20 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

JAVIER URRA DICE QUE EL CHICO PARA EL QUE SE PIDEN SEIS AÑOS DE INTERNAMIENTO POR MATAR A SU FAMILIA TIENE "una personalidad psicopática incipiente"

Crimen parricida de Elche: El menor, que "es imputable por asesinato, sabía lo que hacía"

El Cierre Digital en Vivienda familiar donde ocurrió el parricidio
Vivienda familiar donde ocurrió el parricidio
El pasado 8 de febrero en Algoda, Elche, un joven asesinó con una escopeta a su madre, a su hermano y a su padre por castigarle sin videoconsola ni Internet al suspender cinco de las nueve asignaturas del primer trimestre. El informe psiquiátrico descarta cualquier tipo de alteración psicopatológica o trastorno mental y afirma que el menor "sabía perfectamente lo que hacía", explica Javier Urra, por lo que "es imputable". Su acción se debió a un ataque de ira y rabia.

El informe psiquiátrico del joven de 15 años que asesinó a sus padres y a su hermano a punta de escopeta el pasado 8 de febrero en Algoda, Elche, descarta cualquier tipo de alteración psicopatológica o trastorno mental. El dictamen fue realizado por un médico forense experto en psiquiatría y una psicóloga clínica, ambos miembros del Instituto de Medicina Legal de Valencia.

Los dos expertos inciden en que el joven era plenamente consciente de lo que estaba haciendo cuando cometía los crímenes. El chico tenía el objetivo de asesinar a sangre fría a su familia porque su madre le castigó sin jugar a la videoconsola ni acceder a Internet por haber suspendido las asignaturas de Lengua y Matemáticas

Javier Urra, psicólogo forense de la Fiscalía explica en una conversación telefónica con elcierredigital.com que “el menor es imputable, sabía perfectamente lo que hacía e hizo lo que quiso hacer. El chico no tenía ninguna incapacitación, lo que ocurre es que no estaba asistiendo al colegio, fue castigado y es un chico con muy poca capacidad para aceptar la frustración, cuando su madre le quita la herramienta de juego se vuelve muy violento y comete un hecho terrible”.

Javier Urra, psicólogo forense de la Fiscalía

En las entrevistas realizadas por los especialistas para evaluar sus capacidades intelectivas y volitivas el 8 de abril y el 4 de mayo, el joven aseguró que “estaba enfadado y se me fue la cabeza”. El chico relata los hechos con total frialdad y sin ningún tipo de remordimiento aseguran los especialistas y entiende los crímenes como un problema al que debe adaptarse.

El menor no tenía problemas de adicciones de consumo, tenía un buen comportamiento en el entorno familiar y mantuvo una media de notable hasta que llegó la pandemia y con ella comenzó a usar la videoconsola y la conexión a Internet. En el primer trimestre del pasado curso el adolescente suspendió cinco de nueve asignaturas, el menor lo atribuye a que estaba estudiando la rama de ciencias puras, además de que los videojuegos y las redes sociales le distraían en gran medida.

Tras asesinar a su madre, confiesa que mató a su hermano porque “había entrado en un bucle del que no podía escapar”, del asesinato de su padre confiesa que “tenía que matarlo porque ya no había otra solución”.

Los psiquiatras forenses reflejan en su informe que les llama la atención la ausencia de afectación real, ni en sus gestos ni en sus palabras, al recordar lo ocurrido, así como la ausencia de empatía con el daño producido, aunque reconoce su responsabilidad. 

Acordonamiento de la casa donde ocurrió el parricidio.

En el informe, los psiquiatras ultiman que el menor sabía diferenciar entre el bien y el mal, pero también observan una intencionalidad premeditada en los crímenes, ya que cargó el arma después de haber disparado a sus familiares para rematarlos. Por otro lado, los especialistas aclaran que el menor presenta atributos de una “personalidad psicopática incipiente, que tiene una baja tolerancia ante la frustración” y rasgos comunes a los psicópatas como la insensibilidad emocional, el egocentrismo y su poca empatía.

“En base a estos datos, el juez hace uso de la Ley Orgánica 5/2002 de Responsabilidad Penal del Menor, lo esencial en estos casos es el informe pericial. El chico sabía lo que hacía tanto cognitiva como volitivamente. La rabia y el odio por ser castigado impulsó al joven a cometer el parricidio y acabar con la vida de sus familiares”, indica Javier Urra a elcierredigital.com.

La Fiscalía solicita la pena máxima de seis años de internamiento para menores de 16 años, “si se le aplica esta pena acudirá a un centro de reforma donde se trabajará muchísimo con él para que sea consciente de lo que ha hecho, cambie cognitivamente, tenga compasión, sea empático y sea capaz de arrepentirse y pedir perdón. Posteriormente se le buscará un trabajo para que se reincorpore a la sociedad”, aclara Javier Urra.

Javier concluye “lo que tendríamos que haber hecho era prevenir esta situación y ver qué características tenía este joven para llegar a cometer un hecho tan terrible, es obvio que anteriormente tuvo que dar indicios de rencor, violencia e incapacidad para aceptar la frustración, ya que no surge un día sino que es parte de un proceso”.

 La sucesión de los crímenes

Todo comenzó cuando el 8 de febrero en Algoda, Elche, el joven le enseñó las notas a su madre, con cinco suspensos de nueve, y esta decidió castigarlo sin Internet, sin consola y sin poder salir de su cuarto. Quince minutos después de discutir con su madre el adolescente subió a por la escopeta de caza de su abuelo, y con total calma bajó uno a uno los escalones, pasó tranquilamente junto a su madre en busca de cartuchos en la entrada de la casa, cargó el arma y le disparó tres veces, sin mediar palabra.

Su hermano, de diez años, acudió al escuchar los disparos. El parricida reconoce que tras fallar un primer disparo, le disparó nuevamente por la espalda cuando el pequeño trataba de huir. Después el menor limpió la casa y escondió los cuerpos en un trastero fuera de la vivienda. 

Tras esto, se sentó en una silla del comedor, situada a tres metros de la puerta de entrada, y esperó la vuelta de su padre, quien nada más abrir la puerta recibió un disparo en la boca, del que sobrevivió, logrando tirar el arma al suelo. Mientras iba hacia el lavabo y le pedía que llamara a emergencias, el joven nuevamente cargó la escopeta y disparó dos veces contra su progenitor. 

Fue su tía materna quien se acercó a la finca a ver qué sucedía tras varios días sin saber nada de su hermana. Allí encontró a su sobrino de 15 años solo y, al preguntarle qué pasaba, el adolescente contestó que había matado a su familia por una discusión por las notas del instituto. La mujer llamó inmediatamente a la policía.

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