Las seis mujeres de Juan Carlos I: Sofía, Bárbara Rey y Marta Gayá
Han salido a la luz los romances del Rey Emérito gracias a grabaciones del hijo de la vedette murciana.
El hijo de la vedette murciana Bárbara Rey y del domador Ángel Cristo ha captado la atención de los medios de comunicación con las declaraciones que ha realizado acerca de su vida familiar. Ángel Cristo Jr, ha revelado públicamente su versión sobre las escandalosas grabaciones que realizó de niño, protagonizados por su madre y el rey Emérito durante sus encuentros furtivos a finales de los años 80 y principios de los 90, confirmando lo que se ha publicado desde hace años en elcierredigital.com. Nuestro periódico siempre afirmó la existencia de grabaciones de audio y múltiples fotografías, pero no de vídeos, tomadas en el jardín de la casa en Boadilla del Monte, en Madrid, muy cerca del Palacio de la Zarzuela.
Es bien sabido que el Rey Emérito tuvo diversos ‘affairs’ a lo largo de su vida y con diferentes mujeres. Muy diversas. Sin embargo, son seis las mujeres que han marcado principalmente la vida amorosa de Don Juan Carlos desde su juventud. En un inicio Gabriela de Saboya, hasta su matrimonio con la Reina Sofía de Grecia, pasando por sus posteriores aventuras con la vedette Bárbara Rey, su estrecha relación con su fiel amiga y entrañable Marta Gayá, hasta su romance conflictico con la alemana Corinna Larsen. Idilios que ha estado en el centro de la polémica durante los últimos días por las sorprendentes declaraciones del hijo de Bárbara Rey.
Estas son las seis principales mujeres que más han marcado la vida de Juan Carlos I. Desde la reina Sofía a Corinna, pasando por la vedette Bárbara Rey o Marta Gayá. Y sus amores de adolescencia en su exilio y bajo el régimen de Franco.
Gabriela de Saboya: un amor de juventud
Juan Carlos I mantuvo varias relaciones íntimas previas al matrimonio con Doña Sofía. Una de las más sonadas fue con Gabriela de Saboya. Una relación que se prolongaría durante años. Fue un período de apasionamiento amoroso para don Juan Carlos.
En ese entonces, años sesenta, el entonces príncipe de España estaba completamente enamorado de la princesa Gabriela, considerada como su gran amor de juventud por muchos amigos de su adolescencia. Sin embargo, ella a veces lo hacía sufrir al elegir a otras parejas para los bailes. De hecho, Gabriela de Saboya había coqueteado con varios jóvenes sin comprometerse seriamente con ninguno.
Pero entre don Juan Carlos y Gabriela se desarrolló un noviazgo en su juventud. El príncipe llegó a tener fotos de ella en su habitación en la Academia General Militar de Zaragoza. Esta relación probablemente fue la más platónica del monarca español. A pesar de que Gabriela no tenía muchas intenciones por ser su esposa y reina de España, para los expertos reales Gabriela de Saboya era la candidata favorita de su `padre, don Juan de Borbón,
Don Juan apostaba por ella para un posible matrimonio con su hijo, a pesar de la fuerte oposición del General Franco. Tras esta oposición del Régimen, el amor platónico de Gabriela de Saboya fue reemplazado por el de Olghina Nicolis de Robilant.
El "no puedo casarme contigo" a Olghina de Robilant
Así fue. “Surgió un flechazo entre compañeros de mesa. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos”, Con esta declaración definió la condesa Olginha Nicolis de Robilant su conocidísimo romance con Juan Carlos I.
Una relación “con una fuerte carga sexual”, que tuvo lugar durante cuatro años apasionados, como ha contado elcierredigital.com. La intensa relación que tuvieron Don Juan Carlos y Olghina de Robilant, durante la década de los 60, y ante en los 50, se desarrolló entre la ciudad italiana de Roma y la localidad de Estoril en Portugal. Era una relación inapropiada a ojos pulcros de los círculos de la realeza española.
Existía una narrativa oficial muy diferente, que se centrada en los lazos entre el futuro rey de España y la hija de María Gabriela de Saboya, cuyo padre era Humberto II, el rey en el exilio de Italia. Don Juan Carlos expresó en una carta a Olghina su amor por ella, admitiendo su verdadera pasión. Pero el futuro rey de España ya le reconocía que al no poder casarse con ella, según indicación del Régimen de Franco, la “mejor opción” sería dejar su relación. Como así fue.
