28 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

El emérito volaba a España el 14 de abril de 2012 con una fractura de cadera y saltaba a la luz su larga relación amorosa con la comisionista alemana

El principio del fin del reinado de Juan Carlos I: Décimo aniversario de su cacería en Botsuana con Corinna

Juan Carlos I y Jeff Rann.
Juan Carlos I y Jeff Rann. / El Emérito junto al director de Rann Safaris. en la famosa cacería de Botsuana.
El 14 de abril de 2012 Juan Carlos I volaba a España con una fractura de cadera provocada por una caída mientras estaba de cacería en Botsuana. Este suceso sacó a la luz su relación con Corinna Larsen y provocó su ruptura, así como su posterior abdicación dos años después. Desde entonces, el emérito ha sido protagonista de diversos escándalos.

Se cumplen diez años de uno de los incidentes más mediáticos de la monarquía española: la caída del por entonces rey Juan Carlos I en Botsuana. El emérito se encontraba en el país asistiendo a una cacería de elefantes cuando tropezó y se rompió la cadera. Tuvo que ser trasladado para su tratamiento en Madrid y a partir de ese momento, todo estalló.

Fue en la madrugada del 14 de abril cuando un avión salió desde Botsuana con el Rey, y a su llegada a la capital empezaron a surgir las dudas de un viaje extraoficial que, según indicaba Vanitatis, conocían unos pocos: el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Su familia desconocía la escapada del Rey y la razón no era otra que uno de los escándalos que no tardó en conocerse púiblicamente: la relación de Juan Carlos I con Corina Larssen.

“Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”, fueron las palabras más sonadas del emérito con respecto al incidente, que fue de lo más polémico, tanto por hacerse pública su relación con Larsen como por el motivo que le había llevado a Botsuana, cazar elefantes. Estos animales se cazaban en el país para comercializar sus colmillos (que son de marfil), algo ilegal, en general, desde 1989, por lo que la actividad del rey fue muy criticada.

La relación de Corinna y Juan Carlos I

Don Juan Carlos y la princesa Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, de 58 años, se conocieron durante una cacería en Ciudad Real en 2004. Ella nació en la localidad de Frankfurt, Alemania, y su apellido de soltera era Larsen. Aunque aún no se había divorciado de su segundo marido —el príncipe Johann Casimir Zu Sayn-Wittgenstein—, el matrimonio ya hacía vida separada.

Corinna Larsen.

Desde ese momento, mantendría una estrecha y larga relación con el rey. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña, presentándola en cenas, monterías e, incluso, formando parte de la comitiva real en viajes de Estado.

Su relación parece que se desarrolló como una auténtica montaña rusa. Al menos dos veces Corinna quiso romper con don Juan Carlos por no tolerar supuestamente las infidelidades del monarca. En 2009 vivieron la época más intensa de su relación, viéndose con frecuencia hasta 2012. Uno de sus lugares de encuentro habituales era un dúplex situado en el complejo de lujo Domaine Rochegrise en Los Alpes, que después vendió Corinna en 2013.

En este dúplex en Suiza, según las fuentes consultadas por elcierredigital.com, don Juan Carlos pasó allí casi una semana en febrero de 2012, coincidiendo con el décimo cumpleaños del hijo pequeño de Corinna, Alexander. Fue durante esa estancia cuando Juan Carlos se comprometió con el niño a llevarlo a su primera cacería en África, en Botsuana. Promesa que llevó a cabo en abril de 2012, sin saber que ese sería el principio del fin.

Además del dúplex, los amigos se veían también en la casita adyacente al Palacio de la Zarzuela en el Monte del Pardo. Un apartado lugar habilitado para Corinna Zu Sayn-Wittgenstein y su hijo Alexander. Esta casita, situada a menos de dos kilómetros del palacio de La Zarzuela, tuvo una ingente actividad social. Por allí pasaron, entre otros, desde el exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán, hasta el exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo.

Y aunque Corinna abandonó por presiones del CNI su residencia de El Pardo, no se fue muy lejos del entonces Rey. Lo intentó a tan solo 10 kilómetros de Zarzuela donde, al parecer, adquirió un chalé de una exclusiva zona residencial de Somosaguas, con 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, y 2.915 metros de terreno destinado a zonas ajardinadas y aparcamiento. Pero los acontecimientos se desbordaron tras la cacería de Botsuana y Corinna volvió a Mónaco, donde estaba su residencia habitual.

La supuesta mansión de Corinna en Somosaguas.

Estos acontecimientos hicieron que la opinión pública se abalanzara sobre el monarca, que tuvo que entonar el mea culpa. Según conocidos miembros de la nobleza consultados por elcierredigital.com, "don Juan Carlos se volvió loco y no le importaba ya nada”.

Botsuana: el principio del fin

Tras intentar mantener una relación con aparente disimulo, el monarca, según conocidos monárquicos, quiso acabar de golpe con esa pantomima, divorciarse de doña Sofía y casarse con Corinna, siguiendo el ejemplo de Carlos de Inglaterra años atrás.

Pero no se produjo por dos razones. Por un lado, la propia Corinna no quiso, según fuentes próximas a ella. Prefería ser “reina en la sombra” antes que exponerse directamente a la opinión pública. Por otro lado, fue determinante el papel de uno de los amigos más fieles del rey Juan Carlos, el general del CNI, Félix Sanz Roldán. El exjefe de los servicios secretos españoles visitó a la princesa consorte en Londres en junio del 2012, en el hotel Connaugth, para pedirle que, por el bien de España, terminara con la relación que mantenía con el Rey y se apartara definitivamente de él.

Debido a la intervención de miembros del CNI y del propio acoso que sufrió por parte del emérito después del suceso de Botsuana, Larsen decidió denunciarle en Suiza y Reino Unido, donde el exmonarca está siendo investigado ya que en esos países la figura de Juan Carlos de Borbón no es inviolable ni inimputable.

Sin embargo, la relación con Larsen no fue lo único que se fue a pique en la vida del emérito. La cacería había levantado polémica entre los ciudadanos sobre la monarquía española, forma de estado criticada cada cierto tiempo, y cuyo titular,  en esos momentos, cada vez ocasionaba más problemas y tenía más achaques. Debido a estas circunstancias, dos años después, el 2 de junio de 2014, Juan Carlos I abdicó en su hijo, que se convirtió en Felipe VI.

Tras su abdicación, han sido numerosos los escándalos de corrupción e infidelidades en los que se ha visto envuelto (los papeles de Ginebra, las cintas de Corinna, el fondo SSIF, las fundaciones Zagatka y Lucum…), lo que propició que, en 2020, se autoexiliara en Abu Dabi para preservar la buena imagen de la corona. Recientemente, como consecuencia de que se haya archivado la investigación a la que estaba siendo sometido por una presunta fortuna de más de 77 millones de euros que ocultó a Hacienda, planea hacer viajes ocasionales a España para visitar a sus amigos más cercanos.

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