28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El Cierre Digital repasa la vida de los diez Reyes de la dinastía que han precedido a Felipe VI a través de una serie del historiador Julio Merino

Enfrentamientos entre padres e hijos, una tradición entre los Borbones

Juan Carlos I y Felipe VI.
Juan Carlos I y Felipe VI. / La guerra entre padre e hijo no es nada nuevo en la historia de España.
La guerra fría entre Juan Carlos I y Felipe VI ya no se le escapa nadie. La situación del Rey Emérito sigue siendo uno de los grandes dolores de cabeza de su hijo y más, tras su dedición de pasar este fin de semana en Sanxenxo. La guerras entre padres e hijos ha sido un elemento común en la saga desde hace siglos. Mantenerse en el trono y en el poder ha sido más fuerte que las relaciones familiares en muchas ocasiones.

La visita del Rey Juan Carlos a España vuelve a poner de manifiesto la fuerte división existente en la saga Borbón. Por un lado, Felipe VI no quiere que su reinado se vea afectado por los escándalos unidos a la figura de su padre. Por otro, el Rey Emérito quiere marcar los tiempos y elegir en qué y cómo volverse a España después de casi dos años de exilio en Abu Dabi. Una salida sui generis que pactaron entre Zarzuela y Moncloa y la que él se avino mientras duraban sus problemas judiciales en España y Suiza. 

Hoy, sólo le queda un frente judicial al Emérito y puede ser el más preocupante: la denuncia civil por acoso interpuesta por su examante Corinna Larsen. Por eso ha sorprendido que, tras una tensa conversación telefónica entre padre e hijo tal y como desveló Elcierredigital.com, el Emérito decidiera volver a España antes del 1 de julio, fecha en la tendrá lugar la vista ante la justicia británica. Sin embargo, el equipo legal de don Juan Carlos ya está trabajando para evitar llegar a esa fecha sin un acuerdo extrajudicial con Corinna Larsen. Algo perfectamente legal ya que se trata de un proceso civil. 

Lo cierto es que desde que se produjo el relevo en la corona española en 2014 y, de forma más virulenta desde 2020, entre Juan Carlos y Felipe de Borbón hay una guerra en la que la comunicación es la principal arma. Juan Carlos I se siente ninguneado después de haber sido Jefe de Estado  casi cuatro décadas e intenta controlar el flujo de información y filtraciones a su favor. Un juego que aprendió a controlar en sus años como monarca. Sin embargo, esto choca de frente con los intereses de su hijo pequeño Felipe VI. 

Juan Carlos I con cinco de sus nietos y sus hijas Elena y Cristina en Abu Dabi/ Europa Press. 

La costumbre del Rey Emérito de puentear informativamente la agenda de Casa Real es habitual. La más reciente tuvo lugar en Semana Santa cuando la filtración de la foto de Juan Carlos rodeado de sus nietos en Abu Dabi opacó en los medios el acto institucional protagonizado por la Princesa de Asturias Leonor visitando un centro con refugiados ucranianos. 

Para que no le faltase detalle esperpéntico al asunto, la primera versión de la foto distribuida por Europa Press demostró que se trataba de un cutre montaje gracias que le faltaban las piernas a Pablo Urdangarin. Luego llegó se hizo pública la imagen real ya contaba Pablo en ella con sus preciadas extremidades inferiores.

Este tipo de 'navajazos' entre padres e hijos son una constante entre la dinastía Borbón. La corona y el poder que se devenga de ostentarla, ha sido motivo más que suficiente para hacer que las relaciones paterno-filiales se enturbiaran. 

Carlos IV y Fernando VII

De entre las peleas entre padre e hijos, posiblemente la más cruenta es la que enfrentó a Carlos IV con su hijo Fernando VII, considerado el peor Rey de la Historia de España. Las relaciones entre el Príncipe de Asturias y sus padres, Carlos IV y María Luisa de Parma no era estaba precisamente presidida por el amor. Fernando odiaba a sus padres y la ascensión que tenía sobre ellos Godoy

Fernando VII. 

La entrada en escena de Napoleón Bonaparte fue fundamental en la guerra entre padre e hijo. El emperador francés, con la escusa de llegar a Portugal, pidió permiso a Carlos IV para cruzar España. Fernando, que un año antes había intentado destronar a su padre mediante la Conjura de El Escorial, vio una oportunidad de ser Rey, títere de Napoleón, pero monarca al fina y al cabo. Mientras los españoles, se revelaban contra los franceses, padre e hijo caían, por su ambición, en las garras del Emperador que hizo abdicar el padre en el hijo y a éste en su hermano José I Bonaparte. 

Sin embargo, Fernando VII acabaría reinando en España después de que Napoleón decidiera abandonar el país haciendo públicas las cartas que el 'Rey Felón' le había enviado durante años en las que quedaban claras sus intenciones aún a cambio de someter a su país. España, país poco dado a la lectura de verdades sobre sus reyes, recibió al monarca al grito terrible de "¡vivan las cadenas!" y los borbones volvieron al torno de España. 