No obstante, años después, Olginha Nicolis de Robilant vendería estas cartas de amor en 1984 a Antonio Asensio, el entonces todopoderoso editor del Grupo Zeta. A pesar de que Asensio paralizó su publicación por un tiempo después de reunirse con el Rey Juan Carlos I en el Palacio de la Zarzuela, algunas de estas cartas luego fueron publicadas en la revista Interviú en 1988. Cuatro años después.
Lo más significativo de todo es que a los 25 años, en pleno romance con don Juan Carlos, Olghina se convirtió en madre soltera, lo que causó un gran escándalo en su familia. Especialmente para su abuela María Gabriela de Saboya, quien luchó por obtener la custodia de su nieta Paola.
Nunca se reveló la identidad del padre de la niña. Sin embargo, en 1989 la revista italiana 'Oggi' publicó supuestas declaraciones de Olghina en las que se afirmaba que el padre de Paola "era el Rey de España", algo que Olghina luego negó rotundamente.
La Reina Sofía, su esposa y sufridora
Sofía de Grecia nació el 2 de noviembre de 1938 en el Palacio Real de Tatoi en Atenas. Debido a la Segunda Guerra Mundial, tuvo que pasar algunos años de su infancia en Egipto, Sudáfrica y Londres antes de regresar a Grecia en el año 1946. Un año después, su padre fue coronado rey después de la muerte de su tío Jorge II.
Pasó su juventud entre fiestas y encuentros reales, lo que contribuyó al desarrollo de su relación con Juan Carlos I.En el verano de 1954, durante un crucero en el yate Agamenón organizado por la reina Federica de Grecia, Sofía de Grecia y Dinamarca y don Juan Carlos se conocieron. En ese momento, Sofía tenía 15 años y Juan Carlos 16. Aunque no congeniaron en ese primer momento, ya que Sofía estaba locamente enamorada del príncipe Harald de Noruega y Juan Carlos de Borbón mantenía como se ha señalado una relación intensa con María Gabriela de Saboya. Pero la vida luego les unió.
Y así fue. Tres años después, Juan Carlos y Sofía volvieron a encontrarse en la boda de un hijo del Conde de París. Y, poco después, se reencontraron en el enlace de un pariente lejano de Juan Carlos I, el aristócrata Antonio de Borbón Dos Sicilias. Dicen que fue en este último evento donde surgió la chispa entre ellos.
Pero su desenlace final ocurrió más tarde, durante la boda de los duques de Kent. Fue en junio de 1961 en la ciudad inglesa de York. Y desde entonces, la casualidad, el destino y el deseo del General Franco los unió ya de por vida.
Y, a partir de entonces, los acontecimientos se precipitaron. La petición de mano de la pareja tuvo lugar el 13 de septiembre de 1961 en la ciudad suiza de Lausana, el retiro habitual de exilio de los Borbones. Y solo escasos meses después, se celebró su boda el 14 de mayo de 1962 en la capital griega de Atenas.
A pesar de lo que se dijo en aquellos tiempos, Juan Carlos y Sofía mantuvieron desde esa escogida fecha una relación de cariño y afecto real, que perduró hasta la llegada de la democracia a España. Es indudable que el Regimen de Franco sacó provecho de esta boda del futuro rey de España designado por el dictador, ya que Sofía de Grecia era una princesa real. Además, era la primogénita de una casa real por entonces reinante, hija de Pablo I de Grecia y la reina Federica, Sin embargo, Sofía renunció a sus derechos dinásticos al convertirse al catolicismo después del matrimonio con Juan Carlos I.
En los inicios de su matrimonio, los reyes de España vivieron como cualquier otra pareja en aquellos tiempos del post franquismo, es decir, bajo el riguroso control de la dictadura de Francisco Franco. Aquellos años de la segunda mitad de los 60 y principios de los 70, fue un periodo austero para el matrimonio real. El dictador mantenía por entonces al príncipe bajo un estricto control y no permitía ningún tipo de conducta inapropiada.
Según los expertos consultados por elcierredigital.com, "si hubiera habido alguna otra mujer, una casulal amante, o hubiera ocurrido algo durante algún viaje de don Juan Carlos fuera de España se hubiera eliminado de inmediato del control público. Ni la Reina ni el pueblo español hubieran tenido conocimiento de ello".
Según ha revelado doña Sofía a sus amigos más cercanos, "estos fueron los días más felices de su matrimonio", a pesar de las dificultades económicas y el control del Régimen de Franco.
