18 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

FUE CONDENADO EN 1980 A 193 AÑOS DE PRISIÓN POR SU IMPLICACIÓN EN EL ASESINATO DE CINCO ABOGADOS LABORALISTAS EN MADRID

García Juliá, autor de la Matanza de Atocha, es por fin extraditado y llegará a España este viernes

García Juliá en un perfil de Facebook que se abrió con una falsa identidad.
García Juliá en un perfil de Facebook que se abrió con una falsa identidad.
La Sala Segunda de la Corte Suprema de Brasil autorizó en agosto la extradición a España de Carlos García Juliá, uno de los autores de la matanza de los abogados de Atocha de 1977, que fue detenido en diciembre de 2018 en Sao Paulo tras más de 20 años en busca y captura. Ahora, al fin, se lleva a cabo y el exdirigente de Fuerza Nueva llegará a Madrid el viernes. No se comunicará ni la hora ni el avión para proteger la seguridad del detenido.

Carlos García Juliá, condenado por participar en 'la Matanza de Atocha' cometida en Madrid en enero 1977, uno de los acontecimientos más sangrientos de la Transición, es extraditado hoy desde Brasil donde se encuentra preso desde hace un año.

Su abogado defensor, Daniel Mourad Majzoub, explicó que los detalles del traslado y los horarios del vuelo no serán divulgados por cuestiones de seguridad, aunque su llegada a España está prevista inicialmente para el viernes. La extradición del ultraderechista español, antiguo militante del partido Fuerza Nueva, había sido autorizada por la Corte Suprema de Brasil en agosto de 2019 y tan solo dependía de que el Ejecutivo brasileño la confirmase, lo que ocurrió a comienzos de este año. 

El crimen que marcó la Transición

El 24 de enero de 1977 Carlos García Juliá, de 24 años, en compañía de José Fernández Cerra y Fernando Lerdo de Tejada, todos militantes de Fuerza Nueva, irrumpieron en un despacho de abogados laboralistas ligados a CCOO y el PCE y mataron a los abogados Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo, al estudiante de Derecho Serafín Holgado y a un administrativo que trabajaba en el despacho, Ángel Rodríguez Leal. Otra de las abogadas, Manuela Carmena, se libró al prestar aquel día su despacho para una reunión a otro de sus compañeros asesinado aquel día. Garcia Juliá y sus compinches fueron condenados en 1980 a 193 años de prisión.

García Juliá en 1977.

Los hechos de la terrible jornada del 24 de enero de 1977 sucedieron así: Pasadas las 10 y media de la noche, tres pistoleros de extrema derecha entran a cara descubierta en el bufete laboralista situado en el número 55 de la madrileña calle de Atocha. Al parecer, buscaban al responsable del entonces ilegal sindicato de transportes de Comisiones Obreras (CC OO), Joaquín Navarro, quien poco antes había abandonado el despacho. Al no dar con él, decidieron matar a quienes estaban en ese momento allí. Son asesinadas cinco personas. Empezaron disparando al administrativo Ángel Rodríguez Leal, que murió en el acto, y después reunieron y ametrallaron a las otras ocho personas que se encontraban en el piso, siete abogados y un estudiante de Derecho, todos ellos vinculadas al Partido Comunista y al sindicato CC.OO. Luis Javier Benavides y Enrique Valdevira murieron en el acto, mientras que Francisco Javier Sauquillo y el estudiante Serafín Holgado fallecieron horas después en el hospital. Cuatro personas resultaron gravemente heridas, pero lograron sobrevivir: Dolores (Lola) González Ruiz, casada con Sauquillo, Miguel Sarabia, Alejandro Ruiz-Huerta y Luis Ramos Pardo.

Junto a Blas Piñar en un mitín 

El 23 de septiembre de 1991, un juez decretó su libertad condicional tras 14 años de reclusión en la prisión de Villanubla (Valladolid). En agosto de 1994, el ultra solicitó permiso a la Audiencia Nacional para viajar a Paraguay por una oferta de trabajo. El permiso fue concedido y García Juliá desapareció. Le quedaban por cumplir 3.855 días de condena. La gran duda que ha planeado siempre en el ambiente es por qué se le concedió permiso para viajar a Paraguay, a pesar del riesgo de fuga. Algunos periodistas apuntaron en su momento a la conexión entre las cloacas del Estado, donde la ultraderecha se diluyó pero nunca desapreció, con el poder judicial.

Ejerciendo de narcofascista en Bolivia

En noviembre de 2018 fue detenido en Brasil. Pesaba sobre él una orden de extradición de la Audiencia Nacional al gobierno de Bolivia porque dos años después de su huida de España Carlos García Juliá fue detenido en este país por tráfico de drogas y financiación de grupos paramilitares. García Juliá fue juzgado y condenado en Bolivia a 6 años y 8 meses de prisión, e ingresado en el centro penitenciario de Palmasola, la prisión de los pichicateros (narcotraficantes), una cárcel que parecía una pequeña urbanización, donde entonces mandaba el dinero y los clanes mafiosos.  El ultra se convirtió en el preso número 8981.

Cuando la policía boliviana pidió información a Interpol española, se enteraron de que el detenido estaba en busca y captura porque un juez español había revocado su libertad condicional.

En 1998, García Juliá intentó fugarse de aquella prisión por un túnel que él mismo ordenó construir y financió de su bolsillo. Pero su tamaño le impidió llegar al exterior ya que había engordado decenas de kilos desde que en los 70 era uno de los guardaespaldas personales de Blas Piñar, líder de Fuerza Nueva . En abril de 1999 dos reporteros de la desaparecida revista Interviú lo encontraron y fotografiaron dentro de la prisión boliviana. El ultra había engordado, llevaba gafas oscuras y su guardaespaldas era un narco boliviano llamado Carlos Noguera, apodado Mil Caras.

Aspecto físico de Carlos García Juliá en el momento de ser detenido.

Cuando se publicó el reportaje, el fiscal Ignacio Gordillo solicitó su extradición y activó toda la maquinaria judicial. Cuando el gobierno de Aznar quiso reclamar al ultra era 20 de abril de 2001 García Juliá había aprovechado un permiso penitenciario para largarse del país en dirección a Brasil, según publicó entonces la revista del grupo Z. 

Actualmente, Garcia Juliá se encuentra detenido en la sede de la Policía Federal de Sao Paulo. Según ha declarado su abogado a la Agencia Efe recibió la noticia de su extradición con serenidad, ya que sabía que podía producirse en cualquier momento. “Bastante ponderado”, “centrado” y “culto” son los adjetivos con los que el letrado describe a uno de los líderes fascistas más buscados de los últimos años. Algunos apuntan que, aunque resulte irónico, en el ánimo de García Juliá está recurrir al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. 

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