Amores del ‘cuñadísimo’ Serrano Suñer: Del romance con la marquesa Llanzol a Zita Polo
El cuñado de Franco tuvo una hija no reconocida con Sonsoles de Icaza, llamada Carmen Díez, la 'musa de la Transición'
Ramón Serrano Suñer, conocido como "El Cuñadísimo", fue una figura clave en la España de Franco. Un hombre que estuvo en el epicentro del poder durante los primeros años del franquismo.
Sin embargo, más allá de su influencia política y de ser el cuñado del dictador, su vida estuvo marcada por relaciones personales complejas. Por amores apasionados que, en ocasiones, se entrelazaron con su carrera pública.
Ramón Serrano Suñer nació el 12 de septiembre de 1901 en Cartagena. Proveniente de una familia burguesa acomodada, se licenció en Derecho y pronto comenzó a destacar en la política.
Casado con Ramona 'Zita' Polo, hermana de Carmen Polo -esposa de Francisco Franco-, Serrano Suñer ascendió rápidamente en las filas del régimen franquista. Su matrimonio con Zita lo convirtió en el cuñado del dictador. Esto le valió el apodo de "El Cuñadísimo" y consolidó su posición en la élite del poder.
Durante su carrera, ocupó varios cargos importantes, incluyendo el de Ministro de Gobernación y Ministro de Asuntos Exteriores. Fue uno de los principales arquitectos del régimen franquista, promoviendo una estrecha relación entre España y la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los episodios más célebres y polémicos en la vida amorosa de Serrano Suñer fue su relación con Sonsoles de Icaza, marquesa de Llanzol. Esta relación se convirtió en un secreto a voces en los círculos de la alta sociedad madrileña.
Fruto de su amor nació en 1942 Carmen Díez de Rivera, también conocida como "la musa de la Transición".
Carmen creció pensando que su padre era el marqués de Llanzol, Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares. Hasta que en su juventud descubrió la verdad. Su verdadero padre era Ramón Serrano Suñer.
A pesar del dolor y la confusión que este secreto trajo a Carmen, ella mantuvo una relación cercana con su madre. Con el tiempo también llegó a conocer y a tener una relación con su padre biológico, Serrano Suñer.
Carmen Díez de Rivera tuvo una vida pública destacada. Trabajó en la política y fue una figura clave en la transición española hacia la democracia. Sin embargo, el peso de su origen siempre estuvo presente en su vida.
Ahora, Telecinco ha recuperado una serie sobre el romance entre Serrano Suñer y la marquesa de Llanzol. Titulada 'Lo que escondían sus ojos', está basada en la novela homónima de Nieves Herrero y ya fue emitida en 2016.
Elcierredigital.com ha contactado con el periodista e historiador Julio Merino, gran conocedor y testigo de la historia de Ramón Serrano Suñer. Merino ha señalado que el romance entre la marquesa y Suñer “ya fue noticiado y recogido ampliamente en el pasado”.
De hecho, el propio Merino fue convocado en septiembre de 1996 por Serrano Suñer para hablar sobre su relación con la Marquesa de Llanzol y su hija Carmen.
El romance ‘oculto’ entre Serano Suñer y la marquesa de Llanzol
Aunque nunca se hizo pública de manera oficial durante la dictadura, la relación entre ambos fue un escándalo que muchos conocían. Y tuvo consecuencias profundas en la vida personal de ambos.
Según explica Julio Merino, “las dos parejas sabían de la situación. Acordaron que el bebé que esperaba la marquesa llevara el apellido del marqués. Aunque se rumoreaba que él era impotente y no podía tener hijos ya en ese momento. Cuando pasaron los años, el bebé resultó ser niña (Carmen) y descubrió quién era su padre biológico”.
Sonsoles de Icaza, una mujer conocida por su belleza y elegancia, estaba casada con Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, marqués de Llanzol. Francisco era un hombre mayor que ella y ya tenían tres hijos en común: Sonsoles, Francisco y Antonio.
