EL DE VILLALBA FUE PROMOTOR DE LA LEY DE PRENSA E IMPRENTA DE 1966 Y FUNDÓ ALIANZA POPULAR, QUE AÑOS DESPUÉS PASARÍA A SER EL PARTIDO POPULAR
Manuel Fraga, padre de la Constitución de 1978: Dieciocho años de su adiós a la política

Este 29 de agosto de 2023 se cumplen 18 años del adiós político de Manuel Fraga Iribarne, uno de los padres de la Constitución de 1978 y una de las grandes figuras políticas de la historia de España. Ese día el Partido Popular organizó un acto de despedida en Ribadumia (Pontevedra), el último baño de masas de Fraga antes de abandonar el partido político que él mismo había fundado.
Fraga nació en la localidad lucense de Villalba el 23 de noviembre de 1922 y bajo la influencia de su padre, alcalde de Villalba durante la dictadura de Primo de Rivera, su pasión por la política comenzó a aflorar. Se formó en Derecho, Economía y Política. En 1948 obtuvo la Cátedra en Derecho Político de la Universidad de Valencia y en 1953 la de Teoría del Estado y Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid.

Manuel Fraga.
Además de su gusto por el estudio, el político español era un hombre marcadamente religioso, que incluso se planteó ser sacerdote. En el ámbito político Fraga admiraba a Francisco Franco, quien, en su opinión, fue “el mayor y el más representativo de los españoles del siglo XX y uno de los mejores gobernantes que hemos tenido en nuestra historia”.
Los inicios políticos de Fraga
En los años de apogeo del franquismo el movimiento católico pretendía acometer una tímida reapertura. Para ello, seleccionaron profesores afines al Movimiento que pudieran dar un soplo de aire fresco al Ministerio de Educación. El nuevo secretario del Consejo Nacional de Educación sería precisamente Manuel Fraga, que hasta entonces había ejercido como secretario del Instituto Nacional de Cultura Hispánica.
La jugada no hizo ninguna gracia a los falangistas, que veían con escepticismo que el nuevo equipo quisiera elevar el nivel intelectual de la población. Tal fue su rechazo, que Fraga se vio obligado a renunciar y no dudó en hacerse falangista para aprovechar al máximo las oportunidades que le ofrecía el régimen. Su aperturismo lo iría gestando desde la sombra.

Francisco Franco y Manuel Fraga.
Cuando se le nombró subdirector del Instituto de Estudios Políticos, dio una serie de conferencias en las que fue plantando la semilla de una futura apertura política, una semilla que germinaría con el tiempo. La Delegación Nacional de Asociaciones fue su paso definitivo a la primera línea de la política española.
El contubernio de Múnich y la huelga minera de 1962 forzaron al régimen a mostrar cierta flexibilidad. Los sectores que defendían una cuota de apertura cobraron protagonismo. Era el escenario perfecto para el político gallego, que se movió como pez en el agua. Sus ambiciones se canalizaron a través de un estatus que se le concedió en el gobierno “desarrollista” de 1962, el de Ministro de Información y Turismo.
Una ley trascendental y una foto con truco
Fraga era la estrella más brillante del nuevo gobierno. Encarnaba la faceta más abierta de un sistema aún dictatorial gracias a un dominio innegable de las relaciones públicas. Su medida más recordada sería indudablemente la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, aprobada sin el beneplácito de Carrero Blanco, todo un parteaguas en el mundo de la comunicación.
La censura previa era abolida y la llamada “institucionalización del régimen” estaba en marcha. El político gallego era toda una celebridad. Controlaba la televisión y por todos era sabido su gusto por la caza y la gastronomía. Consciente del potencial vacacional de nuestro país, hizo hincapié en la promoción del turismo y, además, protagonizó una serie de episodios impensables en el franquismo de años precedentes.

Foto trucada de Fraga en la playa de Palomares.
Uno de los más memorables fue la foto falsa que se tomó con el embajador norteamericano en España, Angier Biddle Duke, supuestamente en la playa almeriense de Palomares. El motivo del engaño era demostrar que este lugar era seguro y estaba libre de radiación, pues allí había tenido lugar previamente un accidente nuclear. Este estaría relacionado con dos aeronaves norteamericanas que habían colisionado en pleno vuelo liberando varias bombas de hidrógeno.
Tras siete años en los que Fraga colaboró orgulloso a las órdenes de Franco, su enfrentamiento con el Opus Dei y en particular con Laureano López Rodó fue la puntilla de su etapa como ministro. A partir de entonces, retomaría su actividad docente aguardando paciente un momento que, tarde o temprano, tenía que llegar.
Padre de la constitución, líder de la derecha sociológica y profeta en su tierra
Con la muerte del general Franco en 1975, Fraga desempeñó funciones de vicepresidente en el frágil gobierno de Arias Navarro. Valiéndose de este estatus, continuó flexibilizando el régimen a través de la legalización de partidos y asociaciones políticas prohibidas hasta la fecha. Su imagen, no obstante, se deterioraba a medida que el régimen franquista se desmoronaba. Los sucesos de Vitoria y Montejurra no le ayudaron en este sentido, como tampoco lo hizo su estancia como embajador en Londres, momento que sus rivales políticos aprovecharon para consensuar decisiones con las que sabían que no estaría de acuerdo.
Con las elecciones de 1977, Fraga decide formar Alianza Popular (AP), embrión del actual Partido Popular, y se convierte en uno de los padres de la Constitución de 1978, la norma fundamental que reglamentaría el juego político en España a partir de entonces. Aunque AP pretendía unificar la derecha democrática del país, tras casi 40 años de dictadura la gente pedía cambios.
Los resultados electorales de esta formación no fueron buenos y Fraga entraba y salía de la presidencia de la misma con frecuencia. Aliados y enemigos le recriminaban su pasado franquista, una losa de la que nunca pudo deshacerse del todo. Por ende, a mediados de los años 80 cedió el liderazgo del partido a Hernández Mancha y pasó a ser diputado en el Parlamento Europeo. Regresaría poco después para dirigir la refundación de Alianza Popular en el Partido Popular y entregar las llaves de la formación a José María Aznar.

Fraga es uno de los padres de la Constitución Española de 1978.
Después, Fraga centró el foco de su interés en la tierra que le vio nacer: Galicia. En esta comunidad, sus paisanos le entregaron su confianza electoral durante nada menos que quince años. Victoria tras victoria en todos los comicios autonómicos en los que tomó parte hasta 2005, cuando se retiró del PP.
Sus opiniones en ciertos temas que empezaban a replantearse en los últimos años de su vida son bastante controvertidas. Del franquismo declaró en 2007 que “ha sentado las bases para una España con más orden”. Creía firmemente en la institución de la monarquía, y agradeció al actual rey emérito en varias ocasiones su labor: “Muchas gracias por lo que ha hecho por España”, declaró.
Especialmente polémica es su posición respecto de la homosexualidad. En 2004, afirmó que “es una anomalía y, por lo tanto, pasar de la persecución que hubo es su día, que era una equivocación, al orgullo gay es otra tremenda equivocación”. Sea como fuere, las opiniones sobre él son muy dispares. Como suele ocurrir en estos casos, sus detractores lo han criticado sin piedad al tiempo que sus seguidores lo han defendido sin medida.
Después de haber dedicado a la política española más de 60 años de su vida, de escribir más de 80 libros y de ser reconocido con incontables condecoraciones y reconocimientos, en enero de 2012 fallecía, dejando tras de sí un legado de gran valor para la derecha gallega y española. Sin duda, Fraga es una de las grandes personalidades de la historia política de nuestro país.