Isabel II y María Cristina 

Isabel II, la hija de Fernando VII, concitó en recién nacida una de las mayores divisiones en el seno de la monarquía y de la política. Los que no querían que reinase por ser mujer, darían pie al 'Carlismo', mientras los que la defendían a ella, los liberales. 

Isabel II protagonizó un reinado lleno de errores políticos, tensiones y malas decisiones, a parte de sus muchos escándalos sexuales. Por si fuera poco, además, tuvo que enfrentarse a su madre, la Reina Viuda María Cristina de Borbón. 

Isabel II. 

La Reina Madre no sólo se casó y tuvo varios hijos secretos con Agustín Fernando Muñoz. Todo esto intentó mantenerse en secreto hasta que no se pudo más. Pero esto no fue la gota que colmó el vaso. Pronto comenzó a dedicarse a los negocios y a cobrar comisiones. Entre sus negocios estaban el sector de la sal, la construcción de vías de ferrocarril y la conpraventa de esclavos. En 1854 el asunto de su voracidad llegó a las Cortes y se decidió su expulsión del país. Su hija, que bastante tenía con paralizar sus escándalos, no se opuso y consideró que era mejor que su madre estuviera lejos. Algo que ella padecería también en sus rollizas carnes. 

Alfonso XII y sus padres exiliados 

En 1868 la Revolución Gloriosa echó a los Borbones de España acusados de corrupción. Ocho años después un Golpe de Estado a cargo del General Martínez Campos repuso en el trono a los saga. Eso sí, en la figura de Alfonso XII. El monarca consiguió ser uno de los más populares de la historia de España gracias a la propaganda y su historia de amor breve con María de las Mercedes que, para poner más drama al asunto, era hija un 'carlista'. La Reina de 18 años murió seis meses después de la boda y esto dio más popularidad al monarca que mantuvo en el exilio a su madre. 

Alfonso XII.

El día que entró en Madrid, el joven monarca se mostró sorprendido ante el fervor popular. "Esto no es nada. Tendría que haber visto la que montamos cuando echamos al zorrón de su augusta madre", contestó según la leyenda el General Martínez-Campos. Alfonso XII tomó nota y no permitió volver a su madre a España, salvo en momentos puntuales. Murió en París el 9 de abril de 1904. 

Don Juan y la sucesión al trono 

Alfonso XIII no tuvo que pelar con su padre porque nació póstumo. Claro que este no le sirvió para tener tranquilidad en el trono. En 1931 los españoles le mandaron al exilio y una década más tarde, cuando intuía que la muerte estaba cerca decidió abdicar en su tercer hijo, Don Juan de Borbón

¿Por qué su tercer descendiente? El Rey español se había casado con la inglesa Victoria Eugenia de Battenberg y con ella llegó la hemofilia a la Casa Real española. Su hijo mayor, Alfonso, que padecía la enfermedad, renunció al trono en 1933 por contraer matrimonio morganático con la cubana Edelmira Sampedro. Este matrimonio no duró mucho y, finalmente, Alfonso falleció desangrado tras un accidente de tráfico en Estados Unidos en 1938. 

Alfonso de Borbón y Battemberg. 

El segundo hijo, Jaime de Borbón, también renunció por matrimonio morganático con la francesa Emanuela de Dampierre. Así, asumió don Juan el papel de heredero. Sin embargo, Jaime se desdijo de su renuncio durante años. Una lucha por la legitimidad dinástica que también siguió su hijo Alfonso de Borbón-Dampierre que puso en aprietos durante años la sucesión de Juan Carlos de Borbón. Otra lucha familiar. 

Juan Carlos, Franco y el Conde Barcelona. 

En 1947 Franco convirtió a España en un Reino sin Rey y él se otorgó la potestad de elegir a su sucesor "a título de Rey". Juan Carlos, entonces Juanito, se educó a los pechos del dictador desde 1948 y jugó durante años a tensar la relación entre padre e hijo para sucesión al trono de España. 

También en las dos décadas siguientes dio alas a Alfonso de Borbón-Dampierre y al carlista Carlos-Hugo de Borbón y Parma. En julio de 1969 nombró sucesor a Juanito y empezó a llamarse Juan Carlos para no tener que ser Juan III que era su padre y tampoco sería Príncipe de Asturias porque sería reconocer a su padre como Rey. Franco se sacó de la manga el título de Príncipe de España. 

Don Juan y Franco. 

Don Juan de Borbón se sintió traicionado por su hijo y la relación entre ambos se cortó durante años. Sólo volvió el Conde de Barcelona de su exilio portugués tras renunciar a sus derechos dinásticos el 14 de mayo de 1977. Su hijo ya era Rey pero para los monárquicos era un Rey perjuro igual que para otras monarquías que lo consideraban un monarca títere puesto por Franco. La renuncia de su padre ayudó a su legitimidad. 

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