A pesar de su matrimonio, Sonsoles se enamoró perdidamente de Serrano Suñer. Ambos mantuvieron una relación apasionada y clandestina durante varios años.
El amor entre Serrano Suñer y Sonsoles de Icaza fue intenso y peligroso, ya que no sólo desafiaba las normas sociales de la época. También representaba un riesgo político para Serrano Suñer.
En un régimen que valoraba la apariencia de moralidad y decoro, una aventura extramatrimonial, especialmente con una figura tan prominente, podía ser utilizada en su contra. A pesar de ello, ambos amantes continuaron su relación, desafiando las convenciones y las consecuencias.
El romance se mantuvo en secreto de manera pública, pero de puertas para adentro la situación era diferente. El propio Julio Merino ya explicó cómo, en septiembre de 1996, Serrano Suñer lo convocó “para hablar sobre su relación con la Marquesa de Llanzol y su hija Carmen”.
Serrano Suñer le mostró a Merino una carpeta azul que contenía las cartas que cruzaba con su hija Carmen. Suñer le explicó a Merino que “ella lo contactó por primera vez en 1972 tras descubrir quién era su padre biológico”.
Carmen, en sus cartas, le expresó a Serrano Suñer su comprensión y aceptación del amor entre él y su madre. Incluso llegó a calificarlo como "sincero y noble", a pesar del sufrimiento que causó.
El descubrimiento de su verdadera paternidad fue un shock para Carmen. Este secreto familiar, mantenido durante décadas, tuvo un impacto profundo en la vida de Carmen Díez de Rivera. La que fuera eurodiputada describiría más tarde la relación de sus padres como "una gran historia de amor imposible".
Zita Polo: La esposa leal y sufrida
Mientras Serrano Suñer vivía su apasionado romance con Sonsoles de Icaza, su esposa Zita Polo permanecía al margen de los escándalos, pero no era ajena a los rumores. Zita, una mujer discreta y leal, soportó con dignidad las infidelidades de su esposo, manteniendo siempre una postura firme y de apoyo incondicional hacia él.
Su matrimonio, aunque marcado por las infidelidades de Serrano Suñer, nunca se rompió oficialmente. Zita continuó a su lado hasta el final de sus días.
Zita Polo encarnó el prototipo de la esposa tradicional, que soporta en silencio las deslealtades del marido en nombre del deber y la familia. Su papel fue crucial en mantener la apariencia de unidad familiar que era tan valorada en la España franquista.
A pesar de los escándalos y las dificultades, Zita Polo nunca abandonó a Serrano Suñer. Su relación, aunque profundamente dañada por los amoríos del político, se mantuvo hasta la muerte de Zita en 1993.
La carta de Carmen a Serrano Suñer
Tras el fallecimiento del marqués de Llanzol, Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, el 21 de febrero de 1972 se descubrió la verdad. Poco después de la muerte del marqués, Carmen Díez de Rivera supo quién era su padre biológico. No dudó en contactar con él.
En una carta escrita pocos días después del fallecimiento del marqués, Carmen se dirigió a Don Ramón. A esta carta tuvo acceso el historiador Julio Merino en 1996, que fue convocado en Príncipe de Vergara por el propio Serrano Suñer.
Durante su encuentro, el historiador y periodista fue testigo de numerosos manuscritos compartidos entre Carmen y su padre biológico, Don Ramón.
Hoy, elcierredigital.com ha tenido acceso a una reproducción no textual de aquella carta, cedida por Julio Merino. El texto, que data del 16 de febrero de 1972 reza:
“Querido D. Ramón. No te extrañes de que te llame así, pues bastante he dudado yo. Naturalmente, y sabiendo como sé que eres mi padre biológico, te tendría que llamar «padre». Pero lo siento, el marqués de Llanzol será siempre mi «padre». Aunque solo sea por lo bien que se portó conmigo siempre, aun sabiendo que no era su hija".
