La historia de Bárbara Rey y Ángel Cristo: Cómo se conocieron
Ángel Cristo conoció a Bárbara Rey en el Lido de Madrid, tras enviudar de su primera esposa, Renata.
Ángel Cristo conoció a Bárbara Rey cuando era una vedette que actuaba en un espectáculo musical en la sala Lido de Madrid y que tenía por título Una noche Bárbara. Era la vedette del momento. Por entonces, mantenía un pisito de un dormitorio alquilado en la calle de Arturo Soria, que luego compró con una hipoteca de 19.000 pesetas anuales. Apartamento que luego vendió para irse a La Moraleja con Ángel Cristo. Por entonces, Bárbara estaba llena de deudas debido a un fracaso empresarial en Totana, su ciudad natal: una fábrica que habían montado ella y la familia y que no funcionó.
En aquella época, a finales de la década de los setenta, ella cobraba quince mil pesetas, con las que no podía hacer frente a las deudas contraídas. Por entonces, Cristo ostentaba uno de los mejores circos de Europa. Había levantado un imperio a nivel mundial gracias a la ayuda de su primera mujer, Renata. Ella murió y fue enterrada en Valencia, donde también lo están los padres de Ángel, en un panteón familiar en forma de carpa y con dos leones custodiando la entrada, que mandó construir para descanso de sus familiares más queridos. A él le hubiera gustado ser enterrado allí, pero finalmente sus hijos decidieron que su cuerpo descansara en el cementerio madrileño de La Almudena.
Fue al poco de enviudar cuando conoció a Bárbara, dejando ésta su profesión y entrando a trabajar en el circo de su marido como domadora de elefantes. Se casaron en Valencia, en la carpa de su circo, el 12 de enero de 1980.
"¡Viva Cristo Rey!"
Su relación amorosa fue muy seguida por toda España. Tanto, que al principio de los años ochenta, cuando las fuerzas de extrema derecha estaban muy pujantes en la España postfranquista, apareció una pintada en el barrio madrileño de la plaza de Olavide donde se podía leer: “Viva Cristo Rey”, que fue modificada con pintura por esta otra: “Viva Ángel Cristo y Bárbara Rey”.
La separación llegó en 1988 y fue traumática. La actriz ha confesado en muchas entrevistas el infierno de violencia en el que se convirtió su matrimonio. Finalmente, decidió no soportar más el maltrato al que era sometida por el domador y separarse. Él se fue de la casa que compartían en La Moraleja, dejando a la vedette y a sus hijos casi con lo puesto.
El juez obligó a Cristo a devolver a su exmujer los muebles y enseres que se llevó cuando abandonó el domicilio conyugal, que pasaría a estar en el punto de mira de Jesús Gil. En dicha sentencia también se recogía que la custodia de los niños correspondería a Bárbara Rey, aunque la patria potestad sería compartida por ambos.
El papel de Jesús Gil y Gil
La expansión inmobiliaria de Jesús Gil y Gil no cesaba a finales de la década de los años ochenta, poco después de alcanzar la popularidad con la presidencia del Atlético de Madrid, un hecho que se produjo en 1987. Allá donde la especulación aflorase, los tentáculos del constructor soriano se estiraban. Corría el otoño de 1990 cuando Gil y Gil se enteró, por medio de uno de los vendedores de su consulting inmobiliario Gilmar, que el matrimonio de la actriz Bárbara Rey y el domador Ángel Cristo, recién separados, pasaba por una situación apremiante. La pareja se había separado tras el acuerdo judicial de que Bárbara disfrutaría, con sus dos hijos menores, del chalé familiar en la urbanización madrileña de la Moraleja. El inmueble había sido comprado por Ángel Cristo Dordid el 9 de diciembre de 1980 a Félix de la Piedad Díaz por un precio confesado de 21.575.000 pesetas.
Bárbara Rey, había solicitado en el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Alcobendas una demanda de separación con atribución del domicilio conyugal, más una mensualidad de un millón de pesetas. Sobre esa lujosa vivienda pesaban por entonces dos embargos a ejecutar en breve plazo a favor del Banco Bilbao-Vizcaya por deudas contraídas por el domador.
Así, el 12 de febrero de 1990 el Juzgado de Primera Instancia nº 9 de Madrid había ordenado la anotación preventiva de embargo de esta finca familiar en favor del Banco Bilbao-Vizcaya en reclamación de 34.741.099 pesetas. Asimismo, el Juzgado de Primera Instancia nº 19 de Madrid ordenó el 24 de julio de 1990, mediante oficio, el embargo también de esta finca para responder a la suma de 13 millones de pesetas que una empresa de Ángel Cristo debía al Banco Bilbao-Vizcaya.
Gil y Gil conocedor de esta situación, se preparó para dar un buen zarpazo. “Don Jesús, piden ciento veinte millones, y el terreno sólo vale más de doscientos. Compre, no lo dude, es una muy buena operación”, le dijo su vendedor al constructor. Gil pasó por el aro tendido por su empleado, y la adquirió. La mansión de Ángel Cristo y Bárbara Rey tenía por nombre Le Grand Père, con diez mil metros cuadrados de extensión, tres alturas y rodeada de pinos. Estaba enclavada en una de las arterias principales de La Moraleja, en el cruce entre las calles Marquesa Viuda de Aldama y Vereda del Tiro.
La operación especuladora la registró Gil, con un precio de venta confesado de noventa millones de pesetas, a través de una de sus múltiples sociedades. En concreto, Promotora Inmobiliaria La Alcazaba S.A., constituida el día 17 de febrero de 1987 y con domicilio social en la calle Goya nº 47, de Madrid.
Del precio total de la compra, Gil retuvo cincuenta millones de pesetas para afrontar el pago de los dos embargos que gravaban la finca y que a punto estuvieron de desahuciar de ella a la misma Bárbara Rey y a sus hijos. Ya con la propiedad en sus manos, la idea inicial del mandatario rojiblanco fue fijar en esta mansión de tres plantas su domicilio conyugal. Para ello, comenzó las obras de acondicionamiento de la finca, donde tenía intención de construir una piscina climatizada y un gimnasio. El proyecto se truncó al decidir la mujer de Gil, María Ángeles Marín, continuar en su céntrica vivienda madrileña de la calle O'Donnell, nº 18.
La operación de compra de Gil y Gil del chalé de Ángel Cristo no pudo ser más rentable, ya que a los pocos meses una tasación hipotecaria fijó ya su valor en doscientos millones de pesetas, más del doble de su precio de compra. Bárbara Rey, por su parte, se mudó a Boadilla del Monte, a una casa que acabaría protagonizando historias que escandalizarían a la sociedad española en los 90 y que Elcierredigital.com desvelará en próximos días.
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