Meritxell Batet, protagonista de la Reforma Laboral: Su intrahistoria familiar
Carla Vigo, nieta del general republicano Domingo Batet y pareja del exministro Juan Carlos Campo.
Alberto Casero, diputado del PP y exalcalde de Trujillo, se ha convertido en el protagonista político de las últimas jornadas. Su voto a favor de la Reforma Laboral del PSOE se debió a un error, aunque su partido asegura que se debe a un fallo informático, y han convertido a Meritxell Batet en protagonista involuntaria de la polémica tras la amenaza de PP y VOX de llevar su decisión como Presidenta de la Cámara Baja al Tribunal Constitucional. ¿Pero quién es realmente la persona que se encarga la tercera autoridad del Estado?
La presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, nació en Barcelona en 1973 y está licenciada en Derecho por la Universidad Pompeu Fabra de la Ciudad Condal. Se inició en política en la Agrupación de Gràcia del Partido Socialista de Catalunya (PSC) y comenzó a destacar a principios de los noventa junto al exministro Narcís Serra.
Se casó en 2005 con el diputado cántabro del PP, José María Lasalle, un hombre clave en los gobiernos de Mariano Rajoy, donde ejerció de secretario de Estado de Cultura desde 2011 a 2016. Con él tuvo dos hijas mellizas: Adriana y Valeria. El matrimonio se rompió hace unos años tras querer dar el político conservador un nuevo giro a su vida más íntima y privada. Desde hace tres años Batet vive una historia de amor discreta con Juan Carlos Campos, el que fue ministro de Justicia entre enero de 2020 y julio de 2021.
Pero sin duda, es la historia familiar de esta política socialista catalana, que de nuevo ha sido elegida como presidenta del Congreso de los Diputados en esta legislatura, la que tiene muchos flecos secretos y sorprendentes. Entre los antepasados de Meritxell Batet tiene un hueco en la Historia, por derecho propio, su abuelo, el general Domingo Batet.
Domingo Batet fue un militar catalán que acabó siendo fusilado por intentar detener el golpe de Estado previo a la Guerra Civil Española de 1936 y mantenerse fiel a la República. Ingresó con 15 años en la Academia de Infantería de Toledo y con 23 se alistó como voluntario en la Guerra de Cuba. Alcanzó el rango de coronel en 1919, y en 1922 ya intervino como instructor del que fue llamado Expediente Picasso. Un documento confidencial que materializó el Ministerio de Defensa tras el desastre militar de Annual, en Marruecos, en 1921, donde murieron miles de soldados y civiles españoles.
Al ser proclamada en 1931 la II República, se encontraba destinado en Mallorca y sustituyó al destituido general López Ochoa como Capitán General de Cataluña. Curiosamente, López Ochoa es también antepasado de otra mujer ilustre de la actualidad, la Doctora Elena Ochoa, famosa por su programa de televisión de los noventa Hablemos de sexo y hoy casada con el célebre arquitecto Norman Foster. Vive en Londres y controla una importante editorial dedicada al mundo artístico. En su día estuvo casada con el intelectual Luis Racionero.
Tras sustituir a López Ochoa, Domingo Batet se distinguió por el acatamiento a la autoridad civil, por el respeto al régimen autonómico catalán y por la prudencia con que actuó en las tensiones entre algunos sectores militares y la nueva administración de la Generalitat catalana. Su papel fue fundamental durante los sucesos del 6 de octubre de 1934, cuando el presidente autonómico, Lluís Companys, declaró el Estado Catalán. Batet se puso en contacto con el entonces presidente del gobierno republicano español, Alejandro Lerroux, que le exigió que declarase el Estado de Guerra en Cataluña.
Tras diferentes disturbios, con el resultado de tres muertos, el ejército comandado por el general Batet tomó la Plaza de Santiago. El comandante mantuvo un encuentro con Enrique Pérez Farras, el Jefe de los Mossos de Escuadra, para que abandonaran las armas. Estos no cedieron y empezaron a disparar sobre el ejército español produciendo varias muertes y heridos. Fue entonces cuando Batet ordenó que los cañones del ejército dispararan contra el Palau de la Generalitat. Tras cinco intensas horas de asedio, los insurrectos mandados por el coronel Frederic Escofet se rindieron y fueron detenidos.
A pesar de los disturbios, en círculos militares se considera que el general Batet consiguió dominar la situación con el mínimo de violencia, actitud que le valió ataques de ambos bandos: de la derecha y de algunos sectores militares y, también, por parte de los independentistas catalanes.
Fiel a la República
Fue en marzo de 1935 cuando Batet fue nombrado Jefe de la Casa Militar del presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora. En junio de 1936 ya fue designado Jefe de la Sexta División Militar, con sede en Burgos. Durante los intentos de levantamiento de algunos sectores militares, él tomó una postura de fidelidad a la República y contra la sublevación de Franco.
Así, el 16 de julio de 1936 se entrevistó en el monasterio de Irache, en Navarra, con su subordinado y uno de los principales conspiradores golpistas, el general Emilio Mola, comandante militar de Pamplona. Su intención era frenar los intentos de sublevación y calmar los ánimos de los más exaltados. Aunque Mola le prometió que no se sumaría a ninguna conspiración, dos días más tarde se producía el Golpe de Estado y Burgos pronto se convertiría en una plaza de los sublevados.
El coronel Marcelino Gavilán arrestó a Batet acusado de mantenerse fiel a la legalidad vigente. Su amigo, el General Mola, exigió un trato de respeto para Batet y que se le reconociera sus dignidades militares.
El 1 de septiembre de 1936 fue acusado formalmente de Rebelión Militar precisamente por los militares que se habían olvidado de la legalidad y la Constitución. El coronel Miguel Riba de Pina se encargó de su defensa, aunque el juicio no dejó de ser una farsa con simulación de legalidad. Durante los meses del proceso, Francisco Franco tomó la decisión de retirarle la pensión que iba unida a la tenencia de la Laureada de San Fernando, que había conseguido tras frenar la sublevación independentista del Estado Catalán.
El 8 de enero de 1937 fue definitivamente condenado a la pena de muerte, en un Consejo de Guerra que se le abrió por "Auxilio a la Rebelión". Fue fusilado por un piquete de ejecución formado por una sección del regimiento de San Marcial, encargado de cumplir la condena el 18 de febrero. Su fusilamiento se realizó en el campo de tiro burgalés de Vista Alegre.
A pesar de que el cruento Queipo de Llano llegó a pedir indulto para él, Franco decidió hacer oídos sordos. Las últimas palabras de Domingo Batet fueron las siguientes: “Soldados, cumplid un deber sin que ello origine vuestro remordimiento en el mañana. Como acto de disciplina debéis disparar obedeciendo la voz de mando. Hacedlo al corazón; os lo pide vuestro general, que no necesita perdonaros, porque no comete falta alguna el que obra cumpliendo órdenes de sus superiores”. Militar hasta el final. Su nieta hoy, casi ochenta y tres años después, ha sido nombrada de nuevo presidenta del actual Congreso de los Diputados.
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