"Tampoco te puedo llamar simplemente Ramón, porque citar ese nombre remueve dentro de mí lo que no quiero que se remueva, así que para mi serás siempre D. Ramón".
“Verás, como sabes, mi «padre» ante el mundo murió el sábado 12 y lo hemos enterrado el lunes. Por cierto, que le agradecí en el alma a tu amigo Dionisio que acudiera al entierro y que me consolara a su modo. Dionisio es un buen hombre y te aseguro que a ti te admira y te quiere".
"Pues, anoche, mi madre me cogió aparte y me contó, con toda la sinceridad del mundo y hasta con lágrimas, la verdad de vuestro «romance»."
"Y por ella supe la verdad de su matrimonio y de vuestro amor. Fue ella la que me contó cómo y por qué se había casado con el marqués. Al parecer cuando su padre, el escritor y embajador de México en España, mi abuelo, Francisco de Asís Icaza y Beña murió, la familia quedó en una situación económica muy desfavorable. Para mantener el «estatus social» en el que habían vivido los hijos no tuvieron más remedio que buscar enlaces matrimoniales que fueran ventajosos",
"Entonces, mi madre se casó, o la casaron (en ese momento solo tenía 22 años) con el que sería mi padre. Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares, marqués de Llanzol. Este le doblaba en edad (tenía 24 años mas que ella), que no solo era noble y héroe de la Guerra Civil, sino de una familia económicamente fuerte".
"Curiosamente la boda se celebró pocos días antes de las elecciones de 1936 que le dieron el triunfo al Frente Popular. Pero mi madre jamás estuvo enamorada de su marido, ni sabía a su edad lo que era el amor. Y así fueron naciendo sus hijos, mis hermanos Sonsoles, Francisco y Antonio".
"Pero entonces apareciste tú, joven, guapo, poderoso y triunfante,. Mi madre solo al verte se enamoró de ti (y esto y todo lo que me dijo lo decía mientras lloraba como una niña. «Carmen, no lo pude evitar, fue algo superior a mis fuerzas») y por lo que ella me contó también a ti debió pasarte algo parecido".
"O sea, que el amor llegó y que los dioses o Cupido o quien fuese hizo lo demás. Sí, anoche cayó la venda de mis ojos. Comprendí que lo vuestro fue un amor sincero, noble, hermoso y hasta romántico. Y te juro, y no por Dios en el que ya no creo, que también yo me eché a llorar porque comprendí en el acto que había sido injusta contigo. Y que yo no había sido fruto de una pasión de amantes furtivos. ¡¡Y por eso te pido perdón!! «Carmen, él no tuvo la culpa de nada, aunque bien caro lo pagó».
"Anoche comprendí también lo que tú debiste sufrir. Y por hoy dejo, ahora me siento mejor. Pero me gustaría saber qué opinas tú y si merece la pena y si estás dispuesto, tú también, a perdonarme el daño que te haya podido causar".
Un beso, ¡Don Ramón!
P.D.: Naturalmente esto debe ser un secreto, nuestro secreto... y nadie, nadie, debe saber que nos escribimos».
Tras esta carta, el historiador Julio Merino explica que Serrano Suñer y su hija biológica compartieron más que correspondencia. Padre e hija se encontraron en París y otra vez en Ginebra. En las dos ocasiones Carmen estuvo supercariñosa con Serrano Suñer.
El segundo encuentro, en Ginebra, fue tras la muerte de la marquesa de Llanzol en marzo de 1996. "Estaba muy dolida y bastante dolida, quizás porque el cáncer ya la estaba minando".
Julio Merino ha compartido con este medio que el propio Serrano Suñer le dijo: "Le aseguro que cuando en 1999 recibí la noticia de su muerte (Carmen Díez) se me rompió el alma. Sólo tenía 57 años y yo iba a cumplir los 98".
Pocos años después, concretamente en 2001, Julio Merino vio por última vez a 'Don Ramón'.
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