Pero después de la muerte de Franco en 1975 y la llegada de Adolfo Suárez se abrió el melón. Se produjo un punto de inflexión en el matrimonio real. La libertad que empezó a imperar en el pueblo español se trasladó también a la realeza. Permitió a don Juan Carlos "liberalizarse" en el sentido total de la palabra..
La primera gran ruptura de la pareja real ocurrió en enero de 1976. Según cuentan, la reina viajó con sus tres hijos a una finca en Toledo para sorprender a don Juan Carlos, que estaba de caza. Sin embargo, la sorprendida fue la reina Sofía. Este hecho sirvió para que doña Sofía ratificara una sonada infidelidad de su marido con una c onocida artista de la época, que no era todavía Bárbara Rey. La Reina Sofía no lo dudó. Y decidió irse de España a la India con sus hijos donde se encontraba su madre Federica, la exiliada reina de Grecia.
El escándalo público fue mayúsculo ya que doña Sofía "huyó" sin contar con un permiso explícito del Gobierno de Suárez para abandonar España con su hijos, futuros herederos de la corona. Allí en la India se reunió con su madre la reina Federica, que se había enamorado de un vigoroso chaman, que luego se trajo a España para que le diera buen cobijo y compañía, marcado a sangre en el texto del acuerdo de pacto firmado con Juan Carlos I para el regreso de su mujer a España.
Ante los escándalos y supuestas infidelidades del monarca, muchos intentaron encontrar alguna falla en doña Sofía, pero no tuvieron éxito. Se llegó a especular que tenía una casa en Londres, donde tenía sus aventuras. Además, se la relacionó con un médico radicado en la capital británica, así como con un empresario con gustos similares por el arte y hasta con uno de sus guardaespaldas. Pero nunca se pudo demostrar nada con pruebas. La reina solo se refugió en sus hijos y nietos, ante tanta infidelidad.
Los últimos escándalos de la pasada década, antes de la salida de España del ya rey Emérito, con sus polémicas de caza en Botsuana con Corinna Larsen o el caso de corrupción pública de su yerno Iñaki Urdangarin, provocaron también el alejamiento de su hija Cristina y de sus nietos fuera de España,
Estos escándalos monetarios y amorosos fueron un peso enorme y derribaron parte de la fachada que había construido Juan Carlos I para protegerse, tal y como ha señalado con pruebas durante estos años elcierredigital.com.
Marta Gayà: el ‘gran amor’ del Emérito
Tal y como publicó en exclusiva el hoy director de elcierredigital.com, Juan Luis Galiacho, en la revista Época en 1992, y que también ratificaron las conversaciones grabadas por el CNI al entonces rey de España, si ha habido una mujer que ha ocupado y ocupa todavía un lugar muy especial en el corazón del hoy rey Émérito, esa es la decoradora mallorquina Marta Gayà. Una relación íntima que Juan Carlos I mantiene hoy con fuerza con Marta Gayà y que dura ya más de 35 años.
La decoradora mallorquina formaba parte del círculo cercano de amistades que rodeaba a don Juan Carlos en la isla balear. Durante finales de los años 80 y comienzo de los 90 disfrutaron de una relación que era un secreto a voces.
El entonces todopoderoso rey de España, recién entrado en la cincuentena, se enamoró perdidamente de ella. Pasaban muchos fines de semana y también periodos no vacacionales juntos. Desde Baqueira hasta Suiza. Al principio, sus encuentros eran secretos, pero no tardaron en hacerse públicos. Tanto que este deslocado amor le llevó, incluso, a descuidar sus obligaciones familiares y también las oficiales.
Fue, precisamente, la reina Sofía una de las primeras en enterarse. Ocurrió durante una cena oficial en Palma de Mallorca en honor al multimillonario árabe Aga Khan, a la que asistieron alrededor de 200 personas. Esa noche, llegaron al acto juntos el Rey, la Reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, todavía había una mesa vacía.
Ya muy al final de la cena de gala, se presentaron sin rubor alguno el escritor José Luis de Villalonga junto a Marta Gayà y acompañados por el ya fallecido príncipe georgiano Tchokotua y su esposa Marieta Salas. Y en lugar de enfadarse, Juan Carlos I se levantó de su silla presidencial y fue a saludarlos efusivamente, lo que ofendió mucho a la reina Sofía.
