25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El exvicepresidente del Gobierno de Aznar obtiene la libertad condicional pese a no tener dos tercios de la condena cumplidos por apropiación indebida

La vida de Rodrigo Rato: Sombras y escándalos de un político que fue poderoso

Rodrigo Rato durante un permiso.
Rodrigo Rato durante un permiso.
La puesta en libertad condicional de Rodrigo Rato este viernes por razones de edad y tras haber satisfecho la responsabilidad civil que se le pedía ha despertado el interés por la vida de un político que se postuló para sustituto de José María Aznar y por tanto, presidente de España. La historia de su ascenso y caída en desgracia fue recogida por su biógrafo no autorizado, Ramón Tijeras, que nos cuenta para elcierredigital.com algunos pasajes importantes de esa vida.

La historia personal y política de Rodrigo Rato Figaredo sólo se puede entender desde la perspectiva de sus antecedentes familiares. Sus antepasados brillaron en la política local asturiana y en Cuba. Su bisabuelo paterno, Faustino Rodríguez San Pedro, participó en varios de los gobiernos conservadores de Antonio Maura. Inauguró la llamada derecha contemporánea española. Rodríguez San Pedro incluso fue alcalde de Madrid, una alternativa que en su día consideró Rodrigo cuando su nombre flaqueó en la carrera por la sucesión de Aznar.

Su abuelo, José María Rato, y su padre, Ramón Rato Rodríguez San Pedro, transitaron igualmente por la política y los negocios hasta pasar el testigo a un Rodrigo Rato que pareció desembarcar en la Alianza Popular de Manuel Fraga con la misión de recuperar el honor perdido de los Rato, tras el eclipse bancario y posterior renacimiento de la familia a la sombra de don Juan.

Cuando Rodrigo nació en Madrid el 18 de marzo de 1949 su padre estaba a punto de comprar Radio Toledo y de iniciar su aventura bancaria. Rodrigo estudiaba en los jesuitas de Nuestra Señora del Recuerdo (Chamartín). El bachillerato lo cursó en la Inmaculada del Colegio Areneros, en Madrid. Luego empezó a estudiar Derecho en el ICADE, donde le sorprendió el ingreso en la cárcel de su padre el 2 de noviembre de 1966. Rodrigo sólo permaneció un tiempo en esa prestigiosa universidad, de donde a los seis meses saltó a la pública Complutense.

Ya entonces influyó en esta decisión la avalancha de embargos que ordenó el Juez de Delitos Monetarios contra las fincas, empresas y acciones de la familia. Su padre estaba en prisión. Su hermano, nueve años mayor que él, permanecía bajo arresto domiciliario. Su madre, Aurora Figaredo, lidiaba con un José María Ruiz Mateos aupado por el flanco opusdeísta que entonces invadía el Gobierno franquista.

El joven Rodrigo se licenció en junio de 1971, en un ambiente que sólo se alivió unos meses después, tras la publicación del indulto de Franco que benefició a su padre el 1 de octubre de ese año.

Mariano Rajoy, José María Aznar y Rodrigo Rato.

En ese momento, la situación familiar era mejor de lo esperado. El indulto permitió a los Rato recuperar su patrimonio, excepción hecha de sus acciones en los bancos Siero y de Cieza, los dos bancos que quebraron su padre y su hermano, que quedaron en poder de Ruiz Mateos. Las radios volvieron a sus manos, y con ellas sus antiguas empresas, entre las que se encontraban varios hoteles y constructoras. También conservaron dinero en el exterior. De ahí que Rodrigo pudiera cursar con normalidad su Master en Bussines Administration (doctor en Ciencias Empresariales) por la Universidad de Berkeley (California).

Estudios en EEUU

Rodrigo se traslada allí en 1972. Durante dos años y medio permanece alejado de los avatares de la política española. Regresa en 1975, y en su casa se encuentra un ambiente singular, ya que el 20 de noviembre, el día de la muerte de Franco, Manuel Fraga Iribarne acudía a la casa familiar para almorzar después de regresar de Londres, donde había permanecido dos años como embajador. 

