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Una mujer con el cabello recogido y los ojos cerrados parece estar emocionada o llorando en un escenario iluminado.
INVESTIGACIÓN

Las cajas fuertes de Isabel Pantoja: Los tres extraños robos que han marcado su vida

Kiko Rivera confirmó en televisión algo que todo el país intuía: que los objetos personales de Paquirri no serían suyos.

La muerte de Francisco Rivera Paquirri el 26 de septiembre de 1984 en la plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba) tras ser empitonado por el toro Avispao dio lugar a uno de los asuntos que más da que hablar en el mundo del corazón: su herencia. El reparto de los bienes del torero de Barbate consolidó tres bandos familiares irreconciliables: su padre y sus hermanos por un lado, su viuda y su hijo pequeño por otro y, por último, los hijos nacidos de su primer matrimonio con Carmina Ordóñez, Francisco y Cayetano.

El 24 de septiembre de 1987 los tres bandos en liza firmaron el acuerdo para la repartición de los bienes del diestro en Sevilla. Ninguno de los tres grupos estaba del todo de acuerdo con el reparto. Sin embargo, el tiempo apremiaba. El diestro había firmado un testamento treinta horas antes de su boda con Isabel Pantoja y ponía como fecha límite para el reparto de bienes, tres años.

El patrimonio oficial del matador estaba tasado en 1.000 millones de pesetas (6 millones de euros) e incluía desde bienes patrimoniales hasta otros con alto valor sentimental: diversas explotaciones agrícolas, varios vehículos y embarcaciones, joyas y trajes de luces, además de otros bienes.

Una mujer sonriente toca la cara de un hombre calvo mientras ambos se miran.
Isabel y su hijo Kiko Rivera. | ElCierreDigital

El acuerdo definitivo otorgaba el 45 por ciento de los bienes de Paquirri y la finca La Cantora a su viuda, la tonadillera Isabel Pantoja y a su hijo Francisco José. Otro 40 por ciento y la finca Los Rosales para los hijos de su exmujer Carmina Ordóñez: Francisco y Cayetano. El 15 por ciento restante y la finca El Robledo para su padre Antonio Rivera y sus tres hermanos Antonio, José y Teresa Rivera.

Sin embargo, no todo quedó aquí. Carmina denunció que los objetos personales del diestro de Barbate nunca fueron entregados a sus hijos por la Pantoja y harta de esperar un gesto por parte de la tonadillera decidió, en 1992, llevarla a los tribunales con el apoyo de Fran Rivera que acababa de convertirse en mayor de edad. La justicia les daría la razón, dos años después, pero no pudieron recuperar los objetos de su padre. Según Pantoja habían sido robados. Sin embargo, estarían aún guardados bajo llave según declaró su hijo en televisión.

Las cajas fuertes de la Pantoja

Las cajas fuertes y misteriosos robos parecen haber perseguido siempre a Isabel Pantoja. La familia Rivera declaró su odio eterno a la folklórica cuando la caja fuerte de cantora fue desvalijada apenas unas horas después de la muerte de Francisco Rivera Paquirri y en ella, según el relato a lo largo de los años de la familia del diestro en diversos medios de comunicación, había 40 millones de pesetas y unas cintas delatoras sobre la tonadillera. A lo largo de las décadas, la historia se ha ido versionando en lo referente a las supuestas cintas. Unas veces, son cintas de vídeo y otras, son de audio, pero lo que encierran, según el relato que ha llegado a nuestros días, es el mismo: el contenido de estas cintas habría supuesto el desencanto de Paquirri con su segunda esposa.

No sería este el último robo en su entorno. En julio de 1993, fue detenido Carlos Sánchez, el chófer de la periodista y locutora Encarna Sánchez, íntima amiga en ese momento de la folklórica, al ser acusado de robar los 43 millones que ésta guardaba en la caja fuerte de su casa de Madrid. Sin embargo, tras su paso por comisaría volvió a trabajar para Sánchez. Lo cierto es que nunca se aclaró del todo el asunto y, un par de años después, se rompió totalmente la amistad entre ambas mujeres, concidiendo con la entrada a ritmo de sevillanas, en el universo afectivo de la cantante, María del Monte.

Dos mujeres sonrientes posan juntas frente a un fondo oscuro.
Isabel y Encarna Sácnhez. | ElCierreDigital

No acabaron aquí los robos. El 2 de octubre de 2014, mientras la tonadillera estaba inmersa en el Caso Malaya sufrió un robó en su chalé de La Moraleja (Madrid). Los ladrones entraron por la ventana de la piscina climatizada. Según publicó la prensa en su momento, la Policía no descartaba, sin embargo, que se tratara de una banda organizada que ya habría perpetrado algún otro robo en la lujosa urbanización.

Los ladrones conocían la casa, se movieron cómodamente, reventaron las tres cajas fuertes y revolvieron la casa, saliendo por la puerta principal. Todo ello sin que sonara la alarma. Isabel se deshizo de esta casa un años después.

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