Este gesto fue una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con la decorada Marta Gayà, pero también fue un golpe duro para la reina Sofía. Otro más.
Pero la relación sentimental entre el monarca y su amante fue más seria de lo habitual en él. Lo que puso seriamente en peligro la estabilidad del matrimonio real en ese momento de 1992.
No obstante, Marta Gayá se mostraba muy discreta a pesar de que todos sabían de su relación con Juan Carlos I. De hecho, siempre intentaba no dañar a la reina Sofía. Sus encuentros tenían lugar principalmente fuera de Madrid. En concreto, en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o París, donde ella se alojaba en casa del escritor José Luis de Vilallonga. Sin embargo, por aquellas fechas para Juan Carlos I no había límites. Y no dudaba en llamarla e ir a su encuentro.
Por eso, en un momento extremadamente complicado para la vida de Marta Gayà, el monarca español no vaciló en abandonar sus responsabilidades políticas como soberano para ir a acompañarla a Suiza, donde ella se había refugiado con un profundo estado de depresión en la residencia del príncipe georgiano Zourab Tchokotua, el gran confidente y empresario más cercano a don Juan Carlos durante aquellos años en la "corte paralela de Mallorca".
Por aquellas complicadas fechas, el Rey Juan Carlos buscaba dar ánimos a su gran amiga la diseñadora, quien había experimentado un severo impacto tras presenciar personalmente el trágico accidente mortal del dueño de Spantax, Rudy Bay, y su compañera Marta Girod, ambos amigos de los dos.
Esta ausencia amorosa de España de Juan Carlos I generó una breve crisis política durante el Gobierno de Felipe González, dado que el Rey, sin ninguna planificación de viaje en su agenda oficial, dejó incluso sin sancionar algunas leyes publicadas en el BOE.
Fue el entonces responsable de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, una persona que siempre intentó calmar las decisiones a veces apresuradas y calientes en el amor del monarca, aconsejó urgentemente a don Juan Carlos que regresara a España.
Desde entonces, Sabino Fernández Campo, el gran confidente de la reina Sofía, se convirtió en el chivo expiatorio en la relación con Marta Gayà. Y, finalmente, Sabino fue reemplazado como jefe de la Casa Real por Fernando Almansa, un fiel escudero deMario Conde al que situó en la corte de España el entonces todopoderoso banquero.
Después de ese agitado verano de 1992, Marta Gayà desapareció de los titulares de los periódicos, pero nunca de la vida ni del corazón del monarca.
Corinna Larsen, una reina en la sombra
Pero, sin duda, el ‘affair’ más sonado en los últimos años en España sobre la monarquía fue el que Don Juan Carlos mantuvo con la exprincesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la conocida por todos como su “amiga entrañable”.
Corinna Larsen, de nacionalidad alemana, más conocida por este su apellido de soltera, fue otro gran amor del hoy rey Emérito. Se conocieron en una cacería que tuvo lugar en Ciudad Real en el año 2004. En ese momento, Corinna aún no se había divorciado de su segundo esposo, el príncipe Johann Casimir zu Sayn-Wittgenstein, pero llevaba ya una vida separada a la de su marido y con intereses bien distintos.
A partir de ese encuentro surgió la chispa. Y, desde entonces, iniciaron una relación íntima duradera llena de subidas y altibajos hasta hace no demasiado tiempo. Juan Carlos I la introdujo en los círculos más exclusivos de la sociedad española, tanto que la presentó en cenas privadas y oficiales, la llevó a monterías y la incluyó sin rubor en la comitiva real en viajes de Estado al extranjero.
Pero la vida de Corinna también es de novela. Después de estudiar Relaciones Internacionales en la localidad suiza de Ginebra, se mudó a los 21 años para trabajar a la capital francesa.
Solo tres años más tarde, contrajo matrimonio con Philips Adkins, con quien tuvo su primera hija, Anastasia, y quien llegó a mantener una estrecha relación de confianza con Juan Carlos I hasta hace escasos años. De hecho, estuvo presente en la cacería en Botsuana junto al monarca y Corinna.
Pero en el año 2000, Corinna se convirtió ya en princesa consorte al casarse con el príncipe alemán Zu Sayn-Wittgenstein, con quien tuvo un hijo llamado Alexander., al que Juan Carlos I mimó y cuidó como si fuera un hijo suyo. la relación no duró mucho. Pero el acuerdo de divorcio con el príncipe le permitió a Corinna conservar años el título de princesa y el apellido de la familia de su ex esposo.