Ese día, su padre, Ramón Rato, está a punto de salir de viaje para entrevistarse con el conde de Barcelona “y traer información sobre su actitud”, tal y como cuenta Fraga en sus memorias. Cuando Rodrigo regresa de California su casa es un hervidero de encuentros. Allí es donde Fraga conoce personalmente a José María Gil Robles, la persona a la que siguieron sus padres durante la República, y a la que por tanto tiene admiración desde hace tiempo. Estos encuentros ponen de manifiesto la estrecha amistad que mantiene Ramón Rato no sólo con Fraga, a quien le unía su paso por Falange, sino con personajes de la talla de don Juan y Gil Robles, claves durante la transición política que se inicia en esos días.

El joven Rodrigo apenas tiene 26 años, pero vive en un ambiente de excepción. Se puede decir que lo hereda todo: El espíritu político que se respira en su casa y la posibilidad de empezar a gestionar las empresas del círculo familiar. A esa edad ya es consejero delegado ejecutivo en varias sociedades. Hasta 1979 figura como tal en Aguas de Fuensanta; Vinos Jaime Sierra; Edificaciones Padilla y Construcciones Riesgo. Trabaja en la Rueda de Emisoras Rato y se introduce en el mundo de la publicidad.

Los acontecimientos se precipitan a su alrededor. El 9 de octubre de 1976 Fraga pone en marcha Alianza Popular, una agrupación política que entonces integra a varias formaciones en torno a antiguos ministros de Franco. Ramón Rato Rodríguez San Pedro contribuye a su financiación inicial, y no hay que decir que esta circunstancia facilita el aterrizaje político de su hijo Rodrigo en el partido, un aterrizaje que durante años estará marcado por las relaciones políticas y económicas de su familia con Fraga y por la vieja derecha falangista de la España de Franco.

El partido

Rato se presenta a unas elecciones por primera vez en las generales de 1977. Lo hace bajo las siglas de Coalición Democrática, la agrupación que lidera Fraga, con quien aparece en uno de los espacios televisivos de la campaña. En sus filas también están José María de Areilza, Alfonso Osorio, Fernando Suárez, Cruz Martínez Esteruelas y Antonio Alemany, es decir, las viejas glorias del franquismo entre quienes deambula un joven Rato sin experiencia. Después continuó en la nueva Alianza Popular, de nuevo de la mano de Manuel Fraga, mientras continúa, entre 1978 y 1982, como consejero delegado de la empresa familiar Aguas de Fuensanta

El paso del tiempo transporta a Rato hasta febrero de 1987, cuando en el transcurso de un Congreso Extraordinario de la todavía Alianza Popular Rato sigue los pasos de Fraga y sale de la Ejecutiva Nacional, ya que había formado parte de la candidatura de Herrero de Miñón contra la de Hernández Mancha. En ese congreso se da la circunstancia de que cuando Herrero de Miñón sale al estrado para intervenir, sólo se levantan para aplaudirle Rato y Aznar, una imagen sintomática de lo que está a punto de suceder.

Rato y Aznar.

Ese año accede a la vicepresidencia de la Comisión de Defensa y Seguridad de la Asamblea de la Organización del Atlántico Norte. Primero es elegido en Oslo y luego en Hamburgo. Su dominio del inglés y su formación en Berkeley le permiten deambular con facilidad por sus despachos. Un año más tarde se convierte en miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de la Georgetown University, en Washington DC. También es miembro del Comité Especial de Estrategia y Control de Armamento de la Asamblea de la Organización del Atlántico Norte.

Ese es el momento en que sorprende a propios y extraños con un gran discurso en el debate de presupuestos del Congreso. Sin duda, es un momento dulce para la formación personal y política de Rato que, tras la vuelta de Fraga a la presidencia del PP, durante el IX Congreso, en enero de 1989, vuelve al Comité Ejecutivo Nacional.

La figura de Rato resurgía así en medio de la tempestad de Alianza Popular, que se convierte en el Partido Popular que va a liderar junto a Aznar, sin dejar de compatibilizar cargos en el partido con los de presidente en Aguas de Fuensanta y en la empresa Gralex, y en empresas como Edificaciones Padilla; Construcciones Riesgo; Aurosur; Vinos Jaime Serra; Rueda de Emisoras Rato, Rebecasa y Rafi, SA.

