26 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desirée fueron a ver a su amiga, que no les acompañó a la discoteca Coloor antes de desaparecer

La historia de Esther Díez, la cuarta niña de Alcàsser que sobrevivió al triple crimen por estar enferma

El Cierre Digital en Esther Díez en 1993.
Esther Díez en 1993.
Esther Díez Martínez, de 44 años, era amiga de Miriam, Toñi y Desirée, las conocidas como niñas de Alcàsser. Hace 30 años, el 13 de noviembre de 1992, las adolescentes fueron a visitar a Esther, de entonces 14 años, a su casa antes de acudir a la discoteca Coloor. Esther estaba enferma, y esa fue la causa por la que no acompañó a sus amigas aquel día que se subieron al coche de Antonio Anglés y Miguel Ricart. Esther fue una de las últimas personas que las vio con vida.

El pasado 13 de noviembre se cumplieron 30 años desde la desaparición de Toñi, Miriam y Desirée, conocidas como las niñas de Alcàsser. Su desaparición fue una de las más mediáticas vividas en España, con una cobertura total por parte de los medios de comunicación hasta que, tras 75 días de búsqueda, se hallaron los cadáveres de las tres menores de 14 y 15 años. Era el 27 de enero de 1993.

Toñi, Desirée y Miriam iban a acudir ese 13 de noviembre a la discoteca Coloor de Picassent (Valencia), aunque lo normal hubiera sido que las acompañara Esther Díez Martínez. Sin embargo, Esther estaba enferma y decidió quedarse en casa.

Así, Esther se convirtió en una de las últimas personas en verlas con vida. Las tres jóvenes acudieron a casa de su amiga antes de decidir hacer autostop para ir a la discoteca Coloor. Ni llegaron al local, ni volvieron a casa.

El triple crimen de Alcàsser

Muchas son las lagunas e información difundida sobre el crimen de Alcàsser. Uno de los aspectos más desconocidos es, quizá, la historia de la cuarta niña de Alcàsser, Esther Díez.

Esther Díez Martínez tenía 14 años aquel 13 de noviembre de 1992 y pertenecía a la misma pandilla que Miriam, Toñi y Desirée. Se llevaba especialmente bien con Desirée Hernández. De hecho, Esther fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée y se libró de correr el mismo destino gracias al azar, ya que se encontraba enferma aquel día y por eso no las acompañó a la discoteca Coolor.

De izquierda a derecha, Desirée, Miriam y Toñi, las niñas de Alcàsser.

El 13 de noviembre de 1992 Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández hacían autostop para llegar a la fiesta de su instituto que se celebraba en la discoteca Coloor. Tenían entre 14 y 15 años. El vehículo que paró fue el de Antonio Anglés y Miguel Ricart. Las secuestraron, las llevaron a una caseta abandonada en el campo, las torturaron, violaron, asesinaron y luego las enterraron.

El 27 de enero de 1993 dos apicultores descubrieron los cadáveres. La Guardia Civil encontró un volante hospitalario con el nombre de Enrique Anglés, hermano de Antonio, un conocido delincuente de la zona. Cuando los agentes estaban en el domicilio de los Anglés, en Catarroja, se presentó Miguel Ricart a preguntar qué ocurría, pero un guardia civil lo reconoció como "el Rubio", compañero de fechorías de Anglés, y fue detenido.

Mientras tanto, Antonio Anglés huía hasta una caseta abandonada en mitad del monte en Catarroja, pero cuando llegó la Guardia Civil, el asesino ya no estaba allí. Treinta años más tarde sigue siendo el delincuente más buscado de España, el enemigo número uno. Muchas teorías envuelven su paradero. Algunas le sitúan vivo. Otras, muerto.

La declaración de Esther Díez, seis días después de la desaparición

El crimen de Alcàsser es un suceso que, de vez en cuando, vuelve a estar de actualidad. En 2022 lo ha hecho por el estreno de la película ’75 días’ el pasado 22 de abril. El filme de Marc Romero daba a conocer todas las lagunas del mediático caso, como comentó en una entrevista con elcierredigital.com.