Corinna Zu Sayn-Wittgenstein ha sido siempre un gran comisionista con llegada activa en el Golfo Pérsico y en países de la extinta Unión Soviética. Es importante recordar que la princesa se dedicaba a organizar cacerías para magnates europeos en estas regiones a través de la influyente armería británica 'Boss', de la cual era directora general.
La relación entre Corinna y don Juan Carlos fue extremadamente intensa, como volátil y, en algunos casos, turbulenta. Tanto que en dos ocasiones la alemana intentó romper con el monarca español debido a las supuestas infidelidades de Juan Carlos I.
Pero, paralelamente, durante años Juan Carlos I vivió una época muy intensa con la princesa alemana. Mantuvieron contactos extremadamente regulares hasta 2012 tanto en la Zarzuela y alrededores, como en un apartamento en Suiza, que más tarde fue vendido por Corinna. Este dúplex en Suiza era su principal lugar de refugio, mucho más íntimo, ya que ofrecía mucha más privacidad que la casa en El Pardo que le pusieron a Corinna tras ser "echada " de la Zarzuela por la reina Sofía.
Precisamente, la casa madrileña de El Pardo le fue asignada a Corinna tras este escándalo por el entorno de Juan Carlos I para que viviera en España junto a su hijo pequeño Alexander. Situada a menos de dos kilómetros del palacio de La Zarzuela, la citada casa fue testigo de numerosas actividades sociales, como la visita del entonces fiel director del CNI como del sumiso exministro de Asuntos Exteriores del PP.
En febrero de 2012, don Juan Carlos tras el décimo cumpleaños del hijo pequeño de Corinna se comprometió a llevar al niño a su primera cacería en África, en concreto, a Botsuana. Sin embargo, en abril de 2012 todo su vida de amores se desmoronó. El entonces Rey de España se cayó y se fracturó la cadera. Un avión tuvo que trasladarlo urgentemente de vuelta a España debido a esa lesión en la cadera, lo que llevó a internarlo y operarlo en el hospital San José de Madrid. Fue ese día cuando todo salió a la luz. Fue el principio del fin.
Bárbara Rey: un baúl de secretos
Un fin que nunca acaba tras las declaraciones últimas en televisión de Ángel Cristo Junior, hijo de Bárbara Rey y el domador Ángel Cristo. "Mi madre chantajeó al Rey de España", ha afirmado.
Precisamente, los últimos años han sido complicados para ñla vedette murciana Bárbara Rey. Su relación con Juan Carlos I comenzó durante el periodo de la Transición española. Ambos se hicieron amigos gracias al entorno más cercano a Adolfo Suárez, quien también era amigo de la entonces estrella televisiva de TVE, ya que durante una etapa ella apoyó al líder de la UCD.
A lo largo de los años 70 y finales de los 80, su relación se mantuvo de manera intermitente. Sin embargo, un día en junio de 1994, el rey Juan Carlos dio a entender, de una manera muy sutil, que la historia de amor había llegado a su fin.
Pero Bárbara Rey disponía de numerosas grabaciones y fotografías obtenidas en varios de sus encuentros furtivos. Por alguna razón desconocida, la vedette siempre había tenido la costumbre de registrar sus conversaciones privadas con sus parejas. Y menos con Juan Carlos de Borbón, cuya discreción nunca fue uno de sus mejores atributos, y que hablaba con ella sin filtros de sus problemas, incluyendo en estas 'confesiones' aspectos íntimos sobre su relación con la reina Sofía y el golpe militar del 23-F.
Durante esos años, fuentes solventes afirman a elcierredigital.com que "Bárbara Rey recibía una suma de dinero que oscilaba entre uno y dos millones de pesetas de los fondos reservados del Ministerio del Interior", aunque otras fuentes afirman que podrían ser más.
Posteriormente, años después, los agentes del CNI abrieron una cuenta bancaria en el Kredietbank de Luxemburgo a nombre de Bárbara Rey, donde ingresaron al menos 26,3 millones de pesetas, según informaron en su día los periodistas Manuel Cerdán y Antonio Rubio
Sin embargo, estos ingresos cesaron cuándo la relación llegó a su fin. Fue entonces cuando ella intentó llegar a un acuerdo, mencionando que tenía material gráfico y audiovisual que podía poner en compromiso al rey de España.
Esta fue una relación amorosa intermitente que perduró durante más de una década. Otra más en la larga lista de Juan Carlos I.
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