Su despacho permanece un tiempo en las oficinas de Rueda de Emisoras Rato, en Madrid. Su apego a la familia es grande. No en vano, su padre ha sido su mentor político y empresarial. Esta vinculación es tan grande que a finales del mes de julio Rato parte hacia el Polo Norte junto a su familia para celebrar las bodas de oro de sus padres. 

El X Congreso del PP en 1990 en Sevilla ratifica a Aznar como presidente del partido, confirma a Cascos como secretario general y crea tres vicesecretarías adjuntas para dar cabida a Rato en la de Acción Electoral.

El 1 de septiembre Rato se erige en jefe de campaña del PP y empieza a preparar la contienda electoral. También empieza a configurar su equipo junto José Manuel Fernández Norniella, Juan José Lucas, Carlos Aragonés y otros.      

En ese momento, es un hecho que tras la llegada del PSOE al poder en 1982, media España se queda sin nada que hacer. Una de esas personas es Manuel Pizarro, que bajo el gobierno socialista trabajaba como asesor jurídico en la Secretaría de Estado de Economía, desde donde salta a los inquietos mercados financieros, donde conoce a otro de los baluartes del PP de Rato, Francisco González, futuro presidente del BBVA. 

Rato cuando Bankia salió a Bolsa.

Años después, en el seno del Partido Socialista se cree que no se puede entender el caso Rato sin tener en cuenta sus conexiones con las operaciones de Bolsa que protagonizan los amigos a los que poco después coloca al frente de empresas privatizadas. En concreto, señalan al Consejo Consultivo de Privatizaciones creado tras la llegada del PP al poder como el responsable de los desmanes privatizadores del equipo de Rato.

La política de privatizaciones del PP se confunde constantemente con las actividades privadas de quienes participan en el proceso. Los analistas del Psoe creen que, con la creación de éste y otros organismos, como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), los populares lograron sacar de los Presupuestos Generales del Estado los costes que entrañan los pagos de empresas ruinosas como Hunosa o la deuda de RTVE. Todo ello gracias al artículo 1 de la Ley de Patrimonio, por el que se permite traspasar a la SEPI cualquier activo de una empresa pública, con el fin de compensar adecuadamente sus pérdidas.

Este proceso dejó a multitud de consejeros supuestamente independientes al frente de muchas empresas privatizadas, que garantizaron al entorno de Rato su control incluso después de muchos años.

Negocios inmobiliarios

El sector inmobiliario es uno de los que ha dado consistencia a lo largo de los años a las actividades de los Rato a través de Edificaciones Padilla, Construcciones Riesgo, Azca SL, con sede en Valencia, Proiber SL y Terrenos de Alcobendas SL. También han gestionado empresas patrimoniales sociedades patrimoniales a nombre de las cuales se encuentran diversas propiedades inmobiliarias.

Rodrigo Rato ha estado al frente de empresas como Rafi SL, una sociedad que funcionó desde 1992 dedicada “a la elaboración y realización de toda clase de estudios, proyectos e informes”, de la que su cuñado José De la Rosa era administrador único, y a nombre de la cual estaba el piso que sirvió durante un tiempo como residencia familiar, en la calle Lagasca de Madrid.

Aguas revueltas

Con Aguas de Fuensanta los Rato han explotado manantiales como los que compraron a las empresas Naarden Orotana, en Castellón, y Naarden Font de Om, en Valencia. Los Rato compraron dichos manantiales en 1996 y pusieron en marcha otras filiales como Imbesa, dedicada a la venta de agua con sabor a frutas, y Manantiales de Fuensanta SL, centrada en el embotellado y comercialización del agua.

El negocio iba viento en popa, pero en 1999 se produjo un hecho sorprendente. El 16 de marzo la Corporación Banesto compraba el 45,3 por ciento de la empresa y otras participaciones de los Rato en Grupo Alimentario de Exclusivas (el 40,53 por ciento) y Cartera del Norte (36,10 por ciento). La operación resultó extraña porque contradecía la estrategia emprendida por Banesto en esa época, que se centraba en la venta de todas sus participaciones industriales sin excepción.

En su día corrió el rumor de que la operación es consecuencia de un crédito anterior concedido por Banesto a los Rato, que a su vez habían pignorado sus acciones en la empresa a favor del banco. Pero esta circunstancia habría sido obligatorio consignarla en los estatutos de la sociedad y en ellos no aparecía ninguna mención sobre el particular. La familia, en cambio, aseguraba que la operación fue una simple compraventa con desembolso dinerario que no tuvo nada que ver con la ejecución de un crédito.

