16 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Marcos comenzó a apostar en una época de problemas personales y familiares y para distraerse lo hizo colocando su dinero en el fútbol

Testimonio de un ludópata: “Pasaba hasta 18 horas en una casa de apuestas y jugaba en cualquier liga deportiva”

Este domingo 6 de octubre tiene lugar en Madrid una manifestación en contra de la proliferación de las casas de apuestas. Cerca 120 asociaciones se reúnen para visibilizar la “proliferación” de este tipo de establecimientos en “barrios obreros”. “Me parece muy bien. La visibilización de este problema es la principal forma de reducirlo”, comenta Marcos, que reconoce haber tenido un problema de adicción con las apuestas deportivas.

Como las drogas, el alcohol o el cigarro, apostar puede convertirse en una actividad adictiva. “Yo tenía un problema, me di cuenta al año de comenzar y desde entonces me dedique al autocontrol y comencé a reducir el dinero que apostaba” asegura Marcos. El joven madrileño apostó de forma regular en casas de apuestas y a través de internet durante cinco años seguidos, finalmente lo dejó como se deja el cigarro, reduciendo las dosis hasta llegar a cero.

Marcos tenía diecinueve años cuando entró por primera vez en una casa de apuestas. “Caí como una forma de escapar. En mi casa tenía muchos problemas, mi novia me había dejado y la estaba pasando muy mal”, explica Marcos. Todo comenzó viendo un juego de futbol, en el entretiempo apareció una publicidad de William Hill y  Marcos decidió probar con las apuestas, para él, sería una simple distracción.

“Recuerdo claramente mi primera apuesta, fue un Athletic Bilbao-Barca. Yo aposté por el Bilbao y recuerdo que el juego quedó 1-0. Había comenzado con una victoria. No había apostado mucho dinero así que me quedé, desde ese momento todo fue en aumento”, recuerda Marcos. Esto sucedió en el año 2013, desde entonces las apuestas del joven madrileño fueron regulares.

Aunque la mayoría de los días no visitaba la casa de apuestas del barrio, Marcos sí que apostaba  de forma online. “Desde casa es mucho más cómodo, las propias páginas de apuestas te ponen los juegos a los que apuestas para poder seguirlos”, explica Marcos, que añade que “para mí,  esto se convirtió en dos horas de desconexión. Porque aun estando en mi casa, el cerebro desconectaba de los problemas y me olvidaba de todo por unas horas”.

Marcos se percató del problema después de apostar durante un año.

Marcos se ha decantado siempre por las apuestas deportivas, ya que considera que el fútbol es un deporte que disfruta y conoce y, por tanto, es una buena forma de olvidar sus problemas personales. Comenzó apostando a La Liga y la Bundesliga, que eran las que mejor conocía. No obstante, conforme fue pasando el tiempo, inició sus apuestas a todo tipo de ligas. “Llegué a apostar equipos de la liga Indonesia o la de Azerbayán. Eran equipos que nunca había visto jugar, pero leía algunas estadísticas y apostaba por ellos”, explica Marcos.

Casa de apuestas.

Marcos solo apostaba cantidades pequeñas, sin embargo, reconoce que al ir acumulando victorias, seguía reinvirtiendo la ganancia en más apuestas. La cifra máxima que llegó a apostar y perder en un solo día  fue de 250 euros. Reconoce que “pudo ser peor”. En sus visitas a las casas de apuestas llegó a ver con sus propios ojos, cómo un hombre se dejaba 7.000 euros en 30 minutos de carreras de galgos. El propio Marcos asegura que “ sabía que tenía un problema, pero otras personas estaban peor”.

Control, pero no regulación

La polémica que ha crecido las últimas semanas y que ha impulsado la manifestación de este domingo se centra en varios puntos que se han convertido en tópicos, entre ellas, la de “los menores que apuestan”.  Marcos asegura que estas afirmaciones las ha escuchado en reiteradas oportunidades, pero que no coinciden con su caso. “Yo fui años al mismo local y todos los días me pedían identificación, aunque ya me conocían. Las cosas como son, en el tema de los menores lo tienen controlado”.

Un redactor de este medio ha entrado a tres casas de apuestas de la ciudad de Madrid y en los tres casos ha debido entregar una identificación para comprobar que dispone de la edad legal para jugar. Marcos reconoce que este sistema puede funcionar en las casas de apuestas, pero no en el juego online, que tiene sistemas de registro “vergonzosos” para el exjugador.

La situación cambia con respecto a la publicidad. “No es normal que yo tenga que dejar de ver la televisión en los intervalos de los juegos por la cantidad de publicidad que se emite sobre apuestas”, asegura Marcos. La regulación de publicidad de las casas de apuestas está limitada por las comunidades autónomas; no obstante, no hay mayor limitación para las apuestas online, que son competencia del gobierno central.

En España, la mayoría de las casas de apuestas digitales son extranjeras, por lo que escapa de la regulación autonómica. Para Marcos la no regulación de la publicidad incita también a ir a los locales físicos. Considera necesaria una regulación para evitar el incremento de jóvenes.

Es una adicción sin tratamiento

Marcos reconoce que aunque no se introducía sustancias como alcohol, drogas o tabaco, el juego le producía y produce en quienes apuestan regularmente una sensación de necesidad. “Tu cuerpo te pide que apuestes. Puedes arruinar a toda su familia, porque en los casos más graves, robas o pides créditos para poder seguir apostando. Es una necesidad” explica Marcos. 

En Madrid solo existe un centro de tratamiento para personas con ludopatía en la sanidad. Se encuentra en el hospital Ramón y Cajal y es la única institución a la que pueden remitir a un enfermo. Para el exjugador, es necesario tomar más medidas para apoyar a las personas que sufren ludopatía.

Marcos apostó solamente en deportes.

A esto se le suman los prejuicios sociales del juego. Marcos asegura que “Mientras los problemas como el tabaco y el alcohol, que muchas veces rozan en adicción están aceptado. Aunque te tomes 7 copas en unas horas de fiesta, nadie te va a juzgar. Ahora, entra y apuesta cinco euros y todos te van a mirar mal”.

El joven reconoce que muchas personas, por miedo a ser juzgados, se introducen en el mundo de las apuestas online. Quienes visitan casas de apuestas pueden ser vistos por amigos y familiares, mientras que, quienes apuestan en internet, pueden hacerlo sin control.

En el caso de Marcos, fue una segunda ruptura amorosa la que lo llevó a dejar su adicción al juego. “Aproveche lo mismo que me llevó a jugar, para dejar de jugar” afirma Marcos. El joven reconoció su problema ante su familia y amigos y recibió apoyo. “Yo estaba enfermo. Cuando pasas un día desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la madrugada viendo partidos de fútbol es evidente que algo no va bien”. El joven no tiene miedo a volver a jugar, pero si espera que otros jóvenes no caigan en el mismo problema que él.

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