19 de abril de 2024
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FIN DE SEMANA

El polémico empresario recibió el poder general para gestionar Pamlicost Overseas SA en diciembre de 2009, un mes después de que ésta fuera registrada

El constructor Trinitario Casanova salpicado por los 'Papeles de Pandora': Apoderado de una sociedad en Panamá

El empresario Trinitario Casanova en una foto corporativa del grupo Baraka.
El empresario Trinitario Casanova en una foto corporativa del grupo Baraka.
El empresario Trinitario Casanova, fundador del Grupo Baraka, figura en los 'papeles de Pandora' como apoderado de la sociedad Pamlicost Overseas SA, en Panamá. Casanova es conocido por sus controvertidas operaciones inmobiliarias en plena crisis del ladrillo, así como por haber sido condenado por difundir falsos rumores de una opa al Banco Popular para aumentar el precio de las acciones en 2008.

El empresario Trinitario Casanova, fundador del Grupo Baraka, figura en los 'papeles de Pandora' como apoderado de una sociedad en Panamá, según publica LaSexta a raíz de la investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). 

La investigación apunta a que el constructor recibió el poder general para gestionar la sociedad Pamlicost Overseas SA un mes después de que ésta fuera registrada en Panamá. Ese documento, conocido como 'poder de ruina', permite a su portador gestionar la sociedad que se lo ha concedido: comprar y vender propiedades, abrir cuentas bancarias, solicitar préstamos e hipotecas, etc.

El poder otorgado a Casanova se emitió a petición de la junta directiva de Pamlicost Overseas SA, liderada por Edgardo E. Díaz, uno de los nombres recurrentes en la investigación.

De frutero al negocio inmobiliario

Casanova comenzó su carrera profesional en 1980, con tan sólo 16 años. Junto a su padre, Trinitario (fallecido en 2009 con 81 años), se embarcó en el negocio de distribución de frutas que regentaba en la región murciana. Poco a poco fue construyendo su trayectoria de “hombre hecho a sí mismo”, con la única formación de la experiencia y el trabajo y, según sus críticos, “de coger a veces atajos para conseguir sus objetivos sin mirar si el camino es o no lícito”.

Se independizó y se casó muy joven, con tan sólo 22 años, con Fina Mari Pujante, que regentó una joyería en Murcia, de donde dicen que han salido buena parte de los regalos con los que Trinitario ha ido agasajando a muchos de sus clientes a lo largo de su trayectoria profesional. Con ella tiene dos hijos: Trinitario y Fuensanta, un nombre en honor a la patrona de Murcia, a la cual veneran. 

Comprar barato y vender caro

Trinitario fue probando suerte en variados negocios, pero pronto vio en el sector inmobiliario la forma en la que ganar más y más rápido. Fue abandonando o cerrando algunas empresas. Así en 1994 cerró Protemur SL, dedicada a servicios de limpieza de edificios; en 1998, hizo lo mismo con Distribuciones King Kong SL; y en 2003, Capital de la Vega SA, negocios donde también aparecía su hermano José Manuel Casanova Abadía. Sin embargo, Trinitario fue poco a poco consolidando el que se convertiría en su buque insignia principal: Grupo Inversor Hispania, con el que daría el primer pelotazo. ¿Suerte o anticipación?, eso se preguntan sus críticos.

En el año 2008, en lo más alto del boom inmobiliario, el frutero Casanova vendió este holding en una operación especulativa valorada en 700 millones de euros a otro tiburón, el constructor malagueño José Ramón Carabante de la Plaza (1952), a través de la Corporación Financiera ISSOS, que presidía en ese momento el ya fallecido ex ministro socialista Miguel Boyer y que, según su mujer, Isabel Preysler, no tenía dinero cuando falleció.

ISSOS pagó a Trinitario Casanova unos 100 millones de euros y, además, asumía los 600 millones de deuda de la compañía del frutero. De este modo, dos tiburones de los negocios se unían. La trayectoria profesional de Carabante, dueño del Grupo 2002, se concentraba fundamentalmente en la región de Murcia, donde se convirtió en mecenas como patrocinador del Club Baloncesto Murcia de la Liga ACB

Había fichado a Miguel Boyer tan sólo dos años antes al considerarlo como la persona más adecuada para rentabilizar financieramente sus cuantiosos ingresos producidos por la especulación inmobiliaria en la costa española. Lo puso al frente de su área financiera, situándolo en diciembre de 2006 al frente de la presidencia de su buque insignia de inversión, la Corporación Financiera Issos. Más tarde, los dos se aliaron para crear una sociedad conjunta de inversión en bolsa, denominada Inversiones Delos, cuyo objetivo final era invertir en los mercados de valores por entonces inseguros

El empresario Trinitario Casanova, dueño del Grupo Baraka. 

Con la compra del holding a Trinitario Casanova, Carabante, Boyer y la corporación ISSOS se hicieron con la práctica totalidad de los bienes del Grupo Hispania, entre los que figuraba la emblemática torre que Casanova tenía en la céntrica Plaza de la Fuensanta de Murcia, frente a El Corte Inglés. Desde allí, se había propuesto dominar, no sólo con la vista, toda la región murciana y Levante. Trinitario poseía ya una decena de centros comerciales en Murcia, incluyendo uno en construcción en la avenida Juan de Borbón cerca del complejo Thader, varios inmuebles en Alicante y una importante participación en el Banco Popular, entidad financiera con la cual tendría a posteriori una vinculación de negocios ruinosa para el banco.