Mari Ángeles Alarco y Rodrigo Rato.

Sin embargo, tal y como informó El Mundo, tanto el cuñado de Rodrigo, José De la Rosa, que representaba sus intereses en la empresa desde principios de los noventa, como la esposa de Rato, María Angeles Alarco Canosa, seguían siendo consejeros de Aguas de Fuensanta tras su venta a Banesto. Ninguno de los dos tenía, aparentemente, títulos de la empresa a su nombre.

Por ello, cuando Banesto se hizo con un 40 por ciento de la sociedad entre participaciones directas e indirectas y tan sólo aparecían dos representantes suyos en un consejo de administración de diez miembros, resultaba sorprendente que otros dos miembros de la familia Rato, que ya no tenían acciones en la compañía, se sentaran también en ese consejo.

¿Por qué se llevó a cabo la operación en esas condiciones? Todo indica que se podría tratar de un favor de la Corporación Banesto, perteneciente ya al Santander Central Hispano, a los Rato. El Siglo afirmaba entonces que las tres empresas compradas por Banesto seguían teniendo participación accionarial, directa o indirecta, de la familia Rato.

Los Rato eran entonces una potencia del sector alimentario, en el que estaban presentes a través de empresas como Refrescos y Bebidas de Castilla SA, Europea de Bebidas SL Europea de Bebidas y Alimentación SL, Grupo Alimentario de Exclusivas SA, Grupo Alimenticio del Centro SL, Cartera del Norte SL, Bodegas Jaume Serra y Manita SA.

Refrescos y Bebidas de Castilla SA, más conocida por Rebecasa, era la matriz del grupo. Con ella los Rato se dedicaban a la fabricación y distribución de bebidas refrescantes, como Trinaranjus, Zumos Vida, Schweppes y cerveza San Miguel, entre otras. La empresa nació en 1982 y el negocio iba viento en popa hasta que en 1995 empezó a perder dinero por doquier. En sólo un año los números rojos se elevaron a 885 millones de pesetas. En poco tiempo la situación resultó insostenible y la empresa se declaró en suspensión de pagos.

Fue un momento delicado para Rodrigo Rato porque estaba a punto de acceder al Ministerio de Economía, tras haber sido vicepresidente de Rebecasa hasta 1993. El resto del consejo lo formaban sus hermanos, Ramón y María de los Ángeles, y el marido de ésta, José de la Rosa, que era el administrador único de la sociedad y quien se hizo cargo de las acciones de Rodrigo, que tenía una inversión de 1.800 millones de pesetas en la empresa.

Las cosas empeoraron poco después, cuando una auditoría de Arthur Andersen revela en 1996 que Rebecasa acumulaba una importante deuda por la concesión de créditos impagados a nueve empresas del grupo Rato que estaban participadas por los Rato y en muchas figuraba el propio Rodrigo como titular de importantes paquetes de acciones. El Juzgado número 1 de Leganés que instruyó la suspensión de pagos estableció que fueron los propios accionistas de Rebecasa quienes debían dinero a la empresa por ser los titulares también de las empresas deudoras.

Las irregularidades se multiplicaron porque el Juzgado comprobó que diez días antes de la presentación de la suspensión de pagos, Rebecasa pagó facturas millonarias por cuñas publicitarias a Radio Getafe, propiedad de la Rueda de Emisoras Rato. Con todo ello la investigación llegó a la conclusión de que se había producido una descapitalización intencionada de la sociedad y que en cualquier caso sus gestores habían llevado a cabo una actuación temeraria.

Los investigadores judiciales creyeron que la concesión de créditos fallidos a empresas de los propios accionistas de Rebecasa podía constituir un presunto delito de alzamiento de bienes, ya que los préstamos fueron a parar a sociedades que difícilmente podrían devolverlos, dada su crítica situación económico-financiera.

