16 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

Se enfrenta ahora a la cadena Riu por no quedarse el área comercial del futuro hotel al no encontrar inversores

De la fruta al ladrillo: Vida y milagros de Trinitario Casanova, el empresario que quiere controlar todavía el Edificio España

El empresario Trinitario Casanova, dueño del Grupo Baraka
El empresario Trinitario Casanova, dueño del Grupo Baraka
Trinitario Casanova, el frutero convertido en magnate del ladrillo, sigue protagonizando la guerra contra la cadena hotelera Riu por la paralización de las obras del Edificio España. Un hombre “hecho a sí mismo” que ha obtenido su fortuna a base de pelotazos empresariales

El empresario Trinitario Casanova Abadía (Orihuela, 24 de marzo 1964), dueño del Grupo Baraka vuelve a estar en el centro de la polémica por la paralización de las obras del Edificio  España, donde Riu tiene previsto abrir un hotel para el próximo año por unas supuestas irregularidades en la rehabilitación. Así, Casanova solicitó el martes ante el Área de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid y ante los juzgados de Primera Instancia la paralización de las obras de este edificio.

El empresario alicantino-murciano pretende parar las obras del Hotel Riu Plaza de España a través de esta demanda, que ya es la segunda que interpone contra la cadena hotelera Riu, en la que alega deficiencias en las obras de rehabilitación. En agosto presentó otra demanda por un supuesto incumplimiento de contrato con respecto a la adquisición de la zona comercial.

De frutero al negocio inmobiliario

Casanova comenzó su carrera profesional en 1980, con tan sólo 16 años. Junto a su padre, Trinitario (fallecido en 2009 con 81 años), se embarcó en el negocio de distribución de frutas  que regentaba en la región murciana. Poco a poco fue construyendo su trayectoria de “hombre hecho a sí mismo”, con la única formación de la experiencia y el trabajo.

Con sólo 22 años se casó con Fina Mari Pujante, que regentó una joyería en Murcia, de donde dicen que han salido buena parte de los regalos con los que Trinitario ha ido agasajando a muchos de sus clientes a lo largo de su trayectoria profesional. Es con ella con quien tuvo sus dos descendientes, el varón llamado también Trinitario y su hija Fuensanta, un nombre en honor a la patrona de Murcia, a la cual veneran.

Fuensanta se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca e hizo su posgrado en Londres. Su hijo vive en Murcia y es la mano derecha de su padre en los negocios. Cursó sus estudios Lugano (Suiza), donde pernoctan los hijos de los poderosos, y es administrador único de una serie de sociedades de la familia: Plaza de Santo Domingo SL, dedicada a la joyería y a los relojes. Además, administra el Grupo Le Mien SL., una empresa textil que ha vestido a varias “celebrities” como Nuria Roca o la ex de Kiko Rivera, Jéssica Bueno. También preside la fundación Trinitario Casanova junto a su padre. Desde el 2015 es administrador único de Hispania Capital Group SL, la inmobiliaria madrileña con sede en la calle Lagasca de la capital de España.

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El empresario murciano Trinitario Casanova

Trinitario, tras probar sin éxito en varios negocios, vio claramente que en los negocios inmobiliarios podía tener un futuro más ventajoso. En 1994 cerró Protemur SL, dedicada a servicios de limpieza de edificios; en 1998, fue Distribuciones King Kong SL; y en 2003, Capital de la Vega SA, negocios donde también aparecía su hermano José Manuel Casanova Abadía. Estos movimientos hicieron que Trinitario fuera poco a poco consolidando el que se convertiría en su buque insignia principal: Grupo Inversor Hispania, con el que daría el primer pelotazo.

Casanova vendió en 2008, en pleno boom inmobiliario este holding en una operación especulativa valorada en 700 millones de euros a otro magnate del ladrillo, el constructor malagueño José Ramón Carabante de la Plaza, a través de la Corporación Financiera ISSOS, que presidía en ese momento el ya fallecido ex ministro socialista Miguel Boyer. A través de esta venta, ISSOS pagó a Trinitario Casanova unos 100 millones de euros y, además, asumió los 600 millones de deuda de la compañía del frutero murciano-alicantino.

Con la compra del holding a Trinitario Casanova, Carabante, Boyer y la corporación ISSOS se hicieron con la práctica totalidad de los bienes del Grupo Hispania, entre los que figuraba la emblemática torre que Casanova tenía en la céntrica Plaza de la Fuensanta de Murcia y una decena de centros comerciales en Murcia, varios inmuebles en Alicante y una importación participación en el Banco Popular, uno de sus primeros grandes fracasos.

