25 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Su padre, un excombatiente de la II Guerra Mundial, la mantuvo durante años en una habitación a oscuras, encadenada y sin comer

Genie Wiley, la niña salvaje que pasó toda su infancia aislada y sin contacto humano

Genie durante uno de los experimentos pedagógicos.
Genie durante uno de los experimentos pedagógicos.
Genie Wiley fue una niña rescatada por los servicios sociales que pasó toda su infancia a oscuras en una habitación y encadenada sin nada más que comer que la dieta blanda que le proporcionaba su padre. Estas circunstancias propiciaron que Genie se convirtiese en un ser viviente de convicciones propias. A diferencia de los niños ferales criados por animales, esta pequeña había estado aislada de todo contacto, lo que permitió a los investigadores descubrir que parte del comportamiento es innato.

Los experimentos en humanos han sido un tema tabú toda la vida. Pocas veces se permite hacer determinadas pruebas con una vida humana. Requirió muchas veces de la maldad del hombre para obtener algunos conocimientos de los que disponemos hoy en día.

Las pruebas realizadas por los científicos nazis guiados por Joseph Mengele o por el escuadrón 731 de Shiro Ishii otorgaron a las potencias militares algunos descubrimientos que han permitido que la maldad se extienda más allá. Nadie sabe exactamente dónde está el límite.

Joseph Mengele "El Doctor de la Muerte Nazi", realizó experimentos indescriptibles en humanos.

Pero a veces los azares del destino ofrecen a los investigadores nuevas formas de poner a prueba sus teorías. En este caso algunos investigadores se preguntaban queéparte del comportamiento humano es innato y cuál adquirido. Un experimento así implicaría aislar a un ser humano de todo contacto con seres vivientes desde su nacimiento, cosa que jamás podría llevarse a cabo. No les hizo, falta. Genie Wiley llegó como respuesta a sus inquietudes.

La niña encadenada

Clark Wiley tenía problemas psicológicos. Creía que debía proteger a su familia a toda costa del peligro del exterior. Se trataba de un hombre traumatizado por su participación en la Segunda Guerra Mundial, que había pasado por varios orfanatos y familias de acogida. Odiaba a los niños y los ruidos fuertes.

En algún momento de su vida Clark se casó con una inmigrante de nombre Irene Oglesby con quien tuvo cuatro hijos. Dos de los hijos no sobrevivieron. El primero fue abandonado en un garaje para dejarlo morir ahí, el segundo ni siquiera sobrevivió al parto. Los últimos dos serían Jhon y Genie. Cabe aclarar que Genie no es el nombre dado por sus padres ya que estos ni se molestaron en registrarla, el nombre le fue dado por los servicios sociales cuando fue rescatada.

Clark Wiley junto a su mujer e hijo.

A los 22 meses de edad su padre decidió encadenarla a una silla con orinal y olvidarse de ella en una habitación oscura. Genie pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia con movimientos muy restringidos y a oscuras, aislada del mundo humano. Los únicos sonidos que podía escuchar eran las ocasionales peleas entre sus padres, ya que Clark maltrataba a Irene.

Final de la pesadilla

En su cautiverio Genie solo podía observar parte del cielo a través de un resquicio de una de las ventanas, lo poco que no estaba tapado con una chapa de metal. Su padre la alimentaba, usualmente con dieta blanda y le tenía prohibido hacer cualquier tipo de sonido. Esto más adelante repercutiría enormemente en el escaso desarrollo de Genie que tuvo que descubrirse a sí misma bajo circunstancias muy restrictivas. Si a Genie se le ocurría hacer el más mínimo ruido era castigada de manera violenta.

A la hora de dormir la cosa empeoraba. La encerraba en una jaula de alambre. Tanto la madre como el hermano también tenían prohibido salir al mundo exterior, pero al menos podían tener contacto el uno con el otro. Jhon también sufriría traumas, pero no tan severos como los de su hermana. Así se sucedieron los años de esta familia, conviviendo con un sujeto traumado y agresivo que se paseaba por la casa como un perro guardián con una pistola en la mano.

