20 de abril de 2024
|
Buscar
FIN DE SEMANA

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se aventuró a lanzar acusaciones sin esperar a las conclusiones de la investigación

La denuncia falsa por un ataque homófobo en Madrid alerta de la trampa en que caen los políticos

La supuesta agresión homófoba a un joven en el madrileño barrio de Malasaña desató una cascada de reacciones que hoy, cuando se confirma que no existió tal ataque, evidencian la falta de prudencia de políticos y periodistas. Ni siquiera el ministro del Interior esperó las conclusiones de una investigación que desde el primer momento sospechó de la versión de la supuesta víctima, que con su mentira ha perjudica gravemente al colectivo LGTBI, que se enfrenta cada día a agresiones reales.

La falsa denuncia del joven que presuntamente había sido agredido en el madrileño barrio de Malasaña por ocho encapuchados, que le habían insultado y grabado con un arma blanca la palabra 'maricón' en una nalga, evidencia los errores de un sistema impulsado por el sesgo de confirmación y, lo que es peor, perjudica gravemente a un colectivo, el LGTBI, que se enfrenta cada día a agresiones reales, físicas o verbales. A situaciones de discriminación. Porque una denuncia falsa, no hace falta recordarlo, no elimina todas las demás. 

Los episodios homófobos vividos durante las últimas jornadas en Toledo, Melilla, Valencia o Castellón son solo la punta del iceberg de los delitos de odio contra este colectivo que, según datos del Ministerio del Interior, durante los seis primeros meses de 2021 aumentaron en un 9,3% con respecto al mismo periodo de 2019. 

Los peligros de la politización 

El sesgo de confirmación -esa tendencia a favorecer, buscar, interpretar, y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis- ha dejado en los últimos días un reguero de declaraciones que hoy sonrojan a más de uno. El uso partidista de sucesos, sumado a la falta de prudencia y a la imperiosa inmediatez de comentar al minuto toda actualidad, afecta a políticos de todos los colores. Tampoco los periodistas nos libramos. 

Porque casos como el de Paco Sanz, que no tenía 2.000 tumores; o el de Fernando Blanco, padre de la pequeña Nadia, que ni tuvo la colaboración de la NASA, ni de Al Gore, ni un reputado científico trabajaba para él desde una cueva remota de Afganistán; deberían recordarnos que la cautela es el mejor de los recursos. 

Sin embargo, los análisis precipitados siguen sucediéndose. La formación que lidera Santiago Abascal, por ejemplo, condenó "de manera rotunda" las agresiones y las relacionó con los "efectos de la inmigración ilegal en las calles". Mientras, tanto el PSOE como Unidas Podemos acusaban a la formación de Pablo Casado de ser responsable de blanquear las tesis de Vox y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sin esperar a la conclusión de las investigaciones policiales -porque recordemos, es titular de Interior y existían dudas razonables sobre la versión del presunto agredido- acusaba a la formación de extrema derecha de "jugar al límite" en el respeto a la diversidad y los valores democráticos.

El ministro Grande-Marlaska. 

Al descubrirse la farsa, tras confesar el joven que todo el ataque había sido una invención y que las heridas se habían producido con su consentimiento, Teodoro García Egea, secretario general del PP, lanzaba en su cuenta de Twitter:  "¿Sabía Marlaska esta mañana, cuando acusó a otras formaciones políticas de generar odio, que todo era falso? Si lo sabía, mal; si no, peor". 

Las descalificaciones sistemáticas y la crispación por la crispación se han convertido en un comportamiento tan habitual como reprobable y lo peor, probablemente, todavía esté por llegar en los próximos días. Los delitos como arma arrojadiza. 

Es difícil entender y explicar las razones que condujeron a que el joven de Malasaña mintiera. No hay excusa. Pero ello no debe ser razón para alimentar la polarización, ni para debilitar una lucha que debería ser unánime, ni para restar credibilidad al colectivo, tampoco para hacer márquetin político. 

COMPARTIR: