29 de marzo de 2024
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FIN DE SEMANA

EL YERNO DEL DICTADOR UTILIZABA TESTAFERROS EN LOS NEGOCIOS, ASÍ PARA COMPRAR LA FINCA DE VALDEFUENTES SITUÓ A SU TÍO JOSÉ MARÍA SANCHÍS 'EL BOLLO'

El verdadero muñidor de la fortuna de los Franco: Cristóbal Martínez-Bordiú, el marqués de Villaverde

Carmen Franco y Cristóbal Martínez-Bordiú, en 1968.
Carmen Franco y Cristóbal Martínez-Bordiú, en 1968.
La aparición de una treintena de cintas de cassette pertenecientes a Francisco Martínez López, un psiquiatra psicoanalista que entre mayo de 1977 y marzo de 1978 habría entrevistado al círculo más cercano de la familia Franco, devuelve al presente los enigmas que durante años han rodeado a la estirpe del dictador.

La aparición de una treintena de cintas de cassette pertenecientes a Francisco Martínez López, un psiquiatra psicoanalista que entre mayo de 1977 y marzo de 1978 habría entrevistado al círculo más cercano de la familia Franco, tal y como adelanta el programa de Cuatro 'Todo es verdad', devuelve al presente los enigmas que durante años han rodeado a la estirpe del dictador. 

Elcierredigital.com repasa la historia de los miembros del clan, entre ellos, el Marqués de Villaverde, yerno de Franco y muñidor de su fortuna. Y es que si alguien fue el verdadero ideólogo y gurú de los Franco en materia patrimonial y económica, ese fue Cristóbal Martínez-Bordiú, Marqués de Villaverde. Nacido en Mancha Real, en Jaén, en 1922, pertenecía a una importante familia nobiliaria, con Grandeza de España, pero sin fortuna conocida. "Más bien tiesos" dicen los historiadores. Eran los Condes de Aljillo,  José María Martínez y María de la Esperanza Bordiú. 

Su hijo Cristóbal se convirtió en médico en la capital de España, sin un destino profesional. Pero su suerte cambió cuando conoció a una joven, hija del Jefe del Estado, a la que la familia Franco apodaba Nenuca. Era Carmen Franco Polo, nacida en 1926 y única hija del General Francisco Franco y de Carmen Polo. 

Cuando el Marqués se convirtió oficialmente en yernísimo de Franco, el 10 de abril de 1950, se transformó en todo un ‘aprendiz de brujo’ de los negocios y una de las figuras más identificativas del régimen. Si Franco llegó al poder tras un golpe de Estado, un golpe de suerte, un 'braguetazo', convirtió a Martínez-Bordiú en millonario.

Carmen Franco y Cristóbal Martínez-Bordiú. 

Su arrogancia y su gusto descarado por el dinero no pasaron desapercibidos para los españoles. En los días que siguieron a la boda se hizo célebre una coplilla entre el pueblo llano: “La niña quería un marido/ la mamá quería un marqués/ el marqués quería dinero/ ya están contentos los tres”.

Tal vez por esta común afición a los negocios y al dinero, hubo una gran relación desde el principio entre el Marqués y Carmen Polo. Poco parecían importarle a la Señora de Meirás las continuas infidelidades de Cristóbal a su hija. Señorita de provincias venida a más, el sueño de doña Carmen era emparentar con la aristocracia a cualquier precio y que su niña luciera título nobiliario, al coste que fuera.

El Marqués de Villaverde supo triunfar y situarse en todos los sectores bajo el paraguas de su suegro. Nadie se atrevía a poner límites a sus ansias de poder. Sólo dos personas se atrevieron a plantarle cara durante el régimen de Franco: Luis Miguel Dominguín y la Duquesa de Alba, que ningunearon públicamente al yernísimo sin ningún problema.

Así, Cristóbal Martínez-Bordiú ocupó durante el mandato de su suegro, el general Franco, el sillón del consejo de administración de 27 empresas. Todos los grandes empresarios del país querían tener cerca al Marqués de Villaverde para poder así tener un ascendente de influencia en el Palacio de El Pardo. Tanto que, hasta el año 1986, el matrimonio de Cristóbal y Carmen Franco dispuso de pasaporte diplomático, lo que le permitía salir y entrar libremente, sin control alguno, de España.

Además ocupó distintos cargos en la sanidad pública española. Fue en 1984 cuando el entonces ministro de Sanidad de la primera etapa democrática, el socialista Ernest Lluch, luego asesinado por la banda terrorista ETA, le suspendió de empleo y sueldo. Su gran negocio con el mundo de la salud fueron las clínicas Incosol, una de ellas instalada en Marbella en 1975, donde contó con el apoyo del Premio Nobel de Medicina 1968 Christiaan Barnard. El médico sudafricano fue uno de los grandes amigos del Marqués. Tanto que fue invitado en octubre de 1975 a la considerada como ‘última cacería del franquismo’. Organizada en su finca de Ciudad Real por el empresario Eduardo Barreiros, dueño de la empresa automovilística Barreiros. Todos fueron retratados en la revista ¡Hola! solo unas semanas antes de la muerte del dictador. Entre ellos, el banquero Alfonso Fierro y el exministro Manuel Arburúa.

Barnard pasó a la historia como el médico que realizó el primer trasplante de corazón con éxito y que le valió el Premio Nobel. Fue en 1968, cuando Cristóbal Martínez-Bordiú quiso ser el ‘Barnard español’. Pero el paciente sólo sobrevivió unas horas al trasplante. Aunque el Marqués aseguró que se encargaría de los hijos de su paciente, nunca lo hizo. Ya en los ochenta, muchos enfermos se negaban a ser operados por el aristócrata por la mala fama que entonces tenía el yernísimo como médico.

Valdefuentes: el gran pelotazo

Sin duda uno de los terrenos donde mejor se supo mover el yernísimo fue el inmobiliario. Su buque insignia fue Promociones del Suroeste SA, la promotora inmobiliaria que edificó la finca familiar de Valdefuentes, en el madrileño término de Arroyomolinos, en cuya extensión se encuentra ubicado el centro comercial 'Madrid Xanadú'. 

En este suculento negocio de recalificación, aprobado por la Comunidad Autónoma de Madrid en manos del PP, fue vital la presencia como intermediario en las concesiones administrativas de Miguel Herrero de Miñón, el que fuera diputado de la derecha española, ex Secretario General de Alianza Popular.

La finca de Valdefuentes de los Franco.

La finca 'Valdefuentes' fue "adquirida" por el General Franco en 1953 por 3,3 millones de pesetas a Luis Figueroa, nieto del primer Conde de Romanones, y marido de la exespía norteamericana Alline Griffith.

Esta propiedad se convirtió en una de las propiedades favoritas de Franco. Y es que el Caudillo quería unas tierras para que pudieran pastar sus ovejas que hasta entonces lo hacían en los jardines de El Pardo, pero su primo Francisco Franco Salgado-Araújo, al que conocían como Pacón, le dijo que no era la mejor imagen para un Jefe de Estado.

Esta finca, de cerca de diez millones de metros cuadrados (unas 1.000 hectáreas), pertenece al Ayuntamiento de Arroyomolinos pero está inscrita en el registro de la propiedad del pueblo madrileño de Navalcarnero. El costoso mantenimiento de esta finca en los años sesenta causó problemas al marqués de Villaverde, Cristóbal Martínez-Bordiú, que se vio obligado a vender varias parcelas y a alquilar otras. Todas inicialmente declaradas rústicas.

Antes de la muerte de Franco, la finca fue vendida por El Caudillo a su hija tras una supuesta donación en 1974, poco después de sufrir Franco una flebitis. La duquesa de Franco, debido al deterioro progresivo en su explotación agraria y ganadera, dejó muy pronto la gestión a sus hijos para su posterior recalificación urbanística.

Tal y como ocurrió años después. Finalmente fueron recalificados 3,3 millones de metros cuadrados para construir en ellos más de cinco mil viviendas, un centro comercial y otro deportivo. Hoy todavía quedan cerca de 400 hectáreas por recalificar, con un valor edificable que puede llegar a los doscientos millones de euros actualmente.

En este negocio del ladrillo de Valdefuentes, los Franco estuvieron asociados junto a sus amigos, los constructores Fidel y Antonio San Román Morán, a través de sus empresas Edificaciones Tifán S.L. y Sanedi S.A.

En los diferentes boletines de la Comunidad de Madrid de 2003 y en algunas intervenciones del grupo socialista en la Asamblea madrileña se cita que dicha empresa llevó a cabo el planeamiento urbanístico del SAU 6 Zarzalejos y que construyeron casi 4.000 viviendas de Protección Oficial en el SAU 4 en el municipio de Arroyomolinos, en el sector conocido como Valdecastellanos. Fue en esta finca, de especial protección, donde se construyó el actual parque de ocio de nieve de Madrid, Xanadú, que ha posibilitado un gran desarrollo de toda la zona.

