y recuerdos del artista, destacando su trayectoria desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un ícono de la música.
El episodio no solo abordó su carrera musical, sino también su vida personal y su relación con la Iglesia Evangélica, donde sirvió como pastor tras retirarse temporalmente de la música. Además, se recordaron momentos destacados como su participación en Eurovisión en 1974, donde representó a España con la canción "Canta y sé feliz", logrando un décimo puesto. Este evento fue especialmente significativo dado que Peret fue obligado a participar, según relató él mismo, enfrentando incluso amenazas debido a que no había cumplido con el servicio militar obligatorio.
En el debate posterior al documental, moderado por Jordi González, se discutieron aspectos menos conocidos de su vida pero ya noticiados en exclusiva por elcierredigital.com, como su relación con otras figuras del mundo de la música y su 'idilio' amoroso con Bárbara Rey.
La propia Bárbara Rey, que lucía una pulsera de la bandera de España con el lema "Gobierno Dimisión", participó en el programa para hablar sobre Peret. Durante su intervención, compartió detalles de su relación con el cantante, proporcionando una perspectiva personal y única sobre su vida y carácter. Detalles que ya habÍa revelado elcierredigital.com en exclusiva.
El idilio entre Bárbara Rey y Peret
Invierno de 1967. Madrid, barrio de Salamanca. 'Bárbara Rey' se deja ver con una amiga en la mítica cafetería California 47, de la calle Goya, la que años más tarde fuera objeto de un ataque terriroirta por parte de la organización Grapo. María y su amiga se dejaban ver mucho por este lugar de encuentro de la jet madrileña. Su futuro le iba a deparar nuevas sorpresas. Había llegado a la capital de España solo meses antes, con tan solo 17 de años.
Bárbara Rey, según su DNI María García García y para los amigos 'Marita la totanera', nacida un 2 de febrero de 1950 en Totana (Murcia), había conocido al entonces famoso cantante rumbero de etnia gitana Peret, de nombre real Pedro Publill Calaf. El autor de canciones inolvidables como 'Gitana Hechizera' o 'Una lágrima' la habia conocido por esas tierras huertanas de Murcia.Y la belleza de la joven María atrajo de inmediato al guitarrista y cantante de Mataro.
Peret le ayudó entonces a venir a la capital de España con tan solo 17 años. "Aquí vas a triunfar", le dijo. El rumbero catalán le dió cobijo y le buscó piso. La situó en una buena zona de la capital de España, en la calle de López de Hoyos casi esquina con la calle de Cartagena, al inicio del barrio de Prosperidad.
El gitano Peret, el llamado "rey de la rumba catalana", se convirtió en el primer idilio de la vedette murciana. Sin embargo, por aquellas fechas el cantante estaba casado con Fuensanta Escudero con la que contrajo nupcias en 1957, diez años antes de conocer a María. Y, después de algunos meses, desapareció por completo de la escena. María le perdió el rastro. Pero afortunadamente la totanera pudo quedarse en esa casa de López de Hoyos gracias a un pequeño dinero que sí le dejó el rumbero Peret. Y lo hizo con tan sólo 17 años junto a una amiga, que además no era de su tierra.
La necesidad apretaba y ambas jóvenes habían acudido ese frío día de invierno a refugiarse en la cafetería California 47, de la calle Goya. Al lugar acudía la élite empresarial de Madrid. Era el principal local de encuentro del barrio de Salamanca. Y hasta allí llegó aquella tarde un conocido empresario de la construcción, cuyo nombre prefiere guardar en el anonimato elcierredigital.com. El empresario, nada más entrar en el local, se quedó prendado de María. Y pronto se acercó a la joven totanera: "Hola que haceís por aqui...", fue su saludo inicial. Minutos después ya entablaban una conversación que derivó hacia una pronta amistad. María no dudo en contarle su difícil situación "...es que estamos aqui en Madrid, me viene con Peret, que me conoció y me trajo hasta aquí de mi pueblo, pero se ha ido y claro ahora no puedo pagar la casa... me dejo un dinerito... pero ya no me llega y debo ya dos meses...".
Este conocido empresario madrileño no lo dudo, aunque de entrada le inquietó bastante la edad de María, 17 años. "Tranquila María, no te preocupes, ahora vamos a tu casa cogemos las maletas y os venís a un apartamento que tengo por el Estadio Bernabéu". Y así fue. La joven, luego conocida como Bárbara Rey, y su amiga se subieron al Mercedes del empresario y marcharon para recoger sus enseres hasta el domicilio de López de Hoyos. Allí cargaron todo en el clásico coche y se fueron del apartamento de madrugada sin dejar rastro ya alguno.
