Las violaciones múltiples, cada vez más comunes: Desde Pamplona a Buenos Aires
Una joven de 20 años fue violada por seis individuos en un coche en Palermo, Argentina, a plena luz del día.
Aún con la resaca de la jornada del 8-M, es necesario seguir hablando de casos de violación y, en general, de las distintas violencias que afectan a las mujeres. Hace ya más de una semana, saltaba a la opinión pública la noticia de que una mujer de 20 años había sido violada por seis hombres en un coche, a plena luz del día, en Palermo, uno de los barrios con más afluencia de turismo de Buenos Aires.
Este tipo de violación suele hacer mucho ruido en los medios pero lo cierto es que en la mayoría de los casos, pese a que se pongan denuncias, no se llega a hacer justicia. Aunque la legislación de Argentina contempla castigos de hasta 15 años de prisión por el delito de violación, en muchos de los casos denunciados no se llega a juicio o se absuelve a los acusados.
Pese a las carencias de la justicia argentina –y de muchos otros países del mundo– en materia de violaciones y otras agresiones sexuales, cada vez más mujeres se sienten capaces de denunciar los hechos. En 2020, se registraron en Argentina 5.703 víctimas de violación según los datos del Ministerio de Seguridad de la Nación, aunque se calcula que son muchas más las violaciones que se sufren en el país.
Violación a plena luz del día
Los vecinos contaron que vieron un coche pequeño de color blanco sacudirse violentamente. Fue una panadera la que se dio cuenta desde su negocio de lo que sucedía: cuatro jóvenes prácticamente desnudos hacían turnos para violar a una mujer. Fuera del vehículo, otros dos hombres cantaban al son de una guitarra para así disimular los gritos de la víctima y los golpes y, en caso necesario, avisar a los que se encontraban dentro si algo sucedía.
A la voz de la panadera, varios vecinos decidieron acercarse al coche para sacar de allí a la mujer, que, con la ropa medio rota, se encontraba en estado de shock y bajo el efecto de alguna droga, algo que no le permitía apenas hablar. La víctima, de 20 años, explicó que había salido a bailar con sus amigos y que, al quedarse sola esperando el autobús, la interceptaron seis hombres que se convertirían, poco después, en sus agresores.
Los seis varones tienen una edad comprendida entre los 20 y los 24 años, son amigos y suelen viajar juntos. Uno de los violadores es estudiante de arquitectura y otros son militantes de agrupaciones de izquierdas. Cuando los vecinos vieron lo que estaba pasando, ellos trataron de escapar, pero los detuvieron con palos de escoba y un secador, según explicaron los testigos. Al llegar, la policía se vio obligada a proteger a los seis violadores de la gente.
Violaciones… ¿en manada?
Este tipo de violación es cada vez más habitual en todo el mundo. En el caso de España, se calcula que las violaciones perpetradas por más de una persona a la vez se multiplicaron prácticamente por cuatro entre 2016 y 2019. Sin embargo, no es posible conocer el número exacto puesto que no hay datos oficiales, debido a que no se tiene en cuenta el número de agresores a la hora de contabilizar los casos de violación. El proyectoGeo Violencia Sexual se encargó de registrar estos datos en base a los casos recogidos en la prensa.
“La primera decisión de estos individuos es hacerlo en grupo ya que, a sus ojos, esta 'colaboración' lo convierte en algo divertido”, comenta el psicólogo forense Javier Urra. “Su percepción de las mujeres está distorsionada, las ven como un simple objeto sexual”, asegura, y es que una violación no es, en ningún caso, un acto sexual, sino una agresión, y está directamente relacionada con el deseo de sentirse poderoso, de tener el control de algo. Es la cosificación de la mujer lo que la lleva a convertirse en el “objeto” a poseer.
El lenguaje, en estos casos, es muy poderoso. Desde que se conociera el caso más mediático de una violación de estas características en Pamplona, se cometió un error: llamarlos “La Manada”. La palabra ‘manada’ asume a los violadores como bestias sin capacidad de raciocinio, animales supeditados a sus instintos, y nada más lejos de la realidad. Quienes cometen este tipo de crimen son hombres, en general, con plenas facultades mentales.
Tampoco sería correcto, entonces, llamarlas ‘violaciones en grupo’ o ‘grupales’, puesto que reduce los hechos a una sola violación, cuando la realidad nos muestra que las víctimas son violadas, normalmente, varias veces por cada uno de los agresores, y de distintas maneras.
Por su parte, estos casos invitan a la reflexión, y las recientes manifestaciones del Día de la Mujer recogen carteles que rezan: “Menos ‘podría haber sido mi hija’ y más ‘podría haber sido mi hijo”. La lucha contra esta lacra se enfoca, normalmente, en las víctimas, y eso es lo que debe cambiar. La sociedad debe abrir los ojos y ver que los agresores suelen ser varones aparentemente normales y no acordes con la imagen configurada que se tiene de un violador.
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