Genie Wiley.

El final del tormento llegaría cuando la madre de Genie se quedó ciega por cataratas. Al acudir a un hospital cercano los empleados sospecharon de las circunstancias particulares del hogar de donde procedía la mujer. En los días siguientes una asistenta social se llevaría la sorpresa de su vida al llegar a casa de los Wiley.

Peor que una niña feral

Los agentes de servicios sociales pronto se dieron cuenta de que la niña de aproximadamente 11 años sería un caso extremadamente difícil, pero era fuerte. Para su fortuna o para su desgracia había sobrevivido a los maltratos de su padre, que dejaron algunas secuelas irreparables.

La dieta blanda la mantenía en un estado de malnutrición, tenía una muy baja estatura para su edad, caminaba sobre sus cuatro extremidades y no sabía hablar. Los policías que intervinieron pronto se enteraron que no tenía seis años como pensaron inicialmente, tampoco 11, sino 13 años. Pensaban que se trataba de una pequeña de seis años con autismo. En ocasiones su mirada se perdía en algún punto del espacio como si observara algo que otros no podían ver.

Genie apenas podía caminar debido a sus miembros atrofiados, en la foto tiene más de 13 años.

Los padres fueron acusados de maltrato infantil, Wiley decidió suicidarse. Sus últimas palabras vinieron de una nota de suicidio que rezaba: “nadie lo entenderá jamás”. Por otro lado, Irene quedó libre de cargos al haber entendido el juez que ella también era una víctima. No obstante, la custodia le fue retirada y sus hijos pasaron a disposición del estado. La madre desapareció sin dejar rastro y nunca más volvió a ver a sus hijos.

Genie pasó entonces a ser custodiada por un equipo de científicos que vio en ella la oportunidad perfecta para estudiar qué partes del comportamiento humano son adquiridas y cuales son innatas.

Como era de esperarse, Genie sufría severas carencias. No sabía hablar, su coordinación motriz era casi nula, tenía un grave retraso mental que solo le permitió aprender unas cuantas docenas de palabras, pero solo sabía reproducir fonemas, no sabía encajar las palabras en una frase cohesionada. No pudo adquirir conocimientos de gramática algunos.

Teorías sobre el comportamiento

El descubrimiento de Genie reforzó las teorías de que hay momentos claves en el desarrollo de una persona en el que adquirirán los conocimientos básicos para comportarse en sociedad y poder integrarse en esta. En el caso de Genie que había tenido un contacto casi nulo con la humanidad y cualquier otro ser vivo se pudieron apreciar que no se podía educarla lo suficiente como para que pudiese acatar algunas normas sociales.

Lo que más inquietaba a los doctores era el hecho de que Genie había desarrollado parte de su pubertad en cautiverio, había aprendido a masturbarse desde las posiciones restringidas en las que era encerrada y una vez liberada no era capaz de entender que sus acciones eran erradas. Con frecuencia se masturbaba en público e intentaba que otros participasen en la actividad onanista.

La doctora Susan Curtiss.

Gracias a esto los investigadores se dieron cuenta que las funciones más básicas son aquellas que son innatas y aún así, pueden ser condicionadas de alguna manera. En el caso de la pequeña había aprendido a satisfacer sus necesidades sexuales por su cuenta a pesar de sus miembros atrofiados. Sin embargo, al no haber podido aprender a hablar, este caso demostró que hay un margen de tiempo crítico para que los jóvenes puedan desarrollar el habla.

Actualmente Genie tiene 64 años y nadie conoce su paradero. Los científicos que la trataron pusieron gran empeño en alejar a la mujer de los medios para que ésta pudiese tener una vida medianamente normal. Las vivencias con la niña fueron recogidas por la doctora Susan Curtiss en su obra The Development of Languafe in Genie.

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