Juego sucio en el Banco Popular

Trinitario hasta ahora sabía salir sin daño de todos sus embrollos económicios.  Por ejemplo, en el año 2010 el Popular acordó refinanciar 400 millones de euros de deuda del conglomerado del empresario malagueño. La mayor parte de esa deuda provenía de la compra de Hispania. Al final, Carabante y el Popular se quedaron con la deuda y Trinitario salió indemne de la crisis con 100 millones de euros en el bolsillo. La guerra acabó en los tribunales, de los que de nuevo Trinitario salió indemne y beneficiado, ya que condenaron a Carabante a que pagara a su ex amigo otros 47,5 millones de euros.

El Banco Popular  empezaba a sentir los efectos de la burbuja que estalló de pleno meses más tarde con las consecuencias que todo sabemos para esta entidad crediticia. Las acciones del Banco Popular en 2007 valían 14 euros. En máximos, Trinitario decidió entrar en el capital de la entidad bancaria pero la cotización empezó a derrumbarse y perdió el 50% del valor. En ese entorno Trinitario jugó para minimizar sus pérdidas y no lo hizo al parecer con buenas artes, sino en una operación en la que incluso implicó al actual ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, a través de una OPA fantasma (Oferta Pública de Adquisición de Acciones). Una operación un tanto oscura que le saldría cara.

Según declaró Picardo en el juicio celebrado el año pasado por este caso, Trinitario Casanova le hizo creer que había un grupo de inversores mexicanos que quería comprar el 20% del Banco Popular y lanzar así una OPA al banco. Le convenció de que él era el representante de estos inversores en España, a los cuales vendería el 3,5% de acciones que poseía. Lo que no sabía es que de los 527 millones de euros que invirtió en la compra de esas acciones, 394 millones de euros los consiguió por un préstamo del banco belga Fortis (BNP Fortis), el cual como garantía le había pignorado sus acciones. El acuerdo por la adquisición de este paquete de 46,5 millones de acciones fue cerrado por el banco belga y su empresa, Titánica Capital Investments SL entre julio y noviembre de 2007. Esto conllevaba que, si la acción bajaba de un mínimo, la entidad se quedaría con las mismas, además de que Casanova no podía venderlas sin la autorización de ésta. "La operación no existió nunca. No fue más que una operación fantasma", aseguró Picardo en su declaración como testigo durante la vista oral. Se dio cuenta de la farsa a posteriori, cuando Casanova ya le dijo que los inversores mexicanos, entre los que supuestamente estaban el empresario Carlos Slim, no iban a acudir a la firma del contrato, sino que iba a ir en su lugar una persona de origen libanés, Salomon Dumani. "Hicimos una investigación y no conseguimos confirmar que esa persona exista ni haya existido nunca", añadió.

La guerra entre Picardo y Casanova fue cruenta. El líder gibraltareño aportó al Juzgado todos los correos electrónicos cruzados con el constructor. Incluso, aportó la copia informática para certificar que el correo a través del cual el empresario le escribía es real.

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Trinitario Casanova llegando a los juzgados

La caída de precio de 14 euros por acción a 7 euros en julio de 2008 llevó a que el banco belga Fortis exigiera a la empresa de Trinitario, Titánica Capital Investments, la constitución de doce depósitos por cantidades comprendidas entre los 17 y 65 millones. Desde el 3 de junio de 2008, Titánica no atendió a ninguno de los diez requerimientos que se le hicieron, lo que permitió a Fortis ejecutar la prenda y proceder a la venta de las acciones pignoradas. En este escenario, Casanova hizo circular durante el verano de 2008 entre los medios de comunicación  el rumor de la OPA de los empresarios mejicanos a “un precio muy ventajoso”. Toda una operación especulativa controlada mediáticamente.

Según las investigaciones judiciales, el promotor continuó enviando información falsa a los medios de comunicación durante un tiempo con el fin de mantener las acciones de Popular al alza. Trinitario llegó incluso a viajar a Londres para constituir una sociedad de cartera llamada Blueprime. Las mismas investigaciones apuntaban a que se llevó a cabo una presunta manipulación del mercado por parte del constructor para que pudiese vender parte de sus acciones a un precio más elevado. La operación acabó con unas pérdidas para el banco belga, que tenía pignoradas las acciones, por valor de 170 millones de euros.

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