El ala conservadora del Vaticano se rebela contra el Papa Francisco
El Papa Francisco ha conseguido que las diversas corrientes de opinión dentro de la Iglesia que preside.
“Son hijos de Dios, tienen derecho a una familia”, con esta simple frase, el representante de Dios en la tierra ha revolucionado el Clero. El apoyo del Papa Francisco a las uniones civiles entre homosexuales ha generado críticas entre los sectores más duros de la Iglesia Católica y eso a pesar de que el Sumo Pontífice se cuidó de no utilizar el término matrimonio a pesar de que es un concepto jurídico al margen de sus implicaciones religiosas.
Italia país en el que se encuentra geográficamente la Ciudad-Estado del Vaticano, es una de las pocas naciones de la Unión Europea donde no se han regulado los matrimonios igualitarios y está a la cola de los derechos LGTBI en comparación con los países de su entorno. Lo cierto es que muchas asociaciones LGTBI del país transalpino han saludado las declaraciones del Papa como un guiño ya que, tal y como aseguraban desde Arcigay grupo que lucha por los derechos del colectivo, “sólo la influencia del Vaticano hace que en Italia no exista el mismo marco jurídico que en otros lugares”. Sin embargo, otros países de tradición católica como España, Portugal o Argentina si dieron el paso.
Más allá de cómo los grupos LGTBI italianos y de otros lugares han saludado al gesto papal lo cierto es que las facciones más conservadoras de la Iglesia Católica han reaccionado a la contra cristalizando algo que se ha destacado desde el primer momento del inicio del pontificado. Sin embargo, nunca las críticas se habían hecho de forma tan directa y en público. Uno de los principios de la Iglesias Católica de Roma es que se le debe obediencia al Pontífice y se le considera infalible.
No parece creerlo así el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller. Este primado con aparente vocación de Lutero no es un cardenal cualquiera. Era Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, institución sucesora de la Santa Inquisición, bajo el pontificado de Benedicto XVI. Por si fuera poco, las críticas al mensaje papel se han publicado en un diario italiano de gran tirada, Corriere della Sera. Según el cardenal, Francisco I “no está por encima de la palabra de Dios, que creó el ser humano hombre y mujer, el matrimonio y la familia”. “Soy cardenal y siempre estaré de parte del Papa, pero no bajo todas las condiciones. No es una lealtad absoluta, la primera lealtad es a la palabra de Dios”, ha añadido.
Escándalos en la Santa Sede
Más allá de la postura del Papa sobre las uniones homosexuales, la Santa Sede en las últimas semanas ha vivido momentos complejos que han puesto a prueba la política de transparencia de Francisco I.
El ex vicesecretario de Estado, Angelo Becciu se encuentra en el punto de mira por la gestión de los fondos del Óbolo de San Pedro. Presuntamente la Eminencia, según le sigue considerando la Santa Sede, invirtió centenares de millones de euros de estos fondos en inmuebles de lujo en Londres y otras capitales europeas. Un escándalo que ha salpicado a varios dirigentes del Vaticano.
Las sospechas surgieron cuando el secretario de Estado, Pietro Parolin, manifestó que se estaba haciendo una gestión opaca del dinero de la ayuda económica que los fieles ofrecen al Santo Padre, como expresión de apoyo a la solicitud del Sucesor de Pedro por las múltiples necesidades de la Iglesia Universal y las obras de caridad en favor de los más necesitados.
Estos donativos los controlaba y administraba la Secretaria de Estado del Vaticano. Dentro de la cual tenía un cargo el cardenal Becciu, quien fue nombrado por el Papa Benedicto XVI secretario para los asuntos generales de la Secretaria del Estado de la Santa Sede. Un total de 700 millones de euros sería la cuantía que este departamento se encarga de administrar.
La Santa Sede ha puesto en manos de investigadores el caso y estos han detectado graves indicios de corrupción entre los responsables. Y por esto la Iglesia suspendió, como medida cautelar, de empleo a cinco de sus trabajadores. Esta situación produjo la dimisión del inspector general de la Cuerpo de Gendarmería de la Ciudad del Vaticano, y escolta personal del pontífice Francisco, Domenico Giani. El Papa cesó del cargo de cardenal a Angelo Becciu tras conocerse que estaba bajo sospecha.
Un escándalo que pone a prueba la capacidad regeneradora de un Papa que ha hecho de la lucha contra la corrupción intramuros de la Santa Sede su principal bandera. Unos aires de renovación que no han gustado a la facción más conservadora de la Iglesias que ha visto como en algunos países, como España, ha perdido parte de su influencia.
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