16 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Aristócratas, famosos y empresarios entre sus principales clientes

El negocio de la Santería se extiende en España y ya mueve más de 3.000 millones de euros al año

Hace unos días salió a la luz la noticia de una mujer natural de Córdoba que, desesperada por sus problemas de salud, viajó hasta Cuba con su hija para reunirse con una santera. Sin embargo, no hace falta irse demasiado lejos para solicitar estos servicios.

El auge de la santería en España es una realidad. Solo hace falta salir del metro o de un lugar de gran aglomeración en las grandes ciudades para recibir todo tipo de publicidad de supuestos curanderos o chamanes, la mayoría africanos. Pero también, en muchos barrios crecen las tiendas en primera línea de calle en la que vender todo tipo de imágenes, pociones o ungüentos, y por supuesto, los servicios de santeros.

¿De dónde viene la Santería?

Sus orígenes más remotos están en la tribu Yoruba del África, que vivía en lo que hoy es Nigeria. Estas viejas creencias, traídas por los esclavos africanos, se fusionaron en la isla de Cuba con el catolicismo, para crear la santería.

Cuando los europeos colonizaron América, no permitían a los esclavos importados de África venerar a sus dioses. Como solución, los africanos identificaron sus dioses con los santos cristianos, para poder seguir adorando a sus divinidades sin que se percatasen sus dueños. De este modo, la santería aparece ya definida en las creencias occidentales de Cuba, en el siglo XIX.

“La prohibición de practicar su propia religión hizo que cada santo representara a cada uno de sus reyes. San Marcos o Santa Bárbara, por ejemplo, simbolizan a Changó, rey de la virilidad, la danza y el fuego", llegó a explicar Eduardo Nieves, un babalawo o maestro venezolano de 35 años que pasa consultas en ‘La Milagrosa’.

El negocio de los falsos curanderos y santeros

Este negocio, promovido por devotos de esta religión ofrece remedios casi milagrosos para problemas de cualquier índole, haciendo hincapié en los relacionados con la salud y el desamor, para los cuales nunca hay tarifa fija.

En España existen numerosos establecimientos que ofrecen este tipo de servicios para atraer la buena suerte, además de vender un sinfín objetos como: imaginería cristiana, tallas de misteriosos santos, aceite de "Garrapata" como atrayente, velas "Quiero trabajo pronto", hierbas "pata de gallina" para burlar la justicia o solución para el baño "Leche de la Mujer amada". Aparte de inciensos, diferentes tipos de piedras o centenares de barajas del tarot. Estas tiendas, junto con las que se definen como "exotéricas", surgieron hace más de una década, y se extendieron a la periferia con la inmigración, logrando sobrevivir a la crisis económica. “Han llegado a pagar hasta 1.500 euros por estas soperas pensadas para los santos” llegó a afirmar un trabajador del sector.

El perfil del cliente que acude a este tipo de rituales es diverso:  tanto trabajadores, como políticos y cantantes recurren a estos maestros en busca de soluciones paranormales para sus problemas.

Los médicos condenan estas prácticas

En internet cientos de santeros anuncian sus servicios diariamente. Algunos de ellos ofrecen hasta un 100% de efectividad. Los médicos, por su parte, no son de la misma opinión y consideran peligroso acudir a este tipo de prácticas religiosas, muchos de ellos señalan la dependencia que se puede llegar a generar respecto a este mundo, que termina llevando a muchas personas a la ruina.

Así explicaba la clave del éxito de este negocio Ricardo Salas, dueño de Santerías La Milagrosa "La fórmula es fácil: cuando peor le va a la gente, mejor nos va a nosotros". Este empresario tiene cuatro locales repartidos por Madrid, y otro en Barcelona, a parte de una nave de 700 metros cuadrados en Alcobendas, donde se empaquetan los productos y se distribuyen no solo a sus locales, sino a otros "puntos de ventas autorizados". La compañía reúne aproximadamente a 25 trabajadores, dependiendo de la época.

Según ha explicado el dueño del local "La gente tiene necesidad de creer y yo les vendo a Dios o al Diablo". Y es que esta actividad, generalmente poco legislada, pasa por un marketing que abarca desde anuncios en portales de segunda mano hasta el reparto de octavillas a la salida del metro. A veces las consultas suelen ser en el domicilio del curandero, aunque también se ofrecen servicios "a distancia", es decir, por teléfono, con el previo pago correspondiente.

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