Fue también en esta finca donde el dictador guardó el famoso Mercedes de tres ejes que Hitler le regaló y que su hija y su viuda venderían a Patrimonio Nacional por nueve millones de pesetas a cambio de que nunca se vendiera esta joya automovilística.

José María Martínez-Bordiú, barón de Gotor, y hermano de Cristóbal. 

Para sacar rendimiento a la finca, Francis Franco la alquiló a finales de los 70 y principios de los 80 para rodar películas, casi todas ellas pertenecientes al género erótico o de terror. Entre las primeras destaca, por lo bizarro, Historias aberrantes, donde se podía ver a María José Cantudo dando a luz un mono. Entre las segundas, Latidos de pánico, una de las obras más personales de Paul Naschy, un maestro del género.

Aunque sin duda alguna, si hay alguna película rodada en la finca que pasará a la historia del séptimo arte esa es La escopeta nacional, de Luis García Berlanga. Se da la ironía de que esta cinta relataba con un tono crítico las cacerías protagonizadas por el círculo íntimo del dictador.

Sobre el peculiar cambio de dueños de la finca cuenta Francis en sus memorias, Cuando mi abuela era persona lo siguiente: “Pese a que mi madre aparecía como propietaria desde la constitución de la sociedad en 1953, el 100% de los títulos eran suyos por compra desde 1974, en una fecha ligeramente posterior a la flebitis del abuelo. Me quedé perplejo con el hallazgo y comprobé que en esa misma fecha mi madre había vendido su participación de 1953 a mi abuelo y que posteriormente había recibido de él una donación en efectivo. Con ese mismo dinero, poco después, mi madre se hizo con el 100% de Valdefuentes SA.

(...) Por supuesto, les pedí explicaciones a los asesores fiscales. Me explicaron que el abuelo quizás habría sopesado la posibilidad de que, tras su muerte, se considerase que sus haberes como jefe del Estado eran ilegales y le quitasen a mi madre todas las propiedades que le hubiese legado. Así que decidió evitar el riesgo haciendo que mi madre comprase la totalidad de las acciones con dinero privativo donado en 1974. Por lo que lo único que habrían podido exigirle a mi madre, en caso de cumplirse los peores temores del abuelo, habría sido la devolución de la suma donada, en lugar de la compra que efectuó con ella”.

Los ‘testaferros’ del Marqués

El gran apoyo de Cristóbal Martínez-Bordiú en el negocio inmobiliario fue su tío José María Sanchís Sancho. Un valenciano de Aldaya, al que apodaban 'El Bollo' y que estaba casado con Enriqueta Bordiú, la tía adoptiva del Marqués de Villaverde. Por sus ‘servicios’ al dictador, recibió la  Gran Cruz del Mérito Civil en 1963 y campaba a sus anchas por El Pardo.

Pocholo Martínez-Bordiú.

Según Mariano Sánchez Soler en su libro Franco S.A. (Oberon, 2003) "Sanchís Sancho y Luis Gómez Sanz actuaban de testaferros” para crear sociedades pantalla que “figuraban como propietarias de fincas compradas por los Franco, como la de Valdefuentes, en Arroyomolinos (Madrid), pero de las que no aparecía el nombre de Francisco Franco o sus familiares como dueños”.

La cercanía al dictador de 'El Bollo' le sirvió para ser una de las referencias en Valencia, su territorio de origen, y para convertirse en la mano derecha de Eduardo Barreiros, creador de los camiones Pegaso y conocido como 'el motor del régimen'. 

Otro de los nombres fundamentales en los negocios de Villaverde fue su hermano José María Martínez-Bordiú, Barón de Gotor. Vivió en la misma casa donde residía la viuda de Franco y la que fuera su cuñada, el famoso edificio en la calle Hermanos Bécquer de Madrid, que los Franco pusieron a la venta por cincuenta millones de euros.

El barón de Gotor se casó con Clotilde Basso de Roviralta y tuvo cinco hijos, entre ellos, la conocida diseñadora Kuka Gotor y el excéntrico José María, más conocido por “Pocholo”, que estuvo casado con Sonsoles Suárez, hija del ex presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez.

“Pocholo” Martínez-Bordiú, que estudió finanzas en Estados Unidos y trabajó en el International Bank de Miami, sufrió un cambio radical en su estilo de vida, similar al de alguno de sus primos, y pasó de ser un yuppy a convertirse en uno de los personajes imprescindibles de la movida ibicenca, para más tarde ser una estrella mediática gracias a sus provocativas intervenciones. Es el actual Barón de Gotor.