Miguel Angel Montero, uno de los hombres de confianza de los Rato en su emporio empresarial, a la sazón director general de Rebecasa, admitió después a la revista Cambio 16 que los créditos a esas empresas habían resultado fallidos “por motivos justificados”. “En el caso de Disgonsa, para indemnizar a sus repartidores”. “En el caso de Carballo, porque habíamos tomado hasta un 90 por ciento de su capital y queríamos relanzar la empresa”. En el caso de Ebesa, “porque los créditos concedidos son la consecuencia de los acuerdos a los que se llega con Cervezas San Miguel en 1996, para la rescisión del contrato que esta empresa tenía con Rebecasa”.

La cosa se complicó más cuando los 90 trabajadores despedidos de Rebecasa presentaron dos querellas por presunta insolvencia punible y por supuesta apropiación indebida contra Rodrigo Rato y su familia, lo que provocó que el entonces presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, José Jiménez Villarejo, preguntara al fiscal si procedía solicitar el suplicatorio al Congreso de los Diputados para procesar al vicepresidente del Gobierno.

El Supremo desestimó la querella de los trabajadores, pero ordenó que un juez investigue los hechos. La familia Rato confió su defensa al bufete de Rodrigo Uría, cuya contratación, según Jesús Cacho, explica la presencia posterior del abogado en el consejo de administración de Tabacalera. 

Luego el apellido Rato se vinculó sucesivamente con diversas operaciones en torno a empresas como Ibermar, hasta conectar con el caso Gescartera, cuya comisión de investigación se paralizó en el Congreso por las conexiones que saltaron a la luz alrededor de apellidos como Polanco o Rato y a empresas como Radiotrónica. 

El imperio de los Rato era entonces una mezcla de sociedades que tenía su origen en algunas de las empresas que puso en marcha Ramón Rato Rodríguez San Pedro entre los años treinta y setenta, cuya actividad han continuado los hermanos Rato Figaredo, y que se ha completado con la creación de varias decenas de negocios cuya representación formal está en manos de cuñados, familiares y personas de confianza de la familia.

Rodrigo Rato era la cabeza visible del clan, dada su condición de persona pública a cargo de la política económica del Partido Popular. Pero en 1993 el más joven del clan Rato anunció que abandonaba la gestión directa de sus negocios para dejarla, al menos aparentemente, en manos de sus familiares, quienes comenzaron a administrar sus acciones en las empresas del grupo.

El vicepresidente del Gobierno abandonó a partir de entonces una buena parte de los consejos de administración de sus empresas, aunque se mantuvo en el accionariado de muchas de ellas. En cualquier caso, la gestión del renacido imperio familiar recayó sobre la figura de su hermano, Ramón Rato Figaredo, quien, ayudado de su cuñado, José De la Rosa Alemany, y de personas de confianza de la familia, trató de sacar los negocios adelante.

Rato optó a la sucesión de Aznar en el PP, pero la aparición de diversas investigaciones sobre la gestión de sus empresas privadas, en paralelo a su gestión en el Gobierno, echaron por tierra sus aspiraciones en beneficio de Mariano Rajoy, un tipo mucho más discreto y predecible como sucesor de un José María Aznar que todavía tenía la tentación de dirigir en la sombra el partido que lo aupó al poder.

Rato saltó entonces a la presidencia del Fondo Monetario Internacional con el apoyo incluso de José Luis Rodríguez Zapatero, un destino de donde salió misteriosamente sin que nadie conozca a ciencia cierta por qué.

Su llegada a Cajamadrid precipitó después un víacrucis que acabó con sus huesos en la cárcel por el caso de las tarjetas black de esta entidad El pasado mes de septiembre, la sección cuarta de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional absolvió al expresidente de Bankia y al resto de acusados por la salida a Bolsa de la entidad, aunque aún está pendiente de los recursos de casación de varias acusaciones. No obstante, continúa abierta la investigación sobre su patrimonio después de que la Audiencia Provincial de Madrid ordenara dar marcha atrás al procesamiento por supuesta corrupción en la contratación de la campaña de publicidad del banco, y agruparla en una causa común con los presuntos delitos fiscales y de blanqueo, que instruye otro juzgado de Plaza de Castilla. 

Ahora, ya cumplidos los 70 años la edad le ha librado de tener que cumplir dos tercios de su condena, como si se tratara de un nuevo indulto político en plena democracia del siglo XXI, después de llevar una vida llena de sombras y escándalos.

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