Romero, que leyó el sumario para elaborar el largometraje, comentó en una entrevista con COPE que una de las lagunas tenía que ver, precisamente, con Esther López y el día que la tomaron declaración.

“Lo que me extrañaba a mí de este testimonio concretamente es que la Guardia Civil no va a su casa [a la de Esther Díez] hasta siete días después, imagínate los padres, siete días de búsqueda y siete días de angustia. Y que los cuerpos de seguridad del Estado no pregunten a la última persona que las vio con vida. Eso me parecía extraño, por eso decidimos incluirlo en la película”, declaraba el director.

Fue seis días después de la desaparición de las menores, el 19 de noviembre de 1992, cuando Esther Díez también dio su versión de los hechos, pero esta vez en una entrevista para la cadena de televisión Antena 3. En ella, cuando la presentadora pregunta a la joven, de entonces 14 años, si había pensado que podría estar en paradero desconocido como sus amigas, Esther afirmaba que “seguro que estaría”, porque ella era “la primera en apuntarse para ir a todos los sitios, y más haciendo autostop”.

En el programa Esther también confirmó haberlas visto con vida antes de irse a la discoteca Coloor. Las tres jóvenes fueron a verla “porque estaba enferma” y decidieron allí irse haciendo autostop. “Se fueron y ya no se sabe nada”, comentaba, añadiendo que las tres adolescentes no tenían pensado marcharse de casa.

El sumario con las declaraciones de Esther Díez

Las declaraciones de Esther Díez recogidas en el sumario del caso también confirman que la joven de 14 años fue la última en verlas con vida. Según el sumario, las tres niñas dejaron la casa de Esther a las 20:20 horas, aunque durante el juicio contra Miguel Ricart se dijo que a las 20:00 horas. Una diferencia de 20 minutos que también alimentó las teorías de la conspiración, aunque simplemente se corresponde a una diferencia de criterio. Según declaró Esther, las niñas querían ir a la fiesta en Coloor, “pero se iban a quedar en la puerta porque no llevaban dinero suficiente".

Esther estaba realmente enferma aquel frío 13 de noviembre y acudió al ambulatorio a ponerse una inyección, aunque antes pasó un rato por los Recreativos Zass, donde le dijeron que las tres amigas ya se habían ido. Las jóvenes acostumbraban a reunirse en este local y pasar allí el tiempo libre. Luego fue al ambulatorio y cuando salió, estaban esperándola en la calle Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández.

Después de aquel encuentro todas las niñas fueron a casa de Esther. La madre de la menor, Rosalía Martínez, recordó que las niñas estuvieron en su domicilio aquel viernes hasta las 17:50 horas, por lo menos, aunque no supo precisar la hora. Sin embargo, Miriam llamó a su madre a las ocho de la tarde, pero no se sabe si lo hizo desde casa de Esther o desde una cabina. Entonces no existían los teléfonos móviles como ahora y por tanto no se podía conocer el origen de la llamada.

Esther delante de los recreativos Zass donde se encontraban todas las niñas.

Hubo otros dos testigos que aquel mismo día vieron a las tres niñas, Francisco Martínez Hervás y José Antonio Cano Llarcer. El primero recogió a las jóvenes en su coche a las 20:15 en Alcàsser aunque las dejó en la gasolinera Mari de Picassent. El segundo las vio haciendo autostop en el mismo lugar cinco minutos más tarde, donde las recogerían Antonio Anglés y Miguel Ricart, que lejos de llevarlas a la discoteca, las llevaron a la caseta del paraje de La Romana, donde las asesinaron.

Denuncia e investigación como desaparición voluntaria

Nada más producirse la desaparición y ponerse la denuncia ante la Guardia Civil por parte de los padres, tomaron declaración a su entorno de amistades y familiar y trataron el caso como una desaparición no forzosa. El 20 de noviembre de 1992, siete días después del suceso de las menores, declaraba Esther en el cuartel de Picassent, a las ocho y media de la tarde.