La herencia del Marqués

Tras el fallecimiento del Marqués sus siete hijos heredaron muchas de sus propiedades inmobiliarias. Ninguno de ellos salió malparado. El testamento del marqués de Villaverde, otorgado en julio de 1988 ante el notario José Luis Álvarez, que fuera alcalde de Madrid, dejaba a sus hijos y mujer la propiedad de una finca de más de 28 hectáreas en La Hacienda Arroyo-Vil, en Baeza (Jaén). También la Finca “Cerca de los Monteros”, en Marbella, valorada registralmente en 60 millones de pesetas.

Así como varias parcelas en la Urbanización madrileña de La Florida, en el término municipal de El Pardo. Una gran urbanización madrileña controlada por el marqués de Villaverde.

Gracias a estas operaciones inmobiliarias, los siete nietos de Franco consiguieron, según declaración registral, unas ganancias de tan solo unos cinco millones de euros. Otras suculentas operaciones inmobiliarias fueron la venta de una parcela en la Colonia “El Bosque”, en Pozuelo de Alarcón (Madrid); la venta de una finca rústica de seis hectáreas de olivares de secano en Mancha Real (Jaén); y la de varios apartamentos en la Playa de Campoamor, en Alicante.

El centro comercial Xanadú se levantó sobre terrenos vendidos por los Franco.

En 1998, nada más morir su marido el marqués de Villaverde, Carmen Franco invirtió también su capital en otra sociedad dedicada al arrendamiento de inmuebles, denominada Abanco SL. Sin embargo, la principal empresa inmobiliaria del holding familiar ha sido Fiolasa SL, constituida en abril de 2002, con domicilio social en su propia casa y cuartel general de la calle Hermanos Bécquer. Sus activos siempre han superado con creces los 20 millones de euros.

Pero además del inmobiliario, otro de los negocios más fructíferos de los Franco ha sido la compra y venta de aparcamientos en la capital de España. Para ello, la ya fallecida Carmen Franco Polo junto a su entonces marido, el marqués de Villaverde, constituyó en 1991 la sociedad Proazca SA. Esta sociedad invirtió inicialmente más de 200 millones de las pesetas de entonces en el negocio de los párquines. 

El Canto del Pico

Una de las pocas posesiones de Franco de las que sí se habla en el testamento es la del Canto del Pico. La propiedad fue un regalo de José María del Palacio Abérzuza, el Conde de las Almenas, al Caudillo. En su planta baja guardaba el General todos los regalos que iba recibiendo. El palacio fue vendido en 1988 por el Marqués de Villaverde por más de 300 millones de pesetas a una empresa que aseguró lo utilizaría de hotel y como explotación turística.

Su actual propietario es el hostelero español José Antonio Oyamburu Goicoechea, vecino de la zona, que había hecho una fortuna en Inglaterra rehabilitando palacios en mal estado. La compra se realizó a través de la empresa británica Stoyman Holdings Limited (SHL). Pero después de más de tres décadas el lugar se ha ido deteriorando.

Canto del Pico. 

Para la familia Franco esta propiedad está llena de anécdotas personales. En 1950 pasaron allí su noche de bodas la única hija del dictador, Carmen Franco Polo y Cristóbal Martínez-Bordiú, el Marqués de Villaverde.

Un cuarto de siglo después, la familia cedió esta propiedad a Merry Martínez-Bordiú, la nieta rebelde del dictador, para que conviviera con su recién estrenado marido, el polémico escritor y periodista Jimmy Giménez Arnau. En su libro Yo, Jimmy. Mi vida entre los Franco (1981), el hoy colaborador televisivo describe el lugar como un sitio tétrico y cuenta que el palacete se convirtió en almacén de los regalos que recibió el Caudillo durante sus casi cuatro décadas en el poder: “Eran los regalos que el General había ido recibiendo durante su mandato... Había toneladas y toneladas de ellos. Había en amontonamiento docenas de colchones, cientos de distintas clases de bustos del General… Había mil objetos religiosos. La capilla, como un imán, había atraído todo aquello que tenía olor a testamento. Entre cortinas descolgadas surgía una rebelión de ángeles, crucifijos, reliquias, botafumeiros, sillones y sofás destrozados por siestas clericales, misales, vírgenes y santos. De oropeles había un recargamiento tal que allí nunca pudo haber cabido una buena contrición. Era lo sacro en estado cutre”.

 

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