El empresario las ubicó en un apartamento que tenía en la calle de Padre Damián, enfrente de un colegio de monjas. Allí se quedaron las dos. Días después su amiga marchó y quedó solo María. Pero una noche el empresario regresó de sorpresa al apartamento y se encontró a Maríta, como ya le llamaban, junto a unos amigos en una fiesta total.
Su enfado fue mayúsculo y de madrugada desalojó de la casa a María y a sus compañeros de juerga. Desde entonces la vedette comenzó un periplo que la llevó hasta un piso en la calle de Francisco Silvela, frente al conocido parque que da la plaza de Manuel Becerra. Y comenzó su lucha por las boites de la capital de España.
Un vida de lucha artística
Ya desde pequeña María destacó por su afición al mundo del espectáculo. Admiraba sobre todo a Lola Flores, a la que llegó a imitar con mucha gracia años más tarde. Con el paso del tiempo también pasó a estar Concha Velasco en la su lista de sus iconos.
A María le gustaba poco estudiar y vio en el título de Maja de Murcia en 1967 una oportunidad para llegar a Madrid, la Meca del espectáculo nacional. Y lo hizo de la mano del rumbero Peret. En la capital llegó a ser gogó de locales como Cerebro o la discoteca JJ de la Gran Vía (en honor a Juan[Pardo]y Junior). Empezó también a aparecer como extra en películas como 'La vida sigue igual' (1969), donde se narraba a mayor gloria la vida de Julio Iglesias. Y se presentaba a todo tipo de concursos de belleza.
Así, en 1970 consiguió ser Miss Madrid y quedó segunda en el certamen de Miss España. Precisamente, cuando la ganadora Fina Román se casó hubo que buscar a alguien que la sustituyera y ahí estaba Marita, quien fue nombrada Miss España 1971 sin que mediara ningún concurso y sería, a la postre, el primer escándalo de su vida.
Tras varios filmes sin importancia, la murciana decidió macharse casi un año a Londres. Años después contaría que se sintió acosada por alguien importante del mundo del espectáculo. Parece ser que mantuvo un flirteo con el cantante Junior, antes de su unión con Rocío Dúrcal.
A su vuelta a España puso su carrera en manos del mismo representante que el de la belleza argentina Rosanna Yanni. Nació así su nombre artístico en homenaje a su Barbra Steisand y a Fernando Rey, por aquel entonces el actor español más internacional. Su carrera empezó a crecer a pasos agigantados interpretando roles secundarios en comedias, donde las grandes estrellas eran Ana Belén, Lina Morgan o su admirada Concha Velasco.
Ya en 1975 dio el salto a las portadas de las revistas del corazón por un sonado romance con Alain Delon. El astro del cine francés se encontraba en España rodando una película. La prensa nacional se llenó de portadas con la unión de la ya conocida como Bárbara Rey y el francés. A finales de ese año la rubia totanera fue elegida junto a Ágatha Lys y Paca Gabaldón para presentar el especial de Nochevieja en TVE a las órdenes de Valerio Lazarov. Se convirtió en una de las mujeres más famosas y deseadas del país. Y hay empezó su verdadero estrellato de la mano del productor Enrique Martí Maqueda, que se convirtió en su mecenas y pareja.
Tras la muerte de Franco el cine, la televisión y los kioskos se llenaron poco a poco de mujeres desnudas. Posteriormente se sumaría algún hombre. Pero las folklóricas del 'rompe y rasga' se convirtieron en las nuevas reinas del celuloide patrio. Bárbara, además de desnudarse en revistas como Interviú, Party o Lib, exhibió su anatomía en filmes como 'La muerte ronda a Mónica', 'La viuda andaluza' o 'Las delicias de los verdes años'.
Compitió de tú a tú con otras reinas de la Transición como Nadiuska, María José Cantudo o Amparo Muñoz. A Bárbara posiblemente le jugó una mala pasada la moda del destape y su físico, que se acercaba más al de una sueca que al de una española castiza. Su talento para la comedia se perdió en papeles repetitivos. Tal vez la excepción de su carrera fue su papel en 'Carne apaleada' (1978), un magnífico drama carcelario donde compartía cartel con Esperanza Roy y Terele Pávez, donde interpretaba a una lesbiana en prisión por asuntos políticos.
Un año antes, ya había encarnado la primera historia lésbica de nuestro cine, si bien con tintes mucho más morbosos y eróticos. Fue en 'Me siento extraña' y su compañera en la pantalla era Rocío Dúrcal, la mujer por entonces de su examigo el recordado Junior.
Ya en 1980 se alejó definitivamente del cine para unirse a Ángel Cristo, por entonces un exitoso domador.
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