Todo pasó, en el verano de 2008, a manos de Carabante. Pero muy pronto llegaron los problemas. En 2010 el Banco Popular acordó refinanciar 400 millones de euros de deuda del conglomerado del empresario malagueño. La mayor parte de esa deuda provenía de la compra de Hispania. Al final, Carabante y el Popular se quedaron con la deuda y Trinitario salió indemne de la crisis con 100 millones de euros en el bolsillo.

La guerra acabó en los tribunales, de los que de nuevo Trinitario salió indemne y beneficiado, ya que condenaron a Carabante a que pagara a su examigo otros 47,5 millones de euros. Esos son los atajos de los que hablan sus críticos. “No le importa el cómo, sólo la rentabilidad, da igual cómo se consiga”, afirman.

Condenado por alterar el precio de las acciones del Banco Popular

Pero no todo fue redondo para Trinitario. En ese mismo ejercicio, el 2008, el constructor frutero cerró una operación financiera oscura, en pleno derrumbe bursátil. El Banco Popular, como la mayoría de las entidades financieras, empezaba a sentir los efectos de la burbuja que estalló de pleno meses más tarde con las consecuencias que todos sabemos para esta entidad crediticia. Las acciones del Banco Popular en el año 2008 apenas llegaron a alcanzar los 0,90 céntimos de valor, pero en 2007 cotizaban a 14 euros. En ese momento, en máximos, Trinitario decidió entrar en el capital del banco pero pronto vio que el negocio no era bueno. Desde los máximos en los que cotizaba unos meses antes, el Banco Popular empezó a derrumbarse y perdió el 50% del valor.

En ese entorno, Trinitario jugó para minimizar sus pérdidas y no lo hizo al parecer con buenas artes, sino en una operación en la que incluso implicó al actual ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, a través de una OPA fantasma (Oferta Pública de Adquisición de Acciones).

Trinitario Casanova llegando a los juzgados. 

Según declaró Picardo en el juicio celebrado por este caso, Trinitario Casanova le hizo creer que había un grupo de inversores mexicanos que quería comprar el 20% del Banco Popular y así, lanzar una OPA a la entidad bancaria. Le convenció de que él era el representante de estos inversores en España, a los cuales vendería el 3,5% de acciones que poseía.

Lo que no sabía es que de los 527 millones de euros que invirtió en la compra de esas acciones, 394 millones de euros los consiguió por un préstamo del banco belga Fortis (BNP Fortis), el cual como garantía le había pignorado sus acciones. El acuerdo por la adquisición de este paquete de 46,5 millones de acciones fue cerrado por el banco belga y su empresa, Titánica Capital Investments SLU, entre julio y noviembre de 2007. De forma que si la acción bajaba de un mínimo, la entidad se quedaría con ellas, además de que Casanova no podía venderlas sin la autorización de ésta. "La operación no existió nunca. No fue más que una operación fantasma", aseguró Picardo en su declaración como testigo durante la vista oral.

Se dio cuenta de la farsa a posteriori, cuando Casanova ya le dijo que los inversores mexicanos, entre los que supuestamente estaba el empresario Carlos Slim, no iban a acudir a la firma del contrato sino que iba a ir en su lugar una persona de origen libanés, Salomon Dumani. "Hicimos una investigación y no conseguimos confirmar que esa persona exista ni haya existido nunca", añadió.

Casanova aseguró en su interrogatorio todo lo contrario: que había sido el ahora máximo dirigente de Gibraltar quien le había ofrecido comprar sus acciones en nombre de un grupo de inversores mexicanos, pero que desconocía tan siquiera quiénes eran. La guerra entre Picardo y Casanova fue cruenta. El líder gibraltareño aportó al Juzgado todos los correos electrónicos cruzados con el constructor. Incluso, la copia informática para certificar que el correo a través del cual el empresario les escribía, era real.

La caída de precio de 14 euros por acción a 7 euros en julio de 2008 llevó a que el banco belga Fortis exigiera a la empresa de Trinitario, Titánica Capital Investments, la constitución de doce depósitos por cantidades comprendidas entre los 17 y 65 millones. Desde el 3 de junio de 2008, Titánica no atendió a ninguno de los diez requerimientos que se le hicieron, lo que permitió a Fortis ejecutar la prenda y proceder a la venta de las acciones pignoradas. En este escenario, Casanova hizo circular durante el verano de 2008, entre los medios de comunicación especialmente económicos (fue publicada por el diario Negocio), el rumor de la OPA de los empresarios mexicanos a “un precio muy ventajoso”. Toda una operación especulativa controlada mediáticamente.

Según las investigaciones judiciales, el promotor continuó enviando información falsa a los medios de comunicación durante un tiempo, con el fin de mantener las acciones de Popular al alza. Trinitario llegó incluso a viajar a Londres para constituir una sociedad de cartera llamada Blueprime. Según las investigaciones judiciales, se llevó a cabo una presunta manipulación del mercado por parte del constructor, para que pudiese vender parte de sus acciones a un precio más elevado. “Esto afectó a la libre formación del precio de cotización de la acción de Banco Popular", señaló en un escrito la Fiscalía.

Sin embargo, nada de aquello fue suficiente y finalmente Fortis ejecutó las acciones de Trinitario Casanova en el Popular. La operación acabó con unas pérdidas para el banco belga, que tenía pignoradas las acciones, por valor de 170 millones de euros.

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