Los guardias civiles que hicieron el interrogatorio preguntaron a la niña si "hablaron de algo relacionado con marcharse de casa o de viajar". Ella contesto que no. Los agentes trataban de descartar ya en ese momento una desaparición voluntaria y pasar a tratarlo como un secuestro o desaparición forzada. Esther también dijo que ellas iban a Coolor, porque había una fiesta del instituto de Picassent, "aunque no estudiaban allí, pero conocíamos a gente del mismo centro".

La joven también manifestó en el cuartel sin duda alguna que "ninguna de ellas tenía problemas" y reafirmó que "acostumbraban a ir a la discoteca en autostop, cuando perdíamos el autobús nos íbamos a dedo".

Esther,  con camisa blanca, dentro de los Recreativos Zass, junto a otros miembros de la pandilla de Alcàsser.

Cinco años después, en 1997, en el juicio contra Ricart, la declaración de Esther Díez fue también importante porque fue la última amiga de las niñas que vio con vida a Miriam, Toñi y Desirée. Esther era sólo una niña cuando desaparecieron sus tres amigas en 1992, tenía la misma edad que ellas, pero ya era mayor de edad cuando declaró en el juicio.

Esther Díez en el juicio de 1997

La declaración de Esther aquel 28 de mayo de 1997 pudo ayudar al Tribunal a establecer la rutina de comportamiento de las niñas de su edad. Durante el juicio Esther dijo que conocía desde pequeña a Miriam, Desirée y Toñi, "de toda la vida". “Éramos amigas, unas más y otras menos, pero éramos amigas todas”, añadió. También ratificó que aquel 13 de noviembre de 1992, tenían “que haber ido las cuatro a una discoteca”, pero que las niñas fueron a su “casa antes de ir a la discoteca porque” Esther “estaba enferma". En su casa, según afirmó, pasaron una media hora aproximadamente antes de marcharse.

También arrojó un dato que, de haber tomado otra decisión, seguramente se hubiese evitado la tragedia. Dijo que "lo más seguro es que fueran a Coolor, no estaban muy convencidas porque ya era muy tarde, pero lo más seguro es que sí". Y añadió otro: "Para ir de Alcàsser a Picassent o a otras localidades próximas, alguna vez hicimos autostop”.

Las preguntas de los abogados —que según los medios, fueron breves y respetuosos en sus interrogatorios— también ayudaron a arrojar luz a algunas cuestiones sobre su desaparición. Según declaró Esther, en la discoteca Coloor se hacían “fiestas de institutos”, en horario “de 18:00 a 22:00”. La hora de cierre de la discoteca coincidía con el horario que muchas de ellas tenían para llegar a casa. “Desi siempre se iba a las diez como yo, como muy tarde. A las diez tenía que estar en casa, tampoco exacto, a veces llegas más tarde o más pronto”, declaró. Para llegar a esa hora solían salir del local a las 21:45, pero como la discoteca no ofrecía autobuses para llegar a Alcàsser, solían hacer autostop”.

Sin embargo, las cuatro jóvenes, asiduas a este transporte, solían tener cuidado con los coches que decidían parar. Hasta el día que desaparecieron las tres niñas de Alcàsser. “Cuando hacíamos autostop, a algún coche sí hemos dicho de no subir. Normalmente subíamos si conocíamos a la gente o con familias mayores, si veíamos un matrimonio. Alguna vez nos han parado tres chicos y me he acordado de no haber subido. Creo que nunca hemos subido a un coche que no conociéramos”, confirmó. Sin embargo, las tres niñas de Alcásser se subieron al coche de Anglés y Ricart, que Esther afirmó no conocer.

Al día siguiente del juicio, los periódicos recogieron que la madre de Miriam, Matilde Iborra Martínez, salió tras Esther cuando terminó de declarar. El contenido de la conversación entre ambas, que duró varios minutos, nunca trascendió.

Esther ahora es madre de familia, vive tranquila y alejada de un suceso que marcó a todo un país, pero mucho más su infancia. Tiene 44 años, ha cambiado físicamente y no vive en Alcàsser, aunque continúa manteniendo contacto con la gente de su pandilla de la niñez y de los Recreativos Zass. Y, sobre todo, Esther quiere seguir manteniéndose en el anonimato y, si